I.- INTRODUCCION.- (a modo de confesión)
Quiero hacer de esta introducción un intento de justificación del escrito. Me gustan los toros, disfruto escribiendo sobre toreros y defiendo mi tierra sin mayor intención que elevarla al nivel que se merece; o al menos deseo no participar como cómplice en el arrinconamiento pasivo al que parecen empujarla no sé si el destino, el cansancio vital o los ardores territoriales del vecindario. Pero no sabría discriminar de este intento de justificación, si corresponde a una posición de Humildad o de Petulancia.
Tengo que reconocer, “malgrè moi” que no soy historiador, que no me gusta la historia, ni por el esquema inexorable de hechos ni por la interpretación intencionada de los mismos siempre a merced de otros intereses espurios; pero paradójicamente no puedo evitar hacer narrativas de pasado, presente y futuro del hombre, siempre estimulado y atrapado en su circunstancia social. Ya soy mayor para buscar telarañas en la bibliografía y no me fío más de la memoria ajena que de la mía, aún reconociendo la subjetividad de ella más proclive a dejarse llevar por los vuelos de unos fantasmas que ya no sé a ciencia cierta si son propios o ajenos.
Así que con este pobre y cuasi desafiante bagaje, entro en lo que debería de ser explicar el contenido de este fascículo.
Desearía escribir de una forma libre sobre algunos toreros de esta mi tierra desde mi registro mnémico. No sé si son los más representativos; sí que creo que han sido elegidos por el impacto que han creado en mí, como toreros o como hombres y este es su merecimiento. Se me escaparán algunos “comentarios telúrico-sociales” del entorno del que proceden y les rodea. Que nadie se llame a engaño: tendré más en cuenta mi punto de vista estético de aproximación literaria que el científico-ético de la verdad social que les alumbra; (algunos de ellos, como los casos del Niño de la Capea o de Julio Robles van a ser escritos en una torpe imitación del modo de escribir de El Lazarillo o de la Celestina). y me adentraré en conjeturas sobre el pasado psicológico que les determina sin tener apoyos suficientes en los hechos reales de su despliegue vital que mayormente ignoro (Me permito repetir que este no va a ser un escrito de Historia) ; y, si me permito estas reconstrucciones “aprés coup” es una licencia que me tomo desde mi trabajo en esta faceta no profesional del mismo.
Y claro es probable que me extienda más en “mi terruño” que en la amplitud de mi tierra. “Nostalgia y gratitud me obligan”.
Así que esto No es una Historia de los Toreros de León y Castilla. Es un juego parahistórico que no se va a ajustar ni a hechos puntuales constatables en bibliotecas, ni a las post-verdades mediáticas de cualquier presente. Es como máximo una alineación de hombres que han ejercido esa profesión y han nacido en esta tierra. Tampoco es, a mi pesar, una aproximación al perfil psicológico de cada uno de ellos. Me faltaría básicamente la autorización de esos personajes para adentrarme en sus intimidades. Así que lo dejaremos en intentos de creaciones gráfico-literarias sobre algunos toreros de esta tierra a la mayoría de los cuales he tenido la posibilidad de verles, juzgarles y admirarles.
En todo caso será una manifestación más de Arte y Tauromaquia, conceptos difícilmente separables. Trataré de seleccionar y de diferenciar por provincia a aquellos que me han parecido más representativos de ellas, que crea que más se aproximen al carácter o a los mitos de la tierra y hasta me permitiré la licencia de añadir algún dibujo del personaje más o menos de acuerdo con el escrito.
Y tomo por estas tierras tan llevada y traída de cambios en forma, tamaño y categoría a capricho del Poder, lo que en la actualidad se entiende como Autonomía de Castilla y León (o de Castilla-León como otros aceptan sin pruritos). Una entidad que intenta proporcionar identidad común y pertenencia a terruños, historias y gentes a las que lo mismo se les puede aplicar sus semejanzas que sus diferencias. ¡tan mutable es la verdad política! Una decisión geográfica que pretende dar identidad tribal a aquello que se mantiene como patrimonio individual trasmitido por vía transgeneracional. Para ser fiel a la memoria de la Historia que aprendí, haré apartados por Regiones o Reinos (algo anterior a las Autonomías) porque quiero subrayar mi raíz leonesa que no entra en conflicto fratricida con Castilla ni matricida con España. Las tres son parte de mi identidad, a las tres quiero y por las tres siento el dolor de sus desgarros
Son mis toreros y mi historia, que tienen como dato común haber salido a hombros por la Puerta Grande de las Ventas de Madrid (o de merecerlo). Tierra de tan buenos toreros que por ahora puede colgarse como medalla el saber que de los cinco toreros que se han encerrado en solitario en esa plaza con una corrida de Victorino Martín y han salido a hombros por esa soñada puerta, tres de ellos (Andrés Vázquez, Pedro Moya y Roberto Domínguez) han nacido y discurrido por ella.
En todos ellos trataré de imponer mi estilo. Y, aunque no debería de hacerlo, sí quiero insistir en un rasgo: soy taurino, y como tal No Violento (aunque las mentiras de los lobbies le hayan invertido ahora el adjetivo), así que mi escrito tratará de ser plácido, ameno, benevolente y divertido. ¿Es posible tratar así al Otro? este es un intento.
Y … nada más.
TOREO EN CASTILLA- LEÓN-
Castilla y León es tierra de Toros, de Toros y de Hombres que obligadamente se encuentran. Encuentro asimétrico donde el animal o ha de ser dominado o mitificado para convertirlo en rito. No suele ser el carácter castellano y leonés amigo de bailes y florituras; no cabe el uso del engaño para el lucimiento; aquí solo tienen espacio las realidades subrayadas a peleas o a sangres. Aunque la meseta es tan amplia como el horizonte, la jerarquía o la necesidad imponen siempre un vencedor y un vencido. Son encuentros de Poder a Poder, la vida dura lo hace así. Es la ley del más fuerte no siempre tamizada por la técnica, la cultura o el folklore. Y como el Toro es animal fuerte y bravo el hombre necesita multiplicarse para enfrentarse a él, por eso el toro en esta tierra es Toro de Muchedumbres, toro que despierta sueños y conductas tribales.
Al toro quieto se le venera por lo mágico de su capacidad genésica. La “ganadería” de Guisando, el verraco de Ciudad Rodrigo o los de Arévalo o Salamanca, reciben la admiración de su capacidad creadora y el calor de la proximidad de los que quisieran apropiarse de sus virtudes. Castila y León se convierte así en tierra de ritos tauromágicos. Se busca la proximidad del toro para adquirir mágicamente sus cualidades a través de admiración y de rezos de silencio a su lado. Al toro en movimiento, peligroso y asesino, se le dirige hasta el lugar del sacrificio ofreciendo el propio cuerpo como señuelo de dirección obligada. Es el ritual lúdico de la confrontación. Son los encierros a cuerpo limpio, donde la burla no es más que un escorzo artístico del riesgo. Ahí están los de Cuéllar – los más antiguos del Mundo-, la “saca” de toros de Soria, los “Espantes” de Ledesma o Fentesaúco, el Toro Enmaromado de Benavente o el más controvertido Toro Lanceado de Tordesillas. En escasas ocasiones ese encuentro tiene un tinte de divertimento, como el Carnaval del toro de Ciudad Rodrigo, el Toro del vino de Toro o el Toro de fuego de Medinacelli.
Al lado de esta liturgia el toro forma parte de amplios paisajes de la meseta en tierras de Salamanca, Ávila o Valladolid, donde se cuida y se le proporciona bravura, trapío y casta para prepararle al noble arte de la embestida a muerte. El encaste de origen salmantino lleva siempre patente de peligro. Los “toros del frío” de Valladolid recogen el testigo de bravura.
En este entorno de encuentros de riesgo y burla, donde una capea popular sigue siempre a los festejos para probar la valentía y habilidad de algún “mozo”, no es extraño que surja el torero de forma espontánea, Aquí, aunque no seamos ajenos a la tradición y la mantengamos en algunos casos, no tenemos la necesidad de “clanes o dinastías toreras” donde se haya mamado un arte y una posición ante la vida. Aquí, los juegos de Vida y Muerte siempre han sido ritos iniciáticos para juveniles individualidades u orgías tribales que rodean acontecimientos o preceden expectativas.
Tomamos conciencia de que en esta selección de toreros que traemos de esta tierra vamos a dejar muchos nombres importantes, así que lo primero es disculpar las ausencias o los olvidos que aquí no puedo recoger, aunque persistan en mi memoria.
Brindo – si me lo permiten – este escrito a todos ellos., : – Va por vosotros- , toreros del silencio de esta tierra vuestra y mía, a los que pido humildemente disculpas.