Así tenía que ser. Como siempre fuiste, pura acción sin pararte a pensar si al final de la lucha estaba la Vida o la Muerte. Melena al viento y corazón por delante. Tu imagen cayó del lado de la Tauromaquia como podía haber caído del lado de aventureros intrépidos. Porque con ese sino naciste, con el de luchar contra todo lo que podía hacer de tu existencia un anónimo gris olvidado. Luchar contra todos por no ser segundo, por eso fuiste tantas veces el primero.
¡Cuántas tardes retaste así a la muerte! Cara a cara. Por derecho. Sin alivios. Con ausencia de esa cruz protectora que conjurara el peligro dándole salida por las afueras. Cuántos negros agostos y septiembre os encontrasteis la muerte y tú desnudos en la arena del circo fatídico. Ella afilando su mordedura certera, tú acerando un arrojo de hombre que mellaba sus dientes.
La muerte espera agazapada. No olvida, es vieja rencorosa y resentida. Te dejaba pasar los tiernos soles iniciales de primavera para esperarte cansado y confiado en los siniestros calores de finales de temporada. Eran aquellos septiembres negros de las suertes supremas con sangre de hule en los que tantas veces te tuvo bajo sus garras; pero tú torero de casta, torero de toro, te venías hacia arriba escupiendo sus mordeduras con tus entrañas. En la arena de los valientes tú siempre le hiciste doblar la rodilla.
Hasta que Ella, la Muerte, dejó su traje salvaje para venir disfrazada en tecnología verde escondida en un engaño de anuncio salvador. Ya estabas fuera del juego toro-torero en el que sabías ventajas. Se cambiaron los papeles. El juego se hizo con anestesia siniestra, sin lucha. Cayó el Rata. El Gato Negro cumplió una vez más su rito supersticioso.
Hay un duelo blanco en las plazas. Tu herencia la llevarán los vientos insuflando soplos de valentía en los toreros de hoy y de siempre. Y tal vez tu pelo rebelde se inserte en la mente de jóvenes inconformistas para ayudarles a romper normas de sometimiento.
Tu herencia será tu bandera, ese vestido blanco y plata, que es el vestido de los huérfanos de poderes establecidos. De huérfanos renegadores de compasión y buscadores de peleas que impidan sepulturas de obediencia. De huérfanos paridos por sí mismos para no estar en deudas con el destino. De huérfano de historia, que repudian orígenes, castas o deudas de lugares míticos. De huérfanos libes. Tú quisiste ser tú, el que desde su escondite rutinario aparentemente tranquilo – paterno y zapateril- espiaba a la vida hasta encontrar una oportunidad que le permitiera saltar sobre ella y recrearla. Huérfano de amigos y solo compañero de causas reivindicativas.
Sólo, siempre solo, pero siempre Tú.
Adiós Sebastián, la historia de la Vida y de la Tauromaquia te nombrarán mito de logros imposibles. Dos Monumentales deberán colgar crespones con rabos arrancados a sangre. Hombre y torero que fueron de la Nada al Todo, y del Todo a por Más. Fuera y lejos del círculo de la Ambición o de la Fama, solo movido desde el goce del fragor de la batalla contra el otro que se cree fuerte. Lucha de clases con peleas a sangre, sangre de gallo de pelea, sangre de toro, sangre de Palomo Linares.
León 26 de abril de 2017