Es chocante que un lema tan simple tenga tan pocos seguidores.
He leído el artículo que D. Ángel Vivas publica en el diario EL MUNDO, de fecha 30 de agosto de 2016 en su página 37, sección UVE, el artículo bajo el lema LA PIQUER EN EL DIVAN DE FREUD, que por su contenido parecería apuntar a una crítica-ensayo del libro que la catedrática de Literatura española de la Duke University en EE.UU. Stephanie Sieburt ha editado Cátedra bajo el título: “Coplas para sobrevivir, Concha Piquer”.
El libro, y la crítica laudatoria que hace D. Ángel Vivas, mantiene como tesis y copio literalmente “… las canciones (las Coplas de Dña. Concha Piquer) llevaban dentro de sí una importante herramienta de supervivencia para los vencidos en la Guerra Civil. Estos se aferraron a ellas en los años más duros del franquismo, los inmediatamente posteriores a la guerra, marcados por el hambre, la miseria, los fusilamientos y un ambiente generalizado de sospecha , delación y represión.. “.
Les aseguro que he tenido que dejar pasar varios días y hacer varias lecturas del artículo para no reaccionar exclusivamente con interjecciones.
No voy a responder desde el punto de vista psicoanalítico como defensa de una disciplina desde cuyo vértice y en sus dimensiones epistemológica, terapéutica, o sociológica se han podido vislumbrar y comprender aspectos de algunos quehaceres humanos. No lo hago, porque por la lectura de su artículo deduzco que hay mucha distancia entre la realidad de lo psicoanalítico y el uso que hacen Uds. de ello. Yo respeto mucho el Psicoanálisis – independientemente de que lo ejerza – y pienso que una vulgarización del mismo no conduce a otra cosa que a su destrucción. De todas maneras, y a modo de orientación, ya que están hablando de reacciones psicológicas ante experiencias de duelo, les sugiero que lean el trabajo de Freud “Duelo y Melancolía” y casi me atrevo a desafiar a que lo entiendan y puedan aplicarlo con alguna congruencia a los contenidos de La Copla Española.
Prefiero escribir desde otras circunstancias vitales más próximas a Uds. y que espero que acepten;
Primero, soy viejo, y como tal gozo de ese pequeño “plus” de libertad que me permite expresar mis pensamientos sin someterme a modas, ideas ajenas, ideologías o directrices mediáticas de mercado porque las presiones tienen ya poco que quitarme. Podría decir que me permito ser “políticamente incorrecto”, pero no me parece adecuado el término porque estoy fuera y lejos de cualquier parámetro político. A partir de cierta edad, créanme Uds., se tiene más culto a la Verdad que al buen espejo social.
Y segundo, aún conservo memoria de los hechos sin más interpretaciones sesgadas o dirigidas venidas a posteriori, que las que mi percepción, elaboración y juicio me hicieron entender.
Soy hijo de una posguerra reciente, y como tal desarrollé un oído habituado a escuchar “cosas de la guerra” y sus efectos colaterales pasados y presentes. Historias que se adaptaban en su expresión a tan variados continentes narrativos como nanas, cuentos de héroes, rosario de sufrimientos o material de tertulia de los “mayores” (padres, tíos o abuelos).
Sé por ello que hubo una guerra terrible y horrible, y una posguerra encogida de de tristezas, miserias, sufrimientos y dura lucha por la supervivencia. Y sobre ambas, inundándolo todo, un sentimiento de Dolor. Dolor que entraba y salía por las lágrimas de lo perdido, que anidaba en las arrugas de la impotencia y explotaba por los poros del sudor del esfuerzo. Fueron tiempos duros,
Sé también que, como en todas las guerras, hubo vencedores y vencidos. Y que durante un tiempo excesivamente largo, algunos componentes del grupo de los vencedores ratificaba la victoria con ejercicios de poder abusivo, como sé que componentes del grupo de los vencidos iban almacenando resentimiento en los rincones oscuros de su tristeza. Lo sé porque lo escuché, lo viví, leí que eso pasaba en todas las guerras, y al final creo que llegué a entenderlo y a identificarme con todo, no en vano tenía familiares de ambos bandos. La vida llega a darte entendimientos que son algo más que las simplificaciones de buenos y malos.
Y también escuchaba las coplas de mis hermanas, que eran las mismas que había cantado mi madre mucho antes de la Guerra Civil. Coplas que hablaban, y hablan, de amores perdidos o imposibles, coplas de amor, porque el amor nace de la falta y del deseo de gozar en la totalidad con el otro. Añorando una unión que alguna vez despertó sensaciones de trascendencia más allá de uno mismo y que dejan huellas de añoranza o de deseos infinitos, que se buscan y rebuscan en el recuerdo del abrazo de un acto de amor tan fuerte como tierno en el extraño marino de Tatuaje, en la mirada de luna de Ojos verdes, que se reclaman generosas como en “la Bien pagá”, que suplican el retorno de “una Jaula de oro”, o que se espían y se imposibilitan envidiosamente en otra como en “La Zarzamora”, se llora inconsolable como “la Niña de Puerta Oscura”, o se suspira resignada en silencio en “La hija del ganadero” … tantos y tantas versionas de cantos de Amor buscado, perdido o desdichado.
O, si lo prefiere Ud., de forma más ortodoxamente freudiana, probablemente las coplas tengan relación con la expresión del deseo amoroso-sexual de la mujer, luego sancionado en una sociedad y una época particularmente “machistas” represoras de la autonomía femenina, y posteriormente un intento de reparación de esa sanción a través de la Publicación de Coplas de “heroínas castradas” (“La Lirio”, “María de la O”, “La Campanera” ,o “La Parrala” como ejemplos paradigmáticos.)
Así son las coplas, Sra. Sieburth, Sr. Vivas, en sus contenidos tanto literal como emocional. Si se expresan como cantos es porque la música, el compás, el ritmo, la melodía, ayudan a modular sentimientos penosos. Pretender ligar ese canto de dolor de amor ( algo semejante a un misticismo popular) a modos de elaboración de duelo, me parece no solamente falso e ignorante, sino expresión de un sectarismo ideológico-político desvergonzado. Esto que refiere la autora y recalca Ud. cuando dice que “existe una analogía entre el hecho de cantar coplas en los 40 y la exhumación de los cadáveres de las víctimas de Franco en la actualidad”, es como intentar hacer pensar que Freud pudo avanzar una propuesta como esta: La Necrofilia es el reverso (Psicopático) de la sexualidad (Neurótica). ¿les parece grotesco verdad? Pues no es más que una ligera caricatura de su tesis.
En España hubo muchos duelos que elaborar de ambos lados del conflicto. Si es verdad que hubo muchos “sin muerto” en el bando de los vencidos, –particularmente penosos de resolver- , también le aseguro que hubo muchos duelos en el bando de los vencedores (por cierto, también “sin muerto”,) que se elaboraron sin ceremonias de exaltación. Era una época de grandes penurias y carencias en la que la necesidad física de supervivencia y de adaptación escondió sus emociones entre las sábanas de los sueños, y almacenó en sus baúles, como el Concha Piquer sentimientos de amores perdidos pero anhelados.
Por Dios! No minimicen nuestros mitos. Ni los Quintero, León y Quiroga, universales por cierto, eran – como apuntan Uds. – “gente de derechas que estaban entre los vencedores” , ni la gran Intérprete de las mismas como fue Dña. Concha Piquer estaba del lado de los “políticamente dominantes” (su vida fué un ejemplo de libertad, independencia y autonomía sin trabas sociales que quebraran ni su espíritu ni su voluntad); que se hubiera sentido asustada e indignada de saberse psicoterapeuta de dolores de viudas.
La Copla Española es un mundo enormemente rico a conocer desde muy variados ángulos y desde muy diversas profundidades. En los últimos 20 años se han dado grandes pasos para su mantenimiento y divulgación. Se ha hecho mucho y queda mucho por hacer. Hacer un Psicoanálisis aplicado al tema es una puerta abierta ampliamente atractiva y sugerente. Pero me temo que el intento de la Sra. Sieburth no le hace ningún bien a la misma, al contrario le da un sesgo de sectarismo político – tal vez siguiendo la fácil moda actual de reinterpretar la guerra – que la vuelve oscura y malintencionada de un rencor que la copla no tiene.
Como aficionado a la Copla y como Psicoanalista me atrajo el artículo y la reseña del libro. Hoy les aseguro que ya no lo compraré. Sinceramente me he visto insultado en algo tan íntimo y esencialmente español que me voy a permitir expresar dos impertinentes insolencias.
A la Sra. Sierbuth: si necesita todavía elaborar su trauma familiar-trans-generacional del Holocausto, que se busque otro país y otros mitos donde depositarlo.
A Ud., Sr. Vivas, cuando tenga que hacer un ensayo sobre algo que no conoce demasiado bien, vaya primero a los hechos, no a sus interpretaciones. ¡Escuche las Coplas españolas! ..Le harán bien.
Y para ambos, lo dicho al principio del buen mandamiento: No juréis con su “sabio nombre” (llámese Freud o el Psicoanálisis) en vano.
Rodríguez Melón
Psiquiatra-Psicoanalista.
Lucas de Tuy, 2 – 1º F.-
24002.- León.-
Septiembre de 2016