Estamos ante un hito. Parada y fonda. Aquí, con esta figura delante, tenemos que tratar las cosas de Ud., y hablar con el mayor respeto posible de este hombre, tan corto de talla como largo en virtudes, que representa el toreo más cabal, más ortodoxo, más hondo y con más verdad que se ha visto en los ruedos españoles de los últimos 15 años.
¿Su aparición es producto del entorno? ¿Es la mezcla lógica del deseo y de la voluntad cuando caminan de la mano? ¿Es un misterio que se asoma casi a lo religioso? Su vida está llena de “hechos” a los que una interpretación sugestiva nos puede asomar al precipicio del conocimiento.
Viene al mundo en la localidad riojana de Arnedo, auténtico Sagrario que conserva, protege y examina anualmente las promociones novilleriles, les da el visto bueno pertinente y augura futuros tauromáquicos.
En su época de niño, cuando la noche suele llenar de fantasmas los sueños, su cabeza ya la llenan deseos y esperanzas de ser profeta en su tierra. La adolescencia tan habitualmente rebelde o indolente, a él le vine viene cambiada y exigente por el compromiso de una Presentación Pública en el Templo, ante la ocasión de matar su primera becerra para “el tribunal” del Club Taurino de su localidad en el veinticinco aniversario de la fundación de éste. El niño ha dado su lección, que suena a lección magistral. La lección de su primer nombre de pelea “Diego de Arnedo” que como un nuevo caballero andante habrá de recorrer un camino largo y variado para adornarse de perfección y experiencia que completan su saber innato. Con este bagaje conseguirá en su “ínsula” el Zapato de Oro que le reconoce a nivel nacional su valía de torero y placeará su estilo y su forma de hacer a través del laberíntico peregrinaje de los carteles de novilleros.
Los que han tenido la oportunidad de verle en este periodo han guardado en su memoria el recuerdo y el deseo de repetir que tienen los buenos caldos de su tierra. A su buen toreo clásico, Diego de Arnedo añade su carácter, el de su tierra riojana, ahí donde se mezclan la sobriedad y solidez castellana, el tesón aragonés y la naturaleza abundante de la huerta navarra; tierra asentada en una Historia lejana y propia que la envuelve y la extiende más allá de los límites geográficos que han dictaminado los políticos. Su estilo y su carácter le han creado ya un nombre propio y una valía de apuesta torera en esos territorios de la antigua Aquitania y hoy moderno oasis taurino del territorio francés.
En Dax, y para honrar los 20 años de alternativo de otro dios revolucionario del quietismo que fue Paco Ojeda, recibe la alternativa. Allí se re-encuentra con su nombre Diego Urdiales y saborea los primeros triunfos en Alfaro y en la inmediata feria de Logroño que le declara triunfador como despedida a su antigua Plaza. Su rumbo va marcado por su presencia en efemérides. Estamos en Septiembre de 1999, ahí se cierra el ciclo de su paso por la novillería y de éxitos relevantes.
Hasta ese momento, siglo XX, solo se le ha confirmado como testigo honorable de acontecimientos de su tierra. Logroño va a despedir su antigua plaza de toros “La Manzanera” con su triunfo, y la va a recibir también con la primera oreja cortada en su nuevo coso de “La Ribera”, el primer toro indultado en esta plaza nada menos que a un “Victorino”, como también se hace necesaria su presencia a hombros en la inauguración del nuevo ruedo de Arnedo; El Arena Arnedo” para seguir probando examinandos.
Parece el cumplimiento de la profecía que le auguraba ser el nuevo Sumo Sacerdote que presidirá a ortodoxia del rito de la Tauromaquia. El nuevo siglo XXI le espera para ello.
Pero como a los buenos profetas, lo mismo que a los gitanos, lo les salen bien las coas desde el principio, ni se les facilita este advenimiento. Tal vez la verdad encuentra demasiadas resistencias frente a las banalidades o el ritual del espectáculo fácil, y le hacen perder presencias públicas y triunfos que se trasformen en demandas imparables de la afición. Quien quiera verle, quien quiera ver la base del toreo de siempre ha de viajar a Logroño y alrededores en sus ferias locales. Curiosa paradoja, si quieres saber cómo es el lenguaje castellano, has de emigrar a su fuente de origen en San Millán de la Cogolla y leer a Gonzalo de Berceo.
La necesidad de ganarse la vida le hace retornar al oficio y negocio familiar de la pintura que alterna con corridas esporádicas. Así, pegado a la brocha y a la escalera oye la llamada de Madrid en Mayo de 2008 para completar un cartel de San Isidro de esas divisas “poco recomendables” por su característica de “corrida dura”. La TV lo ve y lo enseña, y todo este “planeta de los toros” despierta de su somnolencia para re-descubrir la existencia de un TOREO de mayúsculas, que a la verdad de la Esencia de la Técnica, toreo hondo, largo, templado, de suerte cargada, viaje completo y remate final atrás sobre su cadera, se añade la Verdad del Sentimiento de la Humildad. Es el toreo Cabal, toreo de respeto al toro al que deja ver en la distancia para los cánones de la ortodoxia, toreo antoñetista que parecía olvidado. Toreo de Gratitud para la Tauromaquia, para los toreros antiguos y modernos, para la historia. Toreo profundo, eterno, de Gratitud para la historia y para los toreros viejos ue la han escrito. Toreo para la mitología del hombre en esa re-encarnación del niño David, de gesto impasible, de pequeña estatura y aspecto frágil, expuesto ante la violencia bruta de la incertidumbre a la que intenta dominar en un ejercicio que trasciende al otro. Esa es la ESENCIA Y LA VERDAD de la CULTURA, esa es LA ESENCIA DEL TOREO.
Diego URDIALES