UNA EXPERIENCIA CON ENFERMOS ALCOHOLICOS
- Viñeta Clínica –
I.- Introducción
II.- Descripción de la Experiencia
III.- Hipótesis explicativas
IV.- Consideraciones finales.
XIII Jornadas Autonómicas de Socidrogalcohol de Castilla-León
SEGOVIA.- Septiembre de 2001
Rodríguez Melón
LEON
Introducción
Este trabajo que hoy presento en forma de Comunicación es una ampliación de comentarios que he efectuado en discusiones a alguna Ponencia o Mesa Redonda de otras reuniones. Es por eso que me siento en la necesidad de explicar el por qué de esa forma distinta de presentarlo.
Creo que esa transformación de comentario a Comunicación, comenzó a pensarse hace aproximadamente 1 año con ocasión de las XII Jornadas Autonómicas de Socidrogalcohol de Castilla-León celebradas en el Monasterio de Santa Ana de Ávila. Allí, confluyeron un conjunto de factores desencadenantes que se complementaron, que fueron determinantes en esta realización, y que me siento en la obligación de consignar.
1º.- Un sentimiento de gratitud hacia la Dra. Mª Ángeles Ortega por el recuerdo que tuvo hacia aquellos de nosotros que iniciamos en esta Autonomía el acercamiento al problema del Alcoholismo y a la organización de aquellas primeras pequeñas jornadas Autonómicas y Nacionales sobre el tema. De esto hace ya unos 30 años (eran los primeros años de la década de los 70). Felicito su memoria, y agradezco en mi nombre a todos los que entonces a nivel personal y sin ningún respaldo institucional sanitario comenzamos a trabajar en este campo.
2º.- El haber escuchado en algunas comunicaciones de esas jornadas conceptos psicoanalíticos profundos de tipo kleiniano o bioniano que me hicieron pensar en la existencia de un adecuado Continente sobre la forma en la que yo quería presentar este trabajo. Pienso por otra parte, que solo desde la perspectiva de este tipo de modelos podemos entender y abordar psicoanalíticamente al enfermo alcohólico y al adicto en general, tanto a nivel individual como de grupo.
3º.- Reconocer que a pesar del tiempo pasado, alrededor de 30 años, nuestras condiciones de trabajo tal vez no hayan variado demasiado.
En aquel tiempo nuestros recursos eran particularmente deficitarios en relación con la demanda pública, y además en la mayoría de los casos nos sentíamos invadidos o impregnados por los conceptos de asistencia, la filosofía y los valores de aquellas instituciones más o menos filantrópicas que acompañaban o que colaboraban con nuestra actividad y que con frecuencia chocaban con nuestros criterios de cura, de selección y de enfoque de los casos.
En las últimas Jornadas percibí dos hechos cuya significación no me proporcionó un estado de ánimo más optimista respecto a las condiciones en las que se sigue trabajando en el campo de las adicciones.
Voy a pedirles el esfuerzo de tratar de reconstruir la situación del pasado año e invitarles a un juego de significados de la misma. Tendremos que partir de la base de intentar colocarnos en una disposición de “acto de fe” – como dice Bion – para permitir que algo nuevo pueda ser interiorizado en nuestro aparato psíquico. Empezaremos por deducir que lo que rodea el funcionamiento de estas Jornadas, y los acontecimientos que ocurren en ella, revelan a quien representan: la Organización Pública que asume la responsabilidad del tratamiento del problema de las Adicciones en el territorio correspondiente (en este caso en la autonomía de Castilla-León).
Aquí vamos a referirnos solamente a dos detalles, que posiblemente pasaron casi desapercibidos con esa “buena apariencia de ingenuidad” con la que se enmascaran las revelaciones del inconsciente y que a mí me parecieron particularmente relevantes o significativos de las características funcionales de esta Organización.
Uno de ellos fue el Marco de la Celebración de las Jornadas y el otro, el “acting” ocurrido durante la conferencia extraordinaria de la Dra. Ortega.
– El Marco Físico de celebración de las Jornadas estaba constituido por una amplia y hermosa capilla del Monasterio de Santa Ana, que había sido despojada de la imaginería religiosa pero no de la majestuosidad del decorado. Allí estábamos rodeados de púlpitos, angelotes, columnas doradas y bóvedas celestes. Envueltos y sostenidos, tal vez la palabra sería engolfados, por el marco de Omnipotencia en el que se han realizado los ritos religiosos. El concepto latente de la existencia de dioses no estaba lejos. Difícilmente podríamos diseñar mejor un Grupo particularmente significativo de un S. Básico de Dependencia que nos empujaba a identificarnos en esa dinámica. Parecería que nos juntábamos más para perpetuar este funcionamiento psíquico que para elaborar y discutir unos contenidos científicos.
Tal vez éste era un problema Central: ¿qué hacer con la Omnipotencia? Porque pienso que ella rodea en este trabajo como nos rodeaba y presionaba en aquellos comienzos. Omnipotencia desde la Administración que espera soluciones totales y rápidas, Omnipotencia también desde la parte del paciente que espera o bien algo mágico que sustituya a la droga, o bien algo mágico que perpetúe la negación del daño, y Omnipotencia probablemente desde la parte médica que nos lleva a idealizar nuestro quehacer reparador invadiendo o dando entrada a veces a actuaciones o a estructuras de intervención con escasa base sanitaria.
En este sentido tengo que decir que la política actual y generalizada del concepto de “Reducción de daños” , al mismo tiempo que se adapta mejor a una realidad clínica podía ser un primer paso útil y eficaz contra la invitación a esa Omnipotencia que continúa tan seductora como antes.
– Durante la Conferencia extraordinaria de la Dra. Mª Angeles Ortega sufrimos la intrusión brusca y violenta de una Representación de los Poderes Públicos, era la Alcaldía de la Ciudad, que con una presencia breve y testimonial dejó su huella participativa sobre las Jornadas. Allí nos vimos obligados, conferenciante incluida, a una interrupción de la exposición de un discurso; al sometimiento a los horarios, a la ley y al poder del más fuerte. Nos volvió a mostrar nuestra indefensión frente a sus pautas. Y nos puso en evidencia que tendremos que sobrevivir a base de una adaptación a sus criterios. Con seguridad más políticos que científicos, probablemente más obsesivos que creativos, y más destinados a calmar la ansiedad del establishment de la Administración que la de responder con nuestros recursos reales a la demanda de la población adicta.
Hoy todavía, 30 años después, tal vez tengamos la misma dificultad a la hora de realizar nuestra asistencia de diferenciar una perspectiva médica de una perspectiva política en el mundo de las adicciones, y nuestro trabajo siga encontrando el mismo tipo de limitaciones e interferencias.
——————-
Descripción de la Experiencia
Lo que deseo exponer hoy aquí, es el recuerdo de unos hechos clínica y psicopatológicamente significativos que ocurrieron en el marco de un Proceso de Psicoterapia de Grupo para enfermos alcohólicos, y que pienso que van ligados a las características del grupo, a su propia evolución, y probablemente a un déficit de la Técnica o del Modelo que seguíamos entonces en nuestras Intervenciones interpretativas.
Aunque se trate de hechos que podríamos ubicar en el pasado, los interrogantes que despiertan y las posibles aplicaciones que puedan derivarse de su conocimiento me parecen más aplicables al presente y al futuro. Sobre su significación solo puedo ofrecer hipótesis o conjeturas imaginativas, pero espero que alguien, si se encuentra con situaciones semejantes, pueda aplicarlas tanto para ratificar hasta qué punto se aproximan a la realidad psíquica, como para ampliar el conocimiento de la práctica de la Psicoterapia de Grupo.
Intentaré describir los hechos desde la perspectiva de una viñeta clínica para facilitar una imagen conocida y común.
Se trata de un Macrogrupo Abierto de enfermos alcohólicos, de alrededor de 40 pacientes, que nos reunimos una vez por semana durante 90 minutos con un objetivo psicoterápico, en la sede de una Asociación de Alcohólicos Rehabilitados. Somos dos psicoterapeutas. El Grupo lleva en evolución varios años. Los resultados obtenidos, siguiendo las parámetros de Abstinencia alcohólica y reintegración al Grupo Familiar, Social y Laboral, son altamente positivos. En los últimos 2-3 años, el Grupo ha efectuado un trabajo intenso y creativo en la aplicación de una Técnica nueva y ha logrado muy buenos niveles de desarrollo psíquico. Ahora, se encuentra en un momento de cierta relajación y funcionamiento rutinario que alcanza al Equipo terapéutico; yo diría que se ha tomado interiormente un pequeño descanso respecto al periodo anterior. El que esté familiarizado con los mitos de Bion podrá identificar esta situación con el Mito de la muerte de Palinuro.
Las sesiones se realizan en una habitación de forma Trapezoidal y las sillas, dispuestas siguiendo las líneas de las paredes, han configurado una estructura formal del Grupo también en un cuadrado irregular.
En la pared A (ver figura 1), se coloca el equipo terapéutico. Está rodeado de un Subgrupo de pacientes que han hecho un proceso de Identificación adhesiva a nosotros. En general, o bien permanecen pasivos manteniendo una relación parasitaria y de idealización de los terapeutas, o actúan imitándonos o tratando de defendernos de los ataques hostiles del Grupo.
Si consideramos que el grupo, lo mismo que el aparato psíquico esta configurado por la existencia en interacción de varios objetos internos, de varias “partes” , ésta podría ser la representación de la parte no nacida del Grupo.
En la pared B, sobre la que se han colocado varias hileras de sillas, se forma otro subgrupo que habitualmente está ocupado por los miembros más “activos”. Son los que traen problemas: conflictos, recaídas, aportan ansiedades y demandan soluciones. (parece la parte neurótica del Grupo).
Sobre la pared C, como era de suponer se coloca la “oposición”. Aquellos pacientes que habitualmente están más alejados de lo que podría considerarse tarea u objetivo del Grupo. Aquí se colocan los recaídos, los más regresivos, los depositarios de la transferencia hostil, y cuyas formas de pensar y de actuar están próximos al funcionamiento de la PS. (Podríamos decir que ese subgrupo forma la parte más Psicótica del Grupo).
Por último en la pared D, que ha ido disminuyendo de grosor respecto al número de filas y de miembros hasta quedar reducida a 1 o 2 hileras, está habitualmente ocupada por aquellos pacientes que realmente sirven de “modelos de identificación” al Grupo. Son los mejor rehabilitados, adaptados social y laboralmente, son los que mantienen de forma más definida y continuada la abstinencia, y no muestran generalmente ningún tipo de conflicto frente al desarrollo de la vida. (Formarían la parte más “adaptada” del Grupo). En cada sesión, cuando el Grupo se forma y se cierra, los pacientes de este Subgrupo taponan con sus espaldas las dos puertas de salida que tiene la sala, que ya no se abre hasta que finaliza la sesión creando así una especie de claustro cerrado.
Los hechos que ocurrieron y que quiero resaltar aquí, es que en un período relativamente corto de tiempo para la evolución de un Grupo (de 1 a 2 años), el Subgrupo de pacientes de la pared D, sufrieron en una gran mayoría muertes o enfermedades encasillables en las Enfermedades Psicosomáticas Graves (dentro del grupo de las Chicago-7: alteraciones cardio-vasculares, hipertensión, ulcus, neurodermatitis diversas y tumores cancerosos), permaneciendo solo libres de estas afecciones aquellos que presentaban claramente una estructura Esquizoide de la personalidad. También quiero señalar como detalle curioso que un caso de enfermedad grave, cáncer, que luego tuvo una evolución favorable hizo rápidamente un cambio de ubicación pasado de la pared D a la pared C. Los que padecieron ese mismo proceso y no cambiaron de lugar tuvieron una evolución desafortunada.
Esta experiencia la conecté:
– con las “anécdotas” que me manifestaban otros colegas en el sentido de haberse encontrado en las sesiones de Psicoterapia con “accidentes somáticos agudos” como crisis de Porfiria, crisis cardíacas, etc.
– con la aparición, también dentro de la sesión, de numerosos incidentes graves, auténticos “actings in”, que habría que entenderlas como conductas no simbólicas y que sobrellevaban una enorme carga de ansiedad (embriagueces, peleas, huídas, etc.),
– y también con fenómenos somáticos Contratransferenciales sufridos por algunos psicoterapeutas.
No creo que podamos sustraernos a la tentación de buscar una explicación a estos hechos. Por ahora solo podré emitir algunas hipótesis efectuadas a posteriori, ya que los hechos solo tuvieron para mí una conjunción constante bastante tardíamente. En ese momento mi reacción (que habría que incluir en este análisis como una “actuación” secundaria a una Contraidentificación contra la sobre-estimulación que pensé que el Grupo sufría) fué la de retomar una posición más activa en él, cambiarlo rápidamente hacia un grupo cerrado y elaborar una fase final que concluyó clínicamente de forma aceptable. Solamente 5 de aquellos 40 pacientes, necesitaron retomar otro proceso de Psicoterapia para completar su rehabilitación.
Quiero aclarar también que la descripción de esta experiencia no va a gozar de la minuciosidad habitual (nº exacto de casos, estadística, tempos, etc..) con la que se suele presentar este tipo de material. Por un lado vuelvo a repetir que se trata de hechos que ocurrieron en un pasado y del que no tomé conciencia clara hasta pasados varios años después y por lo tanto posible de deformar si intento una reconstrucción más detallada, que además éste no es un trabajo especialmente clínico, y que pienso que no es necesaria esa precisión a los intereses particulares de este trabajo: pensar sobre contingencias que pueden ocurrir en una Psicoterapia de Grupo
Hipótesis explicativas
Evidentemente podemos hacer varias, según los modelos teóricos que utilicemos o las perspectivas desde las que enfoquemos el problema. Y es bien seguro que no podré dar respuestas tan saturadas que impidan la aparición de nuevas conjeturas.
Lo útil aquí sería que cualquiera de ellas sean utilizadas en momentos semejantes en un Grupo y ver en qué medida pueden crear un cambio que impida estas desafortunadas evoluciones.
En principio descarto aquellas hipótesis que tengan como explicación una base exclusiva o predominantemente somática. Por ahora creo que no necesito de esas posibilidades, o al menos quiero agotar los supuestos de base psicodinámica a este fenómeno.
a) Estos pacientes (subgrupo D), por sus características, serían portadores de una personalidad de tipo “Sobreadaptado” o “Normópata”, (en la nomenclatura de Joyce Mc Dougall), particularmente vulnerables a los trastornos Psicosomáticos por la dificultad que tienen de simbolizar sus experiencias emocionales, que evacúan y proyectan en el soma sobrecargando a éste y convirtiendo en funcionamientos fisiológicos lo que debería de haber sufrido una evolución hacia representaciones psíquicas. (para el modelo de Bion, serían elementos Beta que no pudieron ser transformados por una función Alfa y devenir en materia útil para formar pensamientos).
Esta hipótesis estaría avalada por un hallazgo que yo había efectuado en mis primeros tiempos de abordaje al problema de los enfermos alcohólicos. Cuando pasaba la batería del Test de Rorschach a estos pacientes, me sorprendía que todos, ante fenómenos de shock al gris en alguna de sus láminas, tenían casi siempre la misma respuesta. Decían: – “Esto es esto”, y señalaban una parte de su cuerpo generalmente la zona tóraco-abdominal. La respuesta era casi tan universal que llegué a pensar en tomarla como un signo patognomónico. Fuera de esta valoración, lo que creo que mostraba este tipo de respuesta era la incapacidad del enfermo alcohólico de simbolizar, de verbalizar un impacto a un foco angustioso, así como su inmediata derivación hacia el cuerpo, convirtiendo la ansiedad psíquica en una molestia orgánica persecutoria frente a la que no tenían otra opción que la de neutralizarla a través de la anestesia que produce el alcohol.
b) Los pacientes D, realmente representaban un obstáculo, y no eran líderes adecuados, a una actuación secundaria a un Supuesto Básico de Lucha-Fuga latente en el Grupo que funcionaba predominantemente en el SB de Dependencia. Recordemos que estos pacientes “taponaban” la salida del claustro cerrado en el que se había convertido la sala.
El enfermo alcohólico tiene no solo un menor nivel de tolerancia a la frustración sino también una fuerte tendencia a enfrentarse a la ansiedad a base de evadirla y colocarla fuera de su Yo, aunque sea en otra parte de la personalidad como es su cuerpo. En el grupo nos encontraríamos con este funcionamiento intrapsíquico convertido en una dramatización interpersonal o intersubgrupos en el que se evacúa hacia una parte (subgrupo D), la ansiedad generada en otras partes del Grupo. Esta necesidad de evacuación (ataque o huída) de la ansiedad, necesitaría de un funcionamiento del Grupo en S. Básico de Fuga que sin embargo ha de permanecer silente y obturado por el resto de la personalidad que con una Valencia mayor hacia funcionamientos en S. B. de Dependencia organiza el Grupo con éste último Supuesto como predominante.
Esta necesidad de evacuación de la ansiedad, lleva al grupo a colocar en esos líderes (modelos con los que se quiere identificar) estas demandas y estas ansiedades que les sobrecargan y a los que por otro lado ataca porque no sirven a sus fines evasivos.
Esta hipótesis vendría a confirmar además la idea bioniana de la existencia de un Sistema Protomental que, movilizado por los S. Básicos latentes en un Grupo, se manifiesta en forma de enfermedades psicosomáticas.
c).- Estamos, no nos olvidemos, ante pacientes de un alto monto de impulsos asesinos. Recordemos la frecuencia de los acontecimientos violentos ligados a los problemas alcohólicos (agresiones, homicidios, suicidios, etc.). Parecería como si esa parte destructiva y asesina habitualmente reprimida, escindida o proyectada en la Sociedad, terminara actuando como pulsión que encuentra su objetivo en una parte del Grupo.
d).- Con esta misma dinámica podemos sustituir los impulsos agresivos por los aspectos más deprimidos y melancólicos de los pacientes alcohólicos, generalmente cargados de Culpa Persecutoria, y entender que estos aspectos también van a ser proyectados sobre una parte del Grupo, el Subgrupo D, que sobrecargado de ansiedad y sobrepasados sus recursos psíquicos de elaboración, hace una quiebra somática con las consecuencias tan funestas que he descrito.
e) Sabemos de la existencia de puntos particularmente frágiles en la estructura de un Grupo, particularmente cuando por su tamaño o por su forma no puede estructurarse en un círculo más o menos perfecto. En esos puntos los pacientes que ahí se ubican van a ser siempre los más sobrecargados de la ansiedad grupal y los que con más facilidad hacen quiebras psíquicas o somáticas.
Cabría preguntarse si este fenómeno es algo inherente y secundario a la estructura de un Grupo, o el grupo se estructura para dejar una parte débil que reciba esos impactos más destructivos.
En nuestra experiencia tenemos que consignar que el Grupo se fué estructurando de esa manera, “adelgazando” uno de los lados y formando el resto una especie de arco o semicírculo, que al final se convirtió trágicamente en un “marco idóneo para realizar la tarea de un pelotón de fusilamiento”. Y que esta estructuración se inició a raíz del abandono de un modelo técnico que el propio grupo había creado.
f) Anteriormente a este hecho clínico el Grupo había creado un objeto, en el que se proyectaba su imagen corporal y la transformación evolutiva de ésta (1). Dicho en otros términos, había un objeto fuera del grupo, que recibía todos los impulsos hostiles y destructivos y sobre el que posteriormente se hacían trabajos de reparación.
Este objeto, que ejerció las funciones de auténtico Continente preservó al resto del Grupo de las vicisitudes de elaboración dentro de su Self de una gran parte de las ansiedades tanto depresivas como paranoides. Su pérdida o abandono por creer que su función se había agotado inició la experiencia que hemos descrito. Esto nos lleva a pensar en la necesidad para un Grupo terapéutico de un modelo técnico que imponga la Existencia de un Objeto fuera de él (nos referimos a una distancia psicológica no física), que sirva para contener toda la Transferencia Hostil, o bien que pueda generalizarla y diluirla en la totalidad de los miembros para que pueda ser elaborada. Esta va a ser una de las funciones centrales del Terapeuta de Grupos.
Evidentemente estas conjeturas no abarcan todas las posibilidades hipotéticas que podríamos hacer ante esta situación. Lo importante en mi opinión es la posibilidad de pensar sobre estos hechos que nos podemos encontrar en nuestro trabajo de Psicoterapia grupal, y ver si estas conjeturas, convertidas en intervenciones interpretativas pueden hacer una aproximación a la realidad del inconsciente grupal y ayudar a transformar en pensamiento lo que indefectiblemente va a terminar en acción.
Nuestro propósito no era tanto buscar una explicación posible que aliviase un cierto sentimiento de culpa que sería ilógico no tener, sino traer aquí esta experiencia a otros aparatos de pensar a la búsqueda de una ampliación de nuestros conocimientos sobre grupos, del enfermo alcohólico y de la técnica psicoterápica.
—————
(1) Ver nuestro trabajo anterior sobre el tema: Introducción de la imagen de un muñeco en las sesiones de Psicoterapia de Grupo”.
Consideraciones finales
Nuestro deseo no es llegar a unas conclusiones, sino por el contrario dejar abierta una serie de expectativas que a nosotros particularmente nos inquietan. Estos interrogantes se nos plantean por un lado respecto al enfermo alcohólico y por otro en relación a la Psicoterapia de Grupo.
Esta experiencia se hizo solamente sobre pacientes alcohólicos y no sabemos si puede extenderse sobre otros enfermos adictos, y en el tiempo en el que se realizó el modelo teórico que sustentaba nuestra técnica era una combinación de las ideas de Foulkes y de la teoría del Conflicto Focal de Liebermann-Wictacker.
I.- En relación al enfermo alcohólico me llamó la atención a lo largo de los años que trabajé con ellos, la severidad de su psicopatología. Por debajo de la definición y clasificación que podríamos hacer de cualquier bebedor según la modalidad de ingesta, o según la manifestación clínica a que diera lugar la intoxicación, e independientemente de la estructura de la personalidad subyacente, lo que encontramos de común fueron dos rasgos característicos:
a).- la dificultad o la deficiencia que tenían en su capacidad de simbolización que les conducía inexorablemente a evadir la ansiedad a través de conductas motoras o de padecimientos somáticos, muy lejos de nuestra expectativa de encontrar conflictos psíquicos más o menos neuróticos que nos ayudasen a explicar su conducta alcohólica.
Consecuentemente a ello, en el paciente alcohólico vamos a observar la utilización de defensas muy primarias como la negación, favorecida por el ataque al sistema perceptivo que produce la droga alcohol, la escisión, la identificación proyectiva y sobretodo el uso masivo de defensas maníacas que encubren su parte destructiva.
La consecuencia era encontrarnos ante un Yo enormemente frágil y con muy escasa capacidad de tolerancia a la frustración que le convertía a nivel dinámico en un paciente más próximo al círculo psicótico.
b).- que esta patología es difícil de observar a nivel individual, e imposible si la atención terapéutica está centrada en el logro de una respuesta de abstinencia o en la reincorporación a los roles sociales. Los pacientes alcohólicos con mucha facilidad adoptaban un Seudoself adaptativo que les permitía una huida hacia la ilusión de un estado de salud.
Y que era solamente en el marco de un Grupo, y a través de una estancia prolongada en él como se ponían de manifiesto estos aspectos tan patológicos.
II.- En relación a la Psicoterapia de Grupo, que consideramos como el marco más adecuado para intentar poner en marcha un proceso terapéutico que implique un cambio real hacia el desarrollo psíquico, creo que desde esta experiencia tenemos derecho a plantearnos muchas cuestiones.
- a) .- ¿es peligroso para el enfermo alcohólico la estancia prolongada en un Grupo terapéutico?, o ¿es peligroso intentar ir más allá de ciertos cambios adaptativos o de cambiar la respuesta a la ingesta de alcohol?, o ¿los pacientes de esta experiencia enfermaron o fallecieron por la Psicoterapia de Grupo?. Son diversas formas de plantearse la misma pregunta.
Tendríamos que pensar en la respuesta. Mi opinión es que un tiempo largo en un macrogrupo, evidentemente favorece la disolución de las organizaciones neuróticas superficiales y adaptativas que tienen estos pacientes y pone en evidencia otro tipo de patología más arcaica. Hay que estar preparado tanto personal como técnicamente para el abordaje de esta parte de la personalidad, y no todos los modelos de técnica psicoterápica pueden hacerse cargo de estos niveles de ansiedad. Quiero hacer aquí una llamada a la frivolidad con la que los grupos se dejan en manos de monitores o personal no demasiado experto en esta patología.
b).- ¿Hay lugares o sitios de riesgo de enfermedad en un Grupo?. La experiencia nos dice que sí cuando éste no puede adquirir la estructura de un círculo más o menos perfecto. En aquellos grupos que han de adoptar una forma en Espiral o en U sabemos que siempre los pacientes que se ubican en alguno de los extremos van a ser los más proclives a manifestaciones patológicas.
La experiencia que acabamos de describir nos invita a pensar que el Grupo tiene una necesidad de externalizar, de expulsar fuera de sí, de lo que considera sus límites psíquicos, un monto de ansiedad que sigue vías asimbólicas de expresión. Esta necesidad grupal obliga al terapeuta a estar ubicado “fuera” del Grupo para poder recibir estas extravasaciones, suponiendo que él pueda funcionar con una adecuada capacidad de Rêverie, es decir, de recibir, transformar y devolver estas ansiedades de forma más benigna y tolerable al Grupo. De no ser así, y si además no emergen líderes en el grupo cuya misión sea sacar “fuera” esa ansiedad (probablemente bajo la forma de actuaciones en el mundo de la realidad externa de alguno de sus miembros que traducen fácilmente estas tensiones grupales), el Grupo se ve abocado a colocar en ciertas posiciones – generalmente distales de los lugares donde se muestran los conflictos – zonas de contenidos destructivos y destruidos de graves consecuencias para los ocupantes de esos lugares.
c) La enfermedad o la muerte ¿es el precio que tienen que pagar por la salud obtenida?. Este hecho nos sorprende en muchas ocasiones en nuestro trabajo individual. A veces, solo a veces, y de forma particular podemos hacer una hipótesis. Aquí se nos ocurre pensar que nos encontramos ante un tipo de personalidad con un sentimiento de Culpa tan persecutorio y Poderoso que probablemente en muchas ocasiones no es modificable por vía terapéutica y que termina destruyendo físicamente al paciente cuando hemos logrado apuntalar unas aceptables defensas en su contraparte psicológica.
d) Lo que nos parece evidente es que dentro del marco de la Psicoterapia de Grupo para enfermos alcohólicos los núcleos patológicos más importantes se manifiestan más allá de las palabras o del discurso verbal que pueda presentar tanto el individuo como el Grupo. Si queremos ver algo y descubrir algo desconocido en ellos tenemos que ir más allá de las palabras; ir a intentar percibir lo que no se dice por el lenguaje y que a veces puede expresarse por los cambios de estructura del Grupo o por utilizar el cuerpo como vía de comunicación.
En esta dirección, todas las observaciones sobre las conductas del grupo, la estructura, lo preverbal y sobretodo nuestra Contratransferencia nos va a conducir a zonas más próximas a esa ansiedad que puede devenir en catástrofe psíquica o somática. Nos va a ayudar a convertir en pensamiento esas emociones que no pueden acceder a él directamente. Nos va a permitir convertirnos en ese otro aparato psíquico que el paciente alcohólico necesita para Pensar lo que hasta esos momentos era No Pensable.
Psicoterapias centradas en el síntoma o en logros de reconquistas de habilidades o de roles sociales nos mantienen en la oscuridad de nuestra búsqueda.
Creo sinceramente que la Psicoterapia de Grupo es una técnica excesivamente joven y nueva de la que sabemos muy poco, a la que hay que aportar mucho, y de la que tenemos que aprender de experiencias tan frustrantes como la que he intentado traer ante Vds.
——————————-
León.- Segovia.- Septiembre 2001