La Afición de Madrid busca un torero, su torero. No les vale cualquiera, ni usan de las listas oficiales ni oficiosas de los top ten. Son la “capital”, se sienten cortesanos ¡qué se le va a hacer!, y como tal son caprichosos y auto-gestionípetos. Gustan de invalidar las figuras ya sean propias o foráneas si no han sido creadas por ellos. Tienen en su historia muescas de figuras humilladas en ese ruedo: José el Grande, El Guerra, Manolete, Camino, y más en la actualidad Ponce, El Juli, y un largo etcétera.
¿qué les gusta? Pues es difícil saberlo. Sabemos que no les va: el toro sin trapío, eso está bien; y les gustan los toros con su punto difícil para calibrar la capacidad de lidia, eso también está bien, aunque paradójicamente suspiran por el toreo de frente y sevillano de los Vázquez. Les gusta que el torero sea valiente, que no use ventajas en los terrenos, de los avíos ni toree de perfil, pero le molestan los toreros con poderío, y eso es contradictorio. Y también les gusta el arte aunque a veces no diferencian bien una composición estéticamente pura de un gesto de altivez chulesca. Estas cualidades las tienen no menos de 25 toreros del escalafón actual. ¿qué hay de particular para que sea “torero de Madrid” ¡Ah!: – y eso es impredecible- caer bien al Siete. Esto no se diferencia mucho de jugar ¡y acertar! a la ruleta en el casino de Torrelodones. Aunque empiezo a pensar que tiene que ver con un concepto del “gesto” (como expresión mímica de sufrimiento que se trasmite), y de “gesta” (como actividad desafiante e inesperada efectuada a niveles teóricamente superiores a la capacidad del “gesticultor”). Practicado y trasmitido este gesto, si “cala” emotivamente en el personal ya se puede torear dentro o fuera de los cánones, se puede perder la ortodoxia y hasta la ortografía. Empieza a poder ser visto como “torero de Madrid” descorchador de Puertas Grandes.
Ahora ha entrado, o está a punto de entrar en ese lote el diestro murciano de Lorca Paco Ureña a quien le han florecido “sus partes” en el otoño de su carrera, o le ha entrado por dicha zona un producto picante local porque el tío viene desaforado a la conquista de este espacio. Desde luego Paco Ureña es particularmente valiente. Va allá donde está el toro contra los avisos negros que éste le envía; llegado a su jurisdicción torea con la mano baja, no da trapazos feos ni de alivio, y se cruza con el toro para cargar la suerte, alargar el lance y darle buena salida para enganchar la serie. En la suerte suprema se lanza directamente, tan por derecho y olvidado de cruzarse que la mayor parte de las veces queda encunado teniendo que dar gracias a Dios por la amplitud que suelen llevar los toros que se lidian en las Ventas de esta dimensión. Lleva el gesto crispado (¿está ahí el secreto?) y su aporte artístico es una sutil y alternante mezcolanza de la armonía de Salzillo con la furia desatada de un baile por fandangos murcianos.
La gente le aplaude, él constriñe el gesto, y da vueltas al ruedo con el mismo fervor que se sigue a un paso de La Dolorosa en la Semana de Pasión.
Paco Ureña, sigue así. Aprovecha la circunstancia antes de que San Isidro venga a “atorear” en Madrid como anunció el Guerra.