Me niego a llamarle “Paquirri”. Ese nombre es ya historia del toreo unipersonal e intransferible por mucha proximidad que le haya tocado.
Bien, dice que se va. Que su desfile por las pasarelas taurinas lo da por finiquitado y nos ofrece un último pase en plazas de alta costura. No se cierra las puertas a plazas de Segunda ni a localismos provincianos donde aún puede despertar expectación. Los señoritos andaluces son así, les gusta envejecer y pavonearse entre aplausos de sus territorios.
Creo que su historia ha sido la búsqueda de sí mismo y la de descubrir por qué había venido a un mundo tan mítico para él como es el mundo del toro. No sabremos nunca si se respondió. A los que le vimos nos recordó las olvidadas lecciones de Mendel; comprobamos que el factor dominante de la Casta y de la Valentía de los Rivera permanece y se trasmite, mientras que el factor Arte de los Ordóñez, de carácter recesivo da saltos en la sucesión. A esto se le añadió una punta de los Dominguín que guardaba en su ADN que convirtió su periplo en trayecto de cometa seductor y su suerte elegida en el galanteo.
No hubo mucho diálogo entre la Fiesta y él. Francisco la engañó pronto llevándola a jardines mediáticos que le eran ajenos. ¡qué pena de tanta buena sangre torera usada como tinta para revistas de papel satinado!. Ella, la Fiesta, le dio la espalda porque le gusta fijar carteles y no deambular perdida y manoseada en las salas de espera de médicos y abogados. Caminaron juntos pero con cierto desdén mutuo por intenciones incompatibles. Al final, como las parejas de ahora cuando se separan, nadie echará de menos a nadie.
Tampoco trajo a la fiesta lo que se le suponía, un público joven y fidelizado en el arte de la Tauromaquia. Solo aportó grupos de gente guapa, bellezas de maquillaje pero efímeras de hermosura que se fueron como sus faenas; sin remate, sin recuerdo, sin huella.
Hay que suponer que viniste a cumplimentar un Rito de sangre, apellido y casta, y que liberado de ese juramento implícito de clan ya puedes hacer tu individualidad libre. Si es así: ¡enhorabuena!
Pero me queda la tristeza de tu último pase por la pasarela programado intencionalmente para mendigar propinas y no para guardarte la emoción de haberte sentido y vivido torero.
Te vas, y creo – creencia de aficionado – que está bien que te vayas. Adiós.
3 de junio de 2017