Toros en Palencia
Llaman a su Catedral “La Bella Desconocida”, y este apelativo lo podían llevar toda la Provincia y sus gentes. Es algo más que un distintivo de humildad que toma como valor, algo más que un canto a la intimidad, es sobre todo un camuflaje como base de supervivencia en su ubicación tanto geográfica como histórica, entre la voracidad centrípeta de Valladolid que todo lo absorbe y la frialdad congeladora de León que todo lo inmoviliza.
Así es Palencia, silenciosa, austera, con campos de colores secos, y pueblos agachados para respetar el horizonte inmenso y plano de Castilla; lugar donde el idioma castellano guarda tonos de música sacra y donde se reza a Dios para que el trigo y el Románico nazcan perfectos.
Sé que ha habido varios toreros dignos de destacar aquí; algunos estuvieron en primera línea como El REGIO, otros se aproximaron como Pedro GIRALDO, pero me voy a permitir identificar asilar y destacar la figura de Marcos DE CELIS, porque él, solo él, y nadie como él, va a poder representar la doble cara de figura de la Tauromaquia y héroe maltrecho por la vida de esta tierra palentina.
Torero de Palencia: Marcos de Celis
Palencia, tierra donde nacer y morir parecen naturales pero crecer solo es posible en dimensiones inventadas: como los místicos de espacio vertical, los revolucionares de propias leyes, los bohemios de vidas funambulistas, los soñadores de pesadillas extravagantes o los genios irredentos. Marcos de Celis fue todo eso, por ello el pueblo le adoró y le adora, y su estrella, tan fugaz como una lágrima de San Lorenzo en una noche de verano, aún se engancha en el cielo de nuestras memorias.
No me es posible contar su vida, no tiene narrativa ni discurso. Villamoronte lo vió nacer y marchar al mismo tiempo por otros campos de correrías novilleriles. Alguien dijo de ti que ya olías a torero a dos manzanas de distancia. A torero y a gloria, pero las líneas nunca se trazan rectas y en los quiebros se perdió demasiadas veces un destino que parecía asegurado. Quiebros de sangre, quiebros de mala suerte, quiebros exigidos a la vida y por la vida para probar tu consistencia. Pero a ese espíritu buscador de riesgos y sueños el cuerpo contrastaba su fragilidad.
En los 30 años que duró tu órbita (1952 Herrera de Pisuerga – 1972 Palencia) pocos juntaron tanta imaginación y tanta valentía. Admirado por el maestro de Ronda en tus lances de capote, no dudabas en emular los ancestrales duelos de Romero y Costillares a la hora de la suerte suprema. ¿para qué necesitabas la muleta? La montera o un simple pañuelo bordado eran suficientes para guiar al toro hacia la muerte.
Sin embargo, algo giraba en torno a ti que te impedía lo apacible y lo exitoso, un fantasma que zancadilleaba tu vida en los momentos más inesperados. Ya fueran cogidas a destiempo cuando, lesiones de larga duración cuando iniciabas tu carrera en América, rechazo a premios que se te concedían (hasta una salida a hombros en Madrid) que juzgabas injusto a tus merecimientos, peleas a bastonazos con un Empresario porque te veías apartado injustamente de acartelamientos ajustados bajo palabra de honor y que te costó la exclusión de las principales Ferias. Eras todo afición, no entendías de deslealtades.
Una extraña quimera de Culpas y Castigos, un desvelo de martirologio muy del estilo de esta Castilla sufriente, un mal entendimiento a tus sabinas oraculares interiores, te llevaron a las profundidades de una mina belga donde pretendías enterrar tu mal fario, o entender los misterios de la vida. ¡dos años de negruras para redimir tus impulsos de goce de la vida!.
Regresaste de ese sacrificio oscuro más torero que nunca y en San Sebastián de los Reyes tuviste una tarde sola y toda tuya donde volviste a despertar la esperanza de antaño. Pero el fantasma volvió esta vez a quebrarte la columna. En Castilla la muerte siempre acecha, ya venga en tranquilos cauces como la susurró Jorge Manrique o se detenga retenida entre pliegues y escorzos dolorosos como la pintaron y esculpieron los Berruguete.
Con todo eso siempre fuiste un náufrago de la vida lanzandor de mensajes en botellas que nunca te remitieron las verdades profundas que te explicaran la existencia. Ni la fidelidad de Luisa Gato puesta a prueba de olvidos permanentes te sirvió de balsa salvavidas. Y otra vez y siempre, la oscuridad de una acogida institucional indignante o el deslizamiento sin fin hacia la nada….
Marcos de Celis: Un recuerdo para tus amnesias
Un hospital Psiquiátrico atiende ese cuerpo que no supo seguir un espíritu de artista genial.
Un busto en los Campos Góticos frente a la plaza de toros de Palencia te vuelve presente por San Antolín.
Y el mejor pasodoble torero jamás creado: “ Marcos de Celis, de Castilla la gloria ..”, que traía aromas de veranos de sol y de verbena, de brotes nacientes y confusos de mis primeros sueños de deseos, que se quedó enganchado en la memoria de mi despertar adolescente.