INTRODUCCION
Valiente engañabobos se inventó la humanidad. Nunca hubo mejor ni más lustrosa zanahoria a la que siguiera con más fervor nuestra parte borrica, gregaria y torpe; como nunca hubo experiencia desastrosa tan repetida, ni con tan poca posibilidad de aprendizaje, que la de saber que el mayor anhelo del hombre y de la mujer está condenado inexorablemente al fracaso. ¡Nunca!. Nunca habrá quimera más alabada, magnificada y soñada por el género humano que esa búsqueda inasible de la imagen encantada del Uno mismo fundido en el Otro y viceversa. A sus pies se han puesto el arte (en todas sus vertientes) y una religión de culto universal. En su búsqueda y creencia de hallazgo se han puesto en marcha esperanzas, ambiciones, guerras, sueños, y peregrinaciones; y en sus consecuencias frustrantes se han levantado melancolías, odios, desesperaciones, muertes a despecho y suicidios. El amor ha sido y es así, punto de partida y final de anhelos de vida y suspiros de muerte.
Sigmund Freud, listo como nadie en desentrañar los misterios de los deseos humanos, descubrió tres de sus mentiras; mentiras cuya transformación sesgada y torticera las convirtió en verdades perversamente utilizadas.
Primeramente, escarbando en su superficie puso de manifiesto que el amor no era más que el encubrimiento lírico de un deseo sexual puramente biológico: ¡Verdad! Luego una mala, paticorta y limitada traducción genital de ese deseo convirtió el logro del amor en ejercicio físico infraumbilical y la desilusión posterior en agujetas. ¡Vaya traca final!
Describió también el enamoramiento como un estado de enajenación temporal ¡gracias a Dios!; invento que ha sido muy bien utilizado por esos siniestros hermeneutas del Derecho que son los abogados, para sacar provecho personal y dar respaldo jurídico al Trastorno Mental Transitorio. De lo que no habló el genio vienés, fue de las consecuencias ni de los daños colaterales – no tan transitorios – de esta loca experiencia humana.
Y ya más tarde, tal vez demasiado tarde, intuyó que el cortejo, acompañante fiel y consecuencia final del enamoramiento, era al fin y al cabo nada más que el agrandamiento de la imagen ideal de uno mismo. ¡Narcisismo puro y duro! ¡Principio y final del recorrido de los movimientos de este animal humano que somos y al que hemos colgado un alma para jugar a ser dioses! Creer ser en el Otro, desde el Otro y Para el Otro el espejo donde reflejar la Imagen Idealizada de Nosotros Mismos. ¡Puñeteros ególatras humanos!
Nadie se atrevió a añadir y ratificar otra idea que Freud apuntó, la de que el enamoramiento y su traducción en pareja con intercambios, era una manera muy sutil de intentar negar la envidia mutua. El “machismo”, filosofía nacida y manejada por la mujer, aceptó con cierta petulancia aquello de “la envidia del pene” creyendo que le hacía superior (¡Ay! las desgracias que ha traído al mundo el mal manejo de los símbolos), envidia que se resolvía cuando ella “arrebataba” ese símbolo del poder al apropiarse en la totalidad de los hijos. (¡y el bobo del varón dormido en sus fantasías pre-potentes!). El hombre por otra parte siempre envidió la capacidad maternal creativa de la mujer, su orgullo le impidió aquél magnífico rito de la “covade” que entretenía un tiempo e intentó compensarlo a base de engordar en la ilusión de soñarse embarazado. La mujer le dejó este juego, que se volviera viejo y gordo para justificar su victoria en el repudio final. Pero ¿qué pasó cuando se deshicieron estas compensaciones? ¿Cuando los hijos no alimentan el apego de las madres sino que las chulean o cuando el varón se ve en el espejo de cuerpo entero? Entonces se dan cuenta del engaño y llegan a las manos, o sea la violencia de género (gritada a los cuatro vientos cuando es del hombre, sorda y muda pero inexorable cuando la usa la mujer). La envidia más profunda y realista desenmascaró el almibarado traje de carnaval del enamoramiento.
La prueba irrefutable de que este desatino pasional tiene pocas posibilidades de éxito viene dada por lo mitología que le rodea y le acompaña. Pasemos revista a las parejas famosas por su enamoramiento y veamos como la terca realidad pasa factura a la dulce evanescencia de los sueños.
Romeo y Julieta, el mito del amor por excelencia invitado a modelo eterno por su entrega total (hay que recordar que eran dos niños bien que no tenían otra cosa que hacer más que jugar a gustarse y desearse). El aturdimiento (forma aguda de locura) que acompaña a estos “estados de excepción” les llevó a ignorar las coordenadas de Espacio y Tiempo en el que tenemos que movernos para cualquier proyecto. Bastó el detalle de no poner en hora sus relojes o un sistema de cartografía común, para que el asunto tuviera un final catastrófico. ¿Un sistema tipo Whasapp con el que se comunica ahora la ciudadanía hubiera cambiado la historia?. Lo dudo, el temblor de manos que acompaña esa excitación les hubiera hecho confundir las teclas. Además, rebelarse frente al deseo de los padres, por muy buena prensa y apostolado que tenga, siempre termina como el rosario de la aurora. El parricidio real o simbólico tiene muy buena literatura pero lo práctico y repetido es el Filicidio; si no pregúntense quien muere en las guerras ¿los padres o los hijos?
¿Y Calixto y Melibea?, ¡otro olvido imperdonable! ¿a quién se le ocurre ir a rondar corral ajeno sin un buen equipamiento que asegure la entrada y la salida de las tapias. ¡Ah! si al menos hubiera llevado una escala o utensilio semejante a las que utilizó Don Mendo, la historia hubiera continuado un poco más! Fue una falta de previsión imperdonable, solo concebible en un “chico bien” que nunca había vivido de robar gallinas.
Y eso que el romance había empezado bien, prometiendo mantenerse puro a expensas de proyectar lo “guarro” en los líos de Celestina con Pármeno y Sempronio. No se descarta que el final fuera la consecuencia de una latente venganza de clases y ese destino ineludible pero justo, que aprovechó la sabiduría de la vieja, más amante de oros que de hombres, para introducir esos descuidos que dieran coartada a la tragedia.
¿Otro ejemplo más de nuestro imaginario poético?: Dña. Isabel de Segura y Don Diego de Mancilla, amores de tanto impacto ambiental que la historia les desnudó de nombres propios para vestirlos de mármol frío y pasar a la historia unidos como “los Amantes de Teruel”. El despecho se les subió a la boca y su beso tóxico superó el de Judas, el de la maldición de la tumba de Tutankamen y evidenció la existencia de la Mononucleosis infecciosa (conocida luego como “la enfermedad del beso”). La historia, la literatura y la mitología, fue benigna con ellos. Conmovidas con la cortedad de su impulso, les ha hecho sobrevivir convertidos en fría estatua de piedra que les traduce: el amor y la tragedia, imposibles de mezclarse para llegar a un acuerdo, se quedaron “haciendo manitas” para siempre.
Salgamos al extranjero ¿qué fué de Abelardo y Eloísa? No hubo planteamiento que pareciera más sublimado que éste. Un maestro y una alumna cayeron en la “estupridez” de tener un pequeño deslizamiento en el discurso del método del goce. Un padre que sintió mancillado el honor donde no debía de haberlo puesto, y el castigo sancionador, taliónico y mutilante correspondiente, les privó del sustrato biológico del vínculo. Aunque con esfuerzo intentaron transformar su entusiasmo primaveral en goces filosófico-religioso-existenciales ya nunca salieron del aburrimiento claustral.
Pues con toda esta historia y mitología detrás, el personal todavía siguió buscando y haciendo parejas como concreción de la utopía del Amor. Siento que no es este el espacio para hacer una elucubración sobre la instauración e institucionalización de la pareja como método de la degeneración de las especies, y sobre la que podríamos elaborar una teoría del Anti-creacionismo, o el paso obligado del Clan al Clon que supongo que es lo que nos espera, así que dejémoslo para otra ocasión.
El caso es que la pareja apareció como hecho consumado en la evolución de la humanidad. Al principio todo parecía sencillo porque los papeles eran simples y definidos: él arrancaba recursos a la naturaleza, ella perpetuaba la especie, o bien la tarea de la unión era ampliar patrimonios o negocios familiares. El problema llegó cuando, pasado el espejismo inicial del enamoramiento, el objetivo era la compatibilidad o no de caracteres. A partir de entonces aparecieron los problemas.
Los partidarios de El Señor, siempre vigilantes de que el hombre no se suba a sus barbas y de ponerle trabas a ello, aplicó la ley divina de la eternidad e instauró la unión perpetua en nombre del Matrimonio (¿a que ya casi no recuerdan esa palabra?) Y de esta manera a través de la teatralización de un ritual,(una boda) dos novios (¿a que también se les ha olvidado?), es decir, dos mozuelos que hasta entonces no habían hecho otra cosa que actuar de hijos luciendo cada uno su palmito, pasaban a ser adultos y lo que esta palabra trae consigo: hacerse cargo de otro. ¡Claro, no estaban entrenados! Y las cosas no salían siempre bien.
Pero la humanidad siempre parece tener recursos y se instauró para esas uniones precoces e inciertas una especie de “Certificado de Garantía” que incluía un “tiempo de mantenimiento y reparación de averías” para los primeros años. (Si las cosas salían mal cada cónyuge remitía al otro a casa de sus padres para ser reciclado hacia la nueva vida o recibían la ayuda – curiosa paradoja – de un “consejero espiritual” – experto célibe en asuntos matrimoniales – que intentaba la re-unificación vincular. Si esto fracasaba, la Sociedad proveía de Instituciones que acogían al designado como no idóneo para el matrimonio: Ahí estaban los Conventos, la Legión, los Prostíbulos, emigrar como “gallego” a América, los malhumorados funcionarios del Catastro u otras ventanillas, hacerse zapatero cojo, etc… No había tercera oportunidad.
Hoy están para esa misión los “terapeutas de parejas” importados de Argentina, de idéntica eficacia pero con métodos más divertidos.
La imaginación humana no cesó en su intento de consolidar la pareja y la familia. El hombre, caduco por naturaleza e ineducado de espíritu, a la hora de la muerte no cede el paso a la mujer y se va por delante dejando su media naranja prematuramente sola. Ésta, aprovecha la tesitura para afincarse en la pareja de alguno de sus hijos/hijas y cobrarse así la inversión que había hecho de parte de su vida como madre abnegada. La Suegra ha servido así de equilibrante estabilizador de la pareja a lo largo de todo el siglo XX. La Madre del otro/otra era regazo acogedor de las penas de uno, inodoro eficaz de los maldecires del otro y a quien inevitablemente se culpaba de las imperfecciones del cónyuge. Aunque no duraba siempre, permanecía instalada en la pareja el tiempo suficiente para que a su desaparición, el resto ya carecía de arrestos para otras experiencias relacionales. Ella cumplía su misión no siempre bien reconocida. Ignoro por qué cada ciudad no tiene su Plaza y Monumento a la “Suegra desconocida”, tutora mártir de la perpetuación de una forma de desarrollo del hombre: la Familia.
Ahora las cosas han cambiado algo; el hombre y la mujer (hay que escribirlo así porque ya no hay plurales sino adosados de individualidades con hecho diferencial), se han convertido en auténticos funambulistas que caminan entre la frivolidad y las nuevas fórmulas de relación cambiando la expectativa del Amor con la Práctica del Uso.
Disminuida la trascendencia humana (los sistemas de educación se han encargado de esta erosión implacable) los sentimientos se han rebajado a niveles de necesidades y sensaciones, y las parejas se encuentran y se pierden en la medida que satisfagan o no estos dos parámetros. Ahora no hay matices, todo es binario: Sí o No, Se acepta o no se acepta, en un ejercicio permanente de funcionamiento informático. No hay compromiso de cuidado del otro, no hay por tanto dolor de separación.
La pareja – que ya no exige diferencia de sexo – solo tiene existencia en la medida que actúa; fuera de este ejercicio identitario no guarda registro mental ni para sí mismo, ni para el otro, ni para el común. Todo es mentirosamente nuevo. Ahora que ya nacemos físicamente desflorados podemos sin embargo ser mentalmente vírgenes repetidamente.
Es de suponer que caminamos hacia la soberbia del “homo reversible” que hace y se deshace a sí mismo, pero esto no lo he leído yo ni en Nostradamus, así que mejor frenamos la imaginación porque sé de la existencia de Hospitales Psiquiátricos aún abiertos y con “camas libres”.
Pues con toda esta historia y mitología detrás, el personal todavía anda buscando su media naranja y esa sensación sublime que produce en enamoramiento. Pero salgamos de la literatura, siempre en las nubes, y repasemos “la realidad” de alguna de las parejas o mitos mediáticos antiguos o actuales en sus distintos contextos y vicisitudes.
I.- LA PAREJA PRIMERA: Adán Y Eva, o su traducción actual: los Clinton.
Ya se intuía que la cosa no iba a salir bien desde el principio porque la demanda fue equivocada. Adán, incapaz de gestionar su soledad (como se dice ahora) en vez de pedir un juguete para mejor llevar el aburrimiento en aquel “entorno ecológico de bienestar”, pidió un compañero de juegos; el Hacedor se esmeró lo que pudo, pero aunque la “cosa” salió con redondeces, no le salió redonda. Todavía hoy, después de tantos siglos, la pareja sigue buscando modos de acoplamiento más adecuados.
Pero ya esa experiencia marcó una serie de hitos que habremos de arrastrar para siempre:
Primero, que el hombre, confrontado con la mujer, es un calzonazos. Ser un buen compañero se hizo equivalente a hacer buenos plegamientos frente a la dama.
En segundo lugar, que el deseo de conocimiento es incompatible con la dicha. Buscar el saber siempre conlleva encontrarse con el dolor, ya sea en el objetivo final o en el fuerzo de su búsqueda. Eso es inapelable. Pensar es doloroso. Probablemente, en un intento de justificar a la sabia Naturaleza es por lo que tenemos dos piernas y dos brazos para la acción (cansada pero relajante) y solo una cabeza (incansable en el hallazgo de tropiezos penosos de impotencia).
La tercera fue la manzana, enemigo público nº 1 de la humanidad y cuyo crecimiento debió de ser proscrito cerca del hábitat humano. Por ella, albergadora de ideas y provocaciones venenosas, perdimos aquella situación de animal con patente de jubilado que entendimos que se nos prometía. Tiempo después una manzana fue el instrumento-excusa de una ley para tirarnos al suelo; y en los tiempos recientes, la gente busca encontrar a esa manzana virtual y mordida (Apple) que nos coloca en contacto con lo ignorado de forma rápida y sin esfuerzo, al mismo tiempo que nos proporciona amigos desconocidos y nos empuja a embestir hacia una vida de realidad virtual que deifica nuestras ignorancias.
Y el detalle final de la culebra, todo un remate arabesco de la escena, portadora simbólica de la sensualidad oral y rastrera, que convirtió en “maldad exterior” la atracción letal interna que el hombre siente hacia el desatino.
Escuchada así, la historia parece antigua, ejemplarizante y hasta evangélica, pero ….. ¿y si la actualizamos?
Había un hombre casi-rey, llamado Bill, dicharachero, poderoso y mandón, hastiado de lo que el mundo legal le ofrecía, que era encontrarse siempre a sí mismo movido por hilos y sombras de vapores negros o de la porcelana rubia de la Hilaria. Aburrido en ese trono por la rutina de la victoria fácil e incapaz de desafiar el silencioso pero permanente juicio comparativo respecto a su compañera, sacó encantos divertimentos y placenteros de sus bajos fondos para sentirse y saberse “todo un hombre” por un método de marketing, algo antiguo, el “boca en boca”.
(Los “ricos” de Queen’s o de New Jersey olvidan que bajo las cloacas de la riqueza no pastan ovejas sumisas y agradecidas sino cocodrilos voraces)
No hay duda de que mientras ejerció el método lo pasó bien, su cara lo denotaba. La culebra traía cada vez que se acercaba dos manzanas hermosas y el veneno de su lengua era bálsamo dulzón, juvenil y gratuito. El hombre, como buen deportista que tenía a gala ser, se “vaciaba” en cada encuentro y si no se dejó la piel en el intento, cúlpese al afán de notoriedad de la serpiente que quiso ser re-conocida oficialmente como el Plan B del presidente.
Hoy se ve de palurdo rodrigón de quien creyó su sombra negra y es ahora su “sendero luminoso”, sostenido como un chulo castigado y perdonado. Su edén perdido, aunque le hayan dejado un ático en alquiler para funcionar como claque de su Eva, su prestigio y el del puesto que representaba han quedado reptando por los suelos, su biografía, un agujero en la historia de su país.
El amor voraz, fugaz, falaz, becariado y torpe, cayó también cuando quiso elevarse por encima de su hábitat natural, el sórdido subsuelo.
Dibujo 37.- Las mujeres, causa de pérdida de “paraísos”
Ya sea entre pasillos de aulas, en torno a los servicios de una discoteca, o en el tiempo muerto y vacío entre copa y copa de un Bar, este amor nace en la calle y es para la calle. Es actuante, variable, imprevisto e intrépido, fundamentalmente excitante, a veces promiscuo o indiferenciado, desafiante y rompedor de normas para afirmar su existencia. Un conglomerado adosado, que no integrado ni armónico, de pasiones. Es: “el estado mental correspondiente a una sexualidad perversa y polimorfa” (Freud dixit), que se pone en marcha con creencias sobredimensionadas que necesitan de un amo endiosado y algún feligrés, aunque los papeles pueden cambiarse sobre la marcha.
Tutoriza la idea de rebelión y la contradicción o el vaivén alternante entre imaginaciones de autonomía y las dependencias más toscas. No conocen lenguaje, actúan para que los Otros, esos “demás” a los que usan despectivamente, pongan palabras a comportamientos de partes sentimentales que no tienen discurso. Si a veces hablan no es para manifestar ideas o estados internos, sino como forma de impacto y provocación buscando en los demás parálisis, furia o intentos vanos de comprender lo que ya se olvidó de nuestro paso por aquellos bosques. Son/somos nosotros los que hablamos de y por ellos.
Es como un sarampión crónico o una especie de mundo de títeres al revés donde la fuerza de los hilos está en ellos, y donde nosotros, pobres polichinelas, intentamos sobrevivir o poner un guión narrativo y comprensible a sus dramatizaciones.
Su dependencia negada es su sello de defunción. Faltos de originalidad repiten, y en esa reiteración, el personal se aburre y un día deja de oírles o les devuelve toda la hostilidad que han depositado en el entorno. Mueren así, acribillados por el silencio social, en su propio coche de ideas viejas y chirriantes.
Son, fueron … Bonnie and Clyde, o … si quieren españolizar el ejemplo son …Íñigo Errejón y Pablo Iglesias.
Dibujo 37: Iglesias y Errejón: Bonnie and Clyde. “coge lo que tengas a mano y corre”
No sé si son guapos, pero sí resultones, como tampoco se sabe si son autores de su historia o el producto de un entorno de flashes, focos y posadas que les lanzó a la fama. En cualquier caso hay dos verdades: ellos mantienen el vínculo fuera de los marcos necesarios para su famoseo y en segundo lugar responden perfectamente (en su trabajo) al prototipo que se les ha colocado encima.
Ella, hace el papel de esa recién post-adolescente perpetuada en conductas que la mantienen en un típico producto “Made in Spain” que va desde una prometedora “Carmen Bravía” a una terca “Fierecilla domada”; mezcla de hembra descarada y mandona, pizpireta y seductora, inconformista y adaptable, caprichosa señorita y embaucadora gitana, todo ello a una velocidad cambiante de vértigo que despierta en los hombres deseos más de orden que de dominio cuando no de fuga; ese es su atractivo.
Él, arquetipo de macho ibérico rocoso, hecho a hachazos, firme, rígido, impermeable e impenetrable, sin marcha atrás cuando se pone en movimiento, con un concepto de virilidad reclamado por los restos de Cro-magnon que se resisten a abandonar el ADN. No tiene la finura rebelde de su padre pero sí la tendencia al basto vocerío callejero de la madre. Y ese es su encanto, en mantenerse en un punto de expectativa de una explosión salvaje que busca ser domesticado.
Pero ellos se encontraron, se intuyeron, se gustaron y surgió la atracción deslumbradora por focos propios y ajenos.
O todo es cuestión de esas Feromonas que se engancharon en las neuronas-espejos de ambos y “por narices” impusieron la ley biológica de la líbido buscadora de objeto. ¡Vete tú a saber dónde está ese misterio!.
Hoy, parecen disfrutarse. ¡admirémosles embelesados de su juventud!
¿Son sabedores de que las feromonas tienen su ciclo vital finalista? ¿Que la pituitaria se atrofia con la edad? ¿Que las imágenes y los modelos arquetípicos son también bienes pasajeros?
…. Cuando esto pase ….¿la vida les habrá enseñado a cuidarse y a reconocerse la necesidad mutua? ………..
Dibujo 38.- Penélope Cruz y Javer Bardem, o viceversa
IV.- LA PAREJA DE LA 3ª EDAD.: LOS VARGAS LLLOSA-PRYSLER
¡Qué tierno no!, cuando ya los sueños se confunden con recuerdos, cuando el cuerpo busca sensaciones a distancia, cuando la memoria se refugia en el recuento porque la abstracción o el resumen se antoja una visión borrosa e insatisfactoria de uno mismo, surge el amor. ¡Hermosa creación! Los espejos parecen resucitar como los afanes, las ideas olvidadas por simples o por irrealizable se hacen posibilistas, se encuentran palabras nuevas o de musicalidad ignorada, se exhiben y pruebas guiños seductores que antes fueron escondidos. ¡Todo parece la primavera que nunca existió! Ahí, el sueño y la realidad se hacen permeables e indistinguibles, el deseo y la quimera sustituibles.
Y así se viven las primeras jornadas, como clases magistrales de intercambios nutritivos en un simposio de Canto a la Vida.
Él renueva su cortejo, rito ya olvidado, que se presentifica más grotesco de forma que fondo de sentimientos profundos; se reafirma apoyándose en un postureo viril de contoneo sobre una biografía reconstruida urgentemente con anécdotas ajenas. Nunca existieron otras mujeres o han sido renegadas, o si existieron se consideran pasos necesarios para el acceso al logro y la culminación de este impacto estético. Para él, ella es el espejo de feria que traduce arrugas en brillos y lapsus en genialidades. Lo que siempre quiso tener, la madre enaltecedora para él solo y contra todos. Nada puede contra ese primer sueño, y sería inhumano atacarlo.
Ella, se siente descubridora del héroe que había en su primer amor y que no llegó a divisar, es el brazo fuerte sobre un hombro que la cubre de peligros, el trono que la hace sentir reina; hasta su cuerpo renueva lozanía atisbando rincones de sensación no descubiertos que parecían tapados con telarañas. Se siente renacida como mujer, y como pago ofrece una entrega generosa, mezcla de sometimiento y maternaje que la vuelve dulce, sumisa, sedosa, gatuna, aparentemente doméstica.
Pasan los primeros días o las primeras noches así, deslumbrados de candilejas. Luego, probablemente la luz de vuelve sombra mortecina de bombillas de 40 w. compradas en los “chinos”.
Y en ese momento ella a un lado, él a otro. Un silencio viscoso, de plastilina, les hace parecer juntos pero impenetrables. Cada uno piensa su historia, cuenta sus historias calladamente, ella pasa entre los dedos bolas de amantes o de plenitudes sensoriales, él repinta las muescas de objetivos logrados. Por breves momentos se abre el silencio y uno le cuenta al otro quejas, molestias y dolores buscando un bálsamo imposible porque al otro también le gustará vaciarse de sus envejeceres.
Al final brindan con Lexatín y se tragan el último beso para dormir y descansar del trabajo de hacer sueños.
¿vivieron? ¿soñaron? … en ese tiempo: ¡qué más da!
Dibujo 40.- Amor de la 3ª Edad.- Los Vargas Llosa – Prysler
V.- EL AMOR COMUNITARIO.- .- Anna GABRIEL
Catalonya is different ¡Ah!, y tiene derecho a que se le reconozca su hecho diferencial ¡Eh!, porque sabe de su superioridad ¡I! el día que se atreva a luchar por ella ¡Oh! …asustará al resto del mundo ¡Uhhhhh!
Bueno, se empieza así, construyendo las bases vocales de un “habla” y se termina soñando una nación.
Además Cataluña está abierta al mar, y particularmente Barcelona es un Puerto que ha de albergar y recibir todo lo que le llega. Por esa ubicación, ya cobra derecho portuario de peaje a todo el que usa de su regazo; de eso vive y por eso su hábitat más conocido es el mueblé.
Tal vez por ello, por esa invasión permanente y masiva de personal foráneo externo e interno (la inmigración española es constituyente mayoritario de su funcionamiento), es por lo que teme diluirse su identidad y necesita crearla y gritarla para darse a sí misma pruebas de su existencia.
También para su suerte, es punto de paso y arribo de culturas mediterráneas y europeas que pasan por allí camino del Lejano Oeste o del Sugerente Sur, y desde esas culturas le llegan todos los movimientos en sus primeros momentos de expansión: explosivos y a-críticos. Se ve obligada así rendir culto a esas llegadas identificándose de forma imitativa e indiscriminada. Como tal resulta moderna, vanguardista, actual, esnob, seudo-culta y portadora de fuegos iniciáticos.
En esta faceta imita o ensaya experiencias nuevas sin límite con lo extravagante, experiencias tanto de expresión cultural como de fórmulas de vida relacional. Y claro en esto de parejas de amor, los catalanes (o barceloneses) van siempre en avanzadilla. Ya han pasado de lo bisexual, homosexual, asexual, bípedos, cuadrúpedos, paralelepípedos, monoparentales, etc., y ahora están en lo poli-parental. Mezclan lo epatante con algún residuo hippie y tienen la creencia de que sólo ellos conocen y han traducido la historia de las comunas de la Revolución Francesa.
Una de sus representantes políticas, Anna Gabriel, si he entendido bien lo que apuntaba en una entrevista, parecía preconizar la existencia grupal sin diferenciación de elección ni de filiaciones. Todo se hace en función del deseo inmediato o de la ocurrencia fugaz que aquí se llama innovación. Los niños se hacen (aún por medios naturales – supongo -), y se dejan en el colectivo despersonalizado para que sea su instinto el que en cada momento deposite sus necesidades de apego en el “adulto” que pase por sus cercanías.
Las parejas se encuentran y se com-penetran en los momentos agudos de biología en común, donde la sensación busca eliminarse con una descarga. Es necesario crear un corto-circuito que se salte lo mental y evitar la lógica o aquello que pueda traer problemas de responsabilidad (esto es convencionalismo rancio que conviene olvidar). Ejercer de persona libre es actuar el uso del otro para auto-organizarse con lo que uno tiene y con lo que le llega desde afuera. No es egoísmo aunque lo parezca, va más allá, seguramente tiene intencionalidades que nos asusta denominar y es un arma de guerra psicológica para unas mentes futuras a las que la sociedad del bienestar ha sobredesarrollado la capacidad del desatino en su intento de eliminar la frustración.
Estoy escribiendo esto desde Cádiz, y no puedo evitar contagiarme de su ”habla”, de esa habilidad para la metáfora, la anatomización de los conceptos, y el gracejo pinturero de cada expresión. Desde ahí, y dada la realidad de vivir, mayoritariamente en este gineceo dominante, me temo que lo que preconiza nuestra ocurrente política es la reivindicación del “chichi comunitario”, siempre acompañante festero de todas las revoluciones populares.
Suponemos que cada noche nuestra diputada o alguno de sus colegas ponga en marcha algún sistema democrático y comunitario – seguramente paritario – para que cada cual se “realice” su parte biológica.
¡que les vaya bien!
Dibujo 41,. Anna Gabriel sortea de forma asamblearia y democrática (¡ BINGO!) los emparejamientos de cada noche
PAREJA VI.- La imposible pareja Narcisista
Primero vamos a contar el Mito tal como fue en realidad porque las traducciones libres engañan mucho.
Narciso era un guapo mozo que trataba de escapar del acoso y derribo de una moza lugareña a la que no podía soportar por su manía de repetir las cosas una y otra vez. En sus intentos de escape y camuflaje, para evitar cualquier ruido que pudiera delatar su presencia (la moza era corta de vista pero larga de oído), metió la cabeza en el agua e intentó no respirar para escapar de ser localizado. Cuando le encontraron el pobre se había ahogado. La moza se pensó despechada; y reunida en cónclave con sus amigas, otras mujeres desairadas que habían creado un lobbie poderoso e influyente dominador de destinos de hombres, se conjuraron para crear un subgrupo humano: los narcisistas que serían castigados a no encontrar nunca una pareja feliz con la que acomodarse.
El narcisista unas veces nace así y arrastra su sino de grandiosidad de sí mismo desde el principio, otras veces es la consecuencia de un apareamiento fracasado y algunas otras, no es más que la tapadera que esconde una intimidad de vacío o de inanidad. En todo caso, atrapado por esa mafia maldita, se ve condenado a vagar sobre ese Sí-mismo engrandecido de tal modo que no hay mundo si él no participa, y nada ocurre si él no es el principal protagonista.
Los otros, los demás, no son otra cosa que espejos – adaptación utilitaria de aquél lago mortífero mitológico – en los que busca reforzar su imagen grandiosa o no son otra cosa que artistas invitados a su admiración y gloria que nunca se satisface. La pareja no tiene espacio en esos espejos que necesita solo para él, y tiene que alimentarse de imágenes arrancadas a un recuerdo, a una ilusión o a otro prototipo.
¿Piensan que estoy hablando solo de hombres? ¡Quiá!. Como fue un invento femenino son más benévolas cuando esta desviación cae sobre ellas, lo llaman: ejercicios necesarios para la Autoestima. Si acaso es exagerado en su faceta corporal lo denominan pícaramente Exhibicionismo, o en todo caso y para despertar simpatías e impresiones conmovedoras se desvían hacia la queja masoquista o al ejercicio voluntario del martirologio.
Como tenemos que poner un ejemplo tomemos el de Cristiano Ronaldo y su actividad: jugador de fútbol, marco donde encuentra espejos y personal adecuados a esta modalidad de funcionamiento vital. Él se ha definido perfectamente: Yo no soy bueno, soy El Mejor. Y vale con eso para despertar infinidad de seguidores especulares porque en todos nosotros late el deseo de identificarnos con esa manera de ser, residuo de aquél “The Majestic Baty” del que hablan los libros pero que no recordamos haber vivido.
Él es el Jugador, el Equipo, y el Fútbol que se practica; lo que hacen los otros son correrías con una pelota indignas de mirarse. Cuando los demás caminan con el balón él no concibe que no hagan otra cosa que cedérsela a él para lucirse, y cuando esto ocurre, lanza un grito de león salvaje para afirmar en el Universo que el territorio y la Plusvalía son suyos. Los demás, compañeros y seguidores, le hacen la ola.
¡qué se le va a hacer! No hay mal que por bien no venga. De esta manera tenemos Circo gratis por TV todas las semanas. Los niños se entretienen
Dibujo 42.- Cristiano RONALDO. Y esto del narcisismo ¿qué es: Progreso o regresión?
No veo nada fácil escribir desde esta perspectiva, me queda demasiado lejana y no llegaré a acostumbrarme a ella.
Sé que el hombre es un ser necesitado de revoluciones episódicas. Reseñaré algunas de ellas, pero subrayaré lo que todas tienen en común: perder una parte de nosotros mismos.
La 1ª fue la “revolución Corporal” . Con a Muerte, el hombre descubrió que tenía un Cuerpo que podía morir y para cuidarlo buscó la fuerza de Otro Más Poderoso y se entregó a él y lo llamó Amo. Nació el “homo súbdito”, perdimos la Individualidad y dimos el primer mordisco a la Libertad de movimientos.
Tiempo después, dio pábulo a los rumores de que tenía algo más valioso e invisible dentro de él, el Alma, que no solo era superior sino apostaba por prolongar su existencia física. Fué la Revolución Religiosa. Para conservar el alma intentó hacer un intercambio con el cuerpo, renunció a las satisfacciones de éste y abrió su mundo interno a las ideas y ritos mágicos aseguradores de ellos ¿¿?? Nacieron así los “Protectores” que además de conservar el sometimiento del Amo exigían adoración. El “Homoe erectus” pasó a ser el “Homo genuflexus”. Perdimos el orgullo y dimos otro bocado a la Libertad de pensamientos.
Luego vino la Revolución Francesa que igualó adorados y adoradores. Su precio era que para adaptarse a esta idea había que hacerlo sin cabeza, y sin ese órgano el mundo se organizaba, digamos que irregularmente..La frase está ahí,: …”corríamos como pollo sin cabeza..” (B. Tosack) . Perdimos la idea del Orden y la fuerza centrípeta del Hombre como centro; todo se convirtió en huracán centrífugo..
Sin resolver lo anterior llegó la Revolución Industrial, en la que el hombre ya renunció a sí mismo porque lo importante era la tarea que había de realizar. Lo importante era el método de la realización de la Tarea: si competitivo (anglo-sajón) o místico (japonés).
Pero al hombre se le acabó el trabajo, y entonces tuvo que inventar ora Revolución: la revolución cibernética o informática. Y aquí desapareció ya la existencia Real – que siempre ha de contar con otro como partenaire – para dar paso a la Existencia Virtual, que es: Lo que Puede Ser pero No Es, y donde la ilusión sustituye exitosamente a la realidad sin que se eche de menos la conexión con ésta. Es en Homo “como si”. Para evitar que esta revolución abortara en sus raíces, hubo de hacerse una previa revolución psiquiátrica que cerrara definitivemente las instituciones frenopáticas. Y ahí estamos ahora en el “Homo No-homo” ¿hay quien dé más? ¿pararemos ahí?
Como ven, todas las revoluciones toman como principio lo fácil, la comodidad, no importa la renuncia al bien real o potencial que se tenga, lo importante es No Tener Frustraciones que luego vienen las Traumas y la Humanidad no te deja llorar como es debido.
En este panorama ¿es posible hacer parejas sin menoscabo de la auto-estima y sin que sufran nuestras vanidades? Difícil, porque parece posible si renunciamos a la palabra y a la comunicación (siempre incompletas traductoras) e inventamos aparatos que hagan de contactos sustitutivos.
Voy a intentar forzar mi imaginación para hacer una descripción más o menos verosímil de un encuentro no sé si actual avanzado o de un futuro inmediato. (consigno además mi enorme limitación para el uso de este lenguaje así como de una amplia gama de emoticonos)
Vayamos allá con esa fantasía. Imaginemos una situación posible. Dos jóvenes que se han conocido, días u horas atrás, en una cafetería o en cualquiera de esos extraños lugares de encuentro que ahora tienen los jóvenes, han tenido un momento de “buen rollo” y se han intercambiado sus datos de identidad informática (teléfono, mail, red, etc..). Imaginemos también que son de distinto género (no es imprescindible pero ayuda a la descripción), y desde luego no hace falta la exigencia de una proximidad física entre ambos.
En esos momentos no tienen a mano inmediata una la solución a sus “angustias existenciales”, es decir, se aburren; no tienen una ”peli” que “bajar”, una pizza que engullir, una expectativa de goce grupal – o sea una cita de botellón que “les ponga” -, ni tan siquiera una china o un porrillo que “meterse”. ¡Pobres, están solos!, cada uno de ellos, en su habitáculo, permanece fijamente apegado a su Iphone manteniendo sus dedos pulgares moviéndose a una velocidad inusitada. Se han hecho virtuosos de la pulgarización y peregrinos impenitentes de mensajería. Tuitean permanentemente ya por adicción al mandato digital más que por necesidades de intercambio.
Cada una está en su red, y pongamos que Él – para facilitar el modelo clásico de la imaginación – entra en contacto con Ella, como un ejercicio más de sus dedos, o tal vez le queda algo de curiosidad de aquél breve y pasado momento, y le envía un whatsapp que podría ser:
- Él – 😉 (un guiño).
- Ella , /:) (levanta una ceja)
- y él se permite un avance ¿♂♀? O lo que es lo mismo: ¿nos “enrollamos”?.
Ella permanece callada. No hay signos de rechazo ni de aceptación, verdaderamente no hay ningún signo, pero está recorriendo su red por si le interesa o no responder a ese mensaje.
- El insiste ¡ >:D< (¿podría darte un abrazo ?), para añadir: O:-) (no tengas miedo, soy un angelito) o L,L que podría traducirse por: – estoy solo y no sé qué hacer. En fin, el eterno cortejo seductor victimista.
- Al cabo de un cierto tiempo, Ella decide responder con otra anotación. :p (saca la lengua) en tono picaresco y escribe a continuación: ¡¡♀♂!!, que podría ser un – bueno, pero yo llevo la iniciativa. (¡Ay! el eterno femenino)
- y él responde ¡J!, (algo como ¡¡yupii!!)
Durante un tiempo todo son signos entremezclados en líneas laterales o verticales de mezclas: ¡¡♀♀♀♂!! – ♂♂♂♀♀- JJ♀♀♀♂♂♂-J♀♀♀♂- ♀♀L♂….. J……. ¡Ya!
– uno de ellos tuitea ¡AAAAAAAH!,
– mientras el otro anota ¿Yyyyyy?, o sea lo habitual.
E inmediatamente, sin solución de continuidad, se meten en otro punto de su Red para seguir pujando con el aburrimiento, portadores como son del fuego fatuo de su espera pasiva y eterna.
¡Emocionante! ¿verdad?, aunque clásico.
Bueno, a mí me hubiera gustado que al menos se hubieran preguntado por el nombre de cada uno de ellos. Pero tal vez no era necesario …. ¡como era virtual!
————
Y aquí, llegado al Amor, me parece un final adecuado para esta Historia de Nosotros.
Nada hay menor para el buen entretenimiento que una novela o una película que termine en una escena de amor ….
¿no les parece?