Tu currículum apunta a ser el último y mejor acabado producto de esa nueva factoría de toreros que se ha instalado en Extremadura, buscando los terrenos donde ahora se asienta el toro bravo siguiendo las líneas migratoria que impone Hacienda.
Badajoz es buena zona de paso en la torería, entre la sobriedad torista de Castilla y la pinturería torerista de Andalucía. Tierra buena de integración, de innovación, de creatividad o de reserva. Tierra de “base segura” para los nuevos valores, de enseñanza y cobijo, de estímulo y exigencia.
Si de toda esa mezcla hay que elegir un representante, indudablemente saldría tu nombre como estandarte triunfal en todas las categorías por las que has circulado. El binomio: Olivenza-Ginés Marín, es una marca registrada que lleva la impronta del éxito asegurado.
Tienes muy buena técnica, tienes gusto torero, eres valiente y tu inocencia juvenil llega al público.
Pero además sueño en ti aromas de tu sangre jerezana, de jerezano payo, de cuerpo que se mueve “a compás” del barrio de Santiago o de la Plazuela, que se cuela en la forma de cerrar las series y en el empaque señorial o “de señorito” con el que te mueves en la cara del toro. Eso me suena a Jerez, no al Jerez gitano, sino al “otro”, al de caballero altivo, bien-criado y bien-creído, desafiante, buscador de misiones imposibles, tal vez finalizador de aquél sueño torero bruscamente interrumpido que fue el toreo de Juan Luis de la Rosa.
Con ese equipaje vas haciendo camino de figura y descabalgando jinetes de alto standing.
¿Cuánto soportarás la competencia de otros más sabios o más artistas que viajan siempre con el baúl lleno de posibilidades de realizarse? ¿cuánto no te rendirás a las rivalidades cainitas así que te desaparezca el “halo” de buen hijo? ¿Cuánto le vas a seguir pareciendo nuevo al público?
Eso, todavía no se sabe y… ¡ojalá la profesión te dé –y nos dé – tiempo y categoría para saberlo!