¡El Abuelo dijo Sí! Y a pesar del título, no es una referencia a película de mi admirado Paco Martínez Soria, sino a la trasmisión en rasgo recesivo del “estar taurino” de Antonio Ordóñez. Esta vez no hay dudas.
Cayetano además, se sabe hijo de su padre porque tiene la casta de ir hacia adelante a despertar el riesgo, es el ADN de “los paquirri”.
(Cuando las dos sangres se mezclan explota una torería. Se es Torero en el Ruedo y ante la Vida. Gracias Cayetano por tu gesto de Bilbao, y por mostrarnos que el lema “No tenemos Miedo” hay que llevarlo dentro, no en una pancarta)
A su alrededor, nada menos que catorce apellidos toreros le sostienen para enseñarle “las cosas de los toros” que aun ignora.
Cayetano es un hombre elegante, elegante de cuna y de recreación por laboratorio “fashion”; así que si se torea como se es –Balmonte dixit – será un torero elegante. (aunque a veces dejándose llevar por esa atracción de la imagen nos suelta un toreo de bobaditas; es ese toreo de papel couché, el de las serpentinas o de las incompletas gallosinas sin toro, solo buscando la espectacularidad del vuelo del capote)
Pero además de todo eso, y de una vocación tardía que siempre añade pasión al deseo, Cayetano tiene ese plus de elegancia específicamente taurina que se llaman empaque y que le viene de la gracia del abuelo que ha decidido trascender en ese nieto y re-pasearse por los ruedos españoles olvidadas ya rencillas noveleras y controles facinerosos de capo.
Gusta así ver en el nieto aquellos largos lances de compás abierto y apostura enhiesta, aquella gracia en el enganche de la ligazón, el cierre majestuoso de cada serie, las verónicas rodilla en tierra en el embroque total del toro, la suficiencia de los terrenos, el ejercicio natural de los diversos lances, y sobre todo, aquél dominio de escena que con su presencia enseñoreaba el ruedo.
Eso heredas Cayetano. Y eso has dejado vislumbrar en las plazas que has circulado este año. Que no te pese el cetro. En tu bisabuelo se anunció un modo de torear distinto y sublime que no llegó a cristalizarse. Tu abuelo se asomó a aquel sueño de Ronda. Te empujan y te protegen los ángeles de una tauromaquia aún sin escribir pero susurrada por quimeras.
Y el mundo, ese mundo engolfado de la imagen del que eres secuestrado y secuestrador, que te reconoce y te incluye en su imaginario de novela romántica, pone orejas en tus manos desde el brindis inicial. No las tomes solo como tuyas, son también ofrendas de flores para Eva, la novia de España.
Pero sobre todo, hazte merecedor de todos estos dones que el destino ha dispuesto para ti.