Historia del Alcoholismo en la Provincia de León: Un problema pendiente de Memoria, de Reconocimiento o de Gratitud.
El alcoholismo es casi tan viejo como la historia del hombre. En León siempre hubo, como hay y me temo que habrá enfermos alcohólicos. Es demasiado facilitador el entorno, demasiadas las ilusiones de escaparse del sufrimiento y demasiados también los deseos de un goce liberador en el hombre para no dejarse tentar por un producto que en una de sus caras le ofrece todas esas perspectivas.Sin embargo, con ser antigua la historia de esa enfermedad no es así la historia de la atención específica a la misma. La asistencia “oficial” tanto médica como social a este problema nunca pasó, y hoy aún no pasa, por la atención de lo que le es esencial de ella: el deseo compulsivo a beber sin la libertad y/o la voluntariedad del hacerlo, sólo se han ocupado de sus consecuencias. La organización médica sigue confundiendo la dependencia alcohólica con un simple excesivo consumo del mismo, etiqueta cuadros clínicos y en el mejor de los casos intenta atenuar los efectos de una intoxicación crónica. El sistema de asistencia social trata de dar acogida a los efectos colaterales de la enfermedad. Ahí limitan sus cometidos.Va a ser el movimiento de Alcohólicos Anónimos (A.A), nacido en los EEUU en la primera mitad del siglo pasado, el que intente poner en marcha un enfoque terapéutico dirigido al punto central de la problemática: tanto al deseo compulsivo a beber como a las tarea de rehabilitación del enfermo alcohólico y su entorno, a través de actividades terapéuticas de Grupo y de transformar al enfermo alcohólico en rehabilitación en agente de salud para otros enfermos alcohólicos. Este movimiento se extiende por todo el mundo y ya a finales de los años 60 existían núcleos en España.
En León, la –vamos a llamarla así – la “primera célula antialcohólica” surge en el verano de 1970, propiciada por un miembro de Alcohólicos Anónimos (AA) de Asturias que promueve entre varios enfermos de alcoholismo ingresados en ese momento en el Hospital Siquiátrico Santa Isabel un compromiso de intentar continuar reuniones en grupo para reforzar su abstinencia. Los siete pacientes que lo componen primeramente así lo hacen solicitando que el grupo sea coordinado por el Psiquiatra Valentín Rodríguez Melón que había facilitado los primeros encuentros (y cuya labor terapéutica y de apoyo va a continuar por 25 años más al frente de ese Grupo).
Estamos en lo que podríamos denominar Período de Formación. Se utilizan para las reuniones estancias del propio Hospital o dependencias de la Iglesia de Puente Castro cedidas por el propio párroco. La consistencia del Grupo era muy frágil y estábamos llenos de incertidumbre. Necesitábamos apoyos (que nos siguieron prestando grupos de AA de provincias próximas) pero sobre todo necesitábamos un espacio de Libertad y definir nuestra Identidad. Y aquí nos llegó una especie de “regalo de Navidad” por parte de la Caja de Ahorros de nuestra ciudad que adquirió el compromiso de hacerse cargo del alquiler de un piso donde podíamos instalarnos para nuestras actividades y para ofrecer una referencia continuada y pública de nosotros. Fue nuestra primera sede situada en la calle Batalla de Clavijo; desde ahí definimos nuestra identidad por sus funciones: Aceptamos ayudas económicos del exterior para nuestras necesidades, se aceptó definitivamente la incorporación de técnicos para las terapias y se instauró como método de trabajo la Psicoterapia grupo-analítica, inscribiéndonos como Grupo Navidad 71 dentro de las Asociaciones de Ex -Alcohólicos Rehabilitados de España. (Fue la base de lo que luego sería ARLE: Alcohólicos rehabilitados de León). La aceptación de estos postulados nos llevó a separarnos de la organización de AA, ellos mantienen ortodoxamente otros principios distintos.
Ahí comenzó nuestro Período de Crecimiento. El grupo aumenta su tamaño de forma rápida a expensas de las captaciones que hacen los primeros rehabilitados. Y ya con más de alguna decena de miembros, el grupo recibe otro regalo, la incorporación a las tareas del grupo y de la Asociación de la Trabajadora Social Olga Cobo Fernández, que permanecerá ligada a ella de forma voluntaria y gratuita hasta más allá de su jubilación. Arropándonos unos a otros emprendemos por toda la provincia la tarea de información sobre la enfermedad alcohólica, teníamos como objetivo la creación de una Red de sostén para miembros o de grupos diseminados con la esperanza de crear un sistema de referencia y acceso posible en cualquier parte de nuestro territorio. Realizábamos una actividad (casi híper) entre técnicos y enfermos, con charlas-coloquios, conferencias, participaciones mediáticas, tutorización de grupos, etc..; nuestra actividad se extendió a Laciana, Cacabelos, Ponferrada, Astorga, Cistierna, Sabero, Boñar, Santa Mª del Paramo, etc.. Como consecuencia de ella se formaron grupos estables unos ligados a León (Laciana), otros que funcionaron largo tiempo (Astorga acompañados del Dr. Emiliano Franco), otros terminaron independizándose (Grupo BEDA en el Bierzo con el Dr. H. Trapote), otros aparecen de forma ya independiente (La Bañeza), etc.. A nivel nacional nuestro grupo tuvo su presencia en la totalidad de Congresos Nacionales con ponencias y comunicaciones. Este tiempo culmina concretándose en 1976 con la designación del Grupo de León como Sede y Organización del V Congreso Nacional de Alcohólicos Rehabilitados que se celebró bajo el lema del que será nuestro estilo de actuación: “ El Grupo y la Asociación como Unidad de Tratamiento y Rehabilitación para el enfermo alcohólico.
No duró mucho la estabilidad. Sin apenas tiempo de elaborar todo lo que nos dejó la experiencia de organizar un Congreso Nacional, perdimos la Sede Social y la ayuda institucional. Durante un tiempo vagabundeamos de forma parasitaria locales cedidos por el Seminario, Cáritas, Oscus, y hasta la propia calle. El grupo no se rompió, y al volver la ayuda institucional (pequeñas donaciones de la Caja de Ahorros, a veces de la Diputación, – espero que me perdonen que no les preceda del trato que corresponde – ) la Asociación pudo hacerse cargo de alquilar su 2ª sede en la calle Colón. Si hasta entonces nos habíamos formado y habíamos crecido ahora nos tocaba desarrollarnos, fué el Período de Creatividad. Se fundó el Grupo de Terapia para Familiares de enfermos alcohólicos, nuestra Sede sirvió como centro de prácticas de la Escuela de Trabajadores Sociales de León, se multiplicaron los encuentros intra-asociación (enfermos-familias) e inter-asociaciones (otras provincias), se participaba con ponencias en los congresos tanto autonómicos como Nacionales, y manteníamos dos frentes de tratamiento con modelos teórico-técnicos complementarios: el Modelo de Auto-Ayuda para familiares y el modelo de Psicoterapia Grupo-analítica para los enfermos alcohólicos (generalmente sesiones de un Macrogrupo homogéneo en torno a los 20-30 miembros), llegándose a “crear” un original modelo de técnica psicoterápica basado en la “imagen de un muñeco”. El Grupo y Asociación de León era respetados y valorados en el mundo del alcoholismo.
Estamos en los años 1990 y circunstancias personales me obligan a abandonar el Grupo aunque sigo ligado a él como Supervisor de Psicoterapia varios años más.
El grupo cambia de patrocinador – es ahora la Junta de Castilla y León la que permite su subsistencia física – y también las Sedes buscando una mayor amplitud y adecuación a sus fines, primero en la Avda. de Roma y luego – en la actualidad – en la Avda. José Aguado, perpetuando sus actividades habituales. A los técnicos anteriores se añadió un corto pero valioso tiempo el psicólogo José Carlos Arias, y finalmente van a ser las trabajadoras sociales: Victoria Álvarez y Marta Prieto las que van a dar continuidad de atención técnica al mismo. Están en lo que pudiera entenderse como Período de Mantenimiento. Se mantienen las actividades psicoterápicas de grupo con la perspectiva de un Proceso de Abstinencia y Maduración Personal, y las de la Asociación como captación, acogida y continuidad. Son tiempos ahora muy difíciles, la Administración es exigente, y el enfermo alcohólico está mayoritariamente atrapado en una patología dual que requiere de una atención y unos esfuerzos técnicos y personales impensados e imprevistos. Solo la unión y cooperación entre todos los que forman la Asociación puede soportar esas presiones y mantener su tarea.Lamento que en este resumen de historia no puedan entrar tantos y tantos nombres personales sin cuyo entusiasmo y sacrificio no hubiera sido posible este camino. Espero que se sientan representados en los nombres de los técnicos que me he permitido señalar muy lejos de una idea de corporativismo. La desaparición anónima no es justa con unas vidas entregadas a la comunidad. Probablemente Olga Cobo quiso enseñarnos tristemente el camino. Se fue entre el silencio más abominable de unas instituciones a las que siempre representó.
En estas fechas va a cumplir 45 años de existencia, casi medio siglo de Historia leonesa. No lo debe de haber hecho tan mal para perdurar tanto. Soñaremos que algún día estas mismas instituciones en sus vertientes socio-sanitarias se atrevan a respaldar e integrar (oficializar) en sus estructuras a una organización como ARLE que cumple una misión que ellos dejan de lado. Mientras tanto deseamos que su historia, logros y vocación les mantenga el ánimo. .-
León a 14 de Diciembre de 2016
Sr. Redactor-Jefe de El Diario de León
Carta a Dña. Cristina Fanjul, periodista.
Tengo ante mí el artículo publicado en el Diario de León con fecha 11 de febrero de 2017, sección Sociedad, pags. 50-51 bajo el título de “El Ruido duele, … y mucho”, sobre el que deseo hacer algún comentario.
No sé cuál es su grado de compromiso o cooperación con el Dr. Francisco Luis Rodríguez para este tipo de trabajos, pero creo que sería conveniente revisarlo al menos en bien de la Psiquiatría para no hablar de forma tan ligera sobre temas relacionados con ella.
Hace ya varias semanas cuando Ud. trató el tema del alcoholismo con el mismo compañero Psiquiatra, me sorprendió lo que éste comentaba respecto al papel del Especialista prácticamente restringido a la atención farmacológica sobre los efectos secundarios de la intoxicación, de la dependencia o de sus complicaciones. (¡Hombre Francisco Luis, tenga a bien respetar el hecho de que tenemos colegas en esta misma Autonomía que están trabajando cuerpo a cuerpo, o cara a cara, con aspectos más básicos de ese problema, no con sus consecuencias finales!).
Pero, para centrarnos, obviemos también eso y vayamos al artículo de hoy.
Dudo que alguien con cierta proximidad a esta patología pueda aceptar con tanta ligereza palabras y problemas tales como: enfermedad mental, psicosis, depresiones o ansiedad tengan una conexión causal tan directa con el ruido como parecen pensar Uds.
Les acepto el uso del término Resiliencia que “hace a moderno” (por cierto algo ya desgastado por su inespecificidad) y que podríamos incluir dentro de la jerga psiquiátrica al uso, pero junto a eso nos encontramos con afirmaciones tales como que “el cerebro es de plástico” (copio literalmente) ¿Creen Uds. que se puede decir eso con total impunidad, que me imagino debida a haber confundido la característica de “plasticidad” del tejido cerebral por un material plástico al uso?
¿Es que realmente creen que pueden mantener sin avergonzarse la afirmación de que el ruido puede psicotizar a un individuo? ¿Es que nos imaginan tan simples como para poder creernos el caso clínico que describen del individuo que hace un delirio persecutorio porque unas vecinas universitarias levantan la persiana de su habitación? No puedo creer que sean ajenos a fenómenos dinámicos tan primarios como la proyección o el desplazamiento de las pulsiones. Como no me tengo por tonto, rechazo tenerlos a Uds, por ignorantes.
Y creo que deberían eliminar para siempre de su mente la gratuita afirmación de que el ruido de los vecinos produce psicosis en el mundo actual (me remito a copiar lo que dice su artículo)
No puedo detenerme en argumentar contra esos conceptos tan inconsistentes. Prefiero remitir a mi colega a una más atenta lectura de que se ha publicado respaldado por su nombre y cargo, y a suplicarle que en las próximas confidencias que se vea obligado a hacer a los medios sea algo más científico.
Dña. Cristina Fanjul: no sé cuál es su necesidad de escribir sobre temas psiquiátricos, pero si se siente en la obligación de hacerlo revise su colaboración con los técnicos, déjese guiar por ellos, elíjalos mejor, hágase revisar sus escritos o publique conocimientos de forma más exacta.
Mire Ud., puestos a elegir y si tengo que decantarme por alguno de sus artículos médico-psiquiátricos publicados me quedaría en el penúltimo que dedicaban a la feminidad y sus rasgos diferenciales. Aquello de … “el goce que goza mi gozo, no es el gozar con el gozo de mis goces “….. al menos entretenía y despertaba la curiosidad por lo que presuntamente enigmático, oracular o trabalenguas contenía. O incluso por la forma mística que se adivinaba tras esas palabras, nos sonaba “la música” como algo parecido a aquello de “….vivo sin vivir en mí …. “ de nuestra Santa Teresa.
Por favor, y por respeto, con la Psiquiatría, cualquier cosa menos frivolidades,
No somos unas páginas del antiguo Selecciones de Reader’s digest
Con respeto.
V. Rodríguez Melón
Psiquiatra.
Sr Presidente del Illmo. Colegio Oficial de Médicos de León
Estimado compañero:
He recibido en un correo circular emitido desde ese ilustre Colegio, el anuncio de la conferencia: Cerveza y Salud.
No he podido evitar la sorpresa – no agradable por supuesto – de saber y constatar que nuestra Institución médica respalda con su posición patrocinadora el consumo de bebidas alcohólicas.
Ud. sabe del problema del alcoholismo en nuestra Provincia, como en toda España, y muy especialmente del alcoholismo juvenil que progresa de forma alarmante y significativa,
Ud. sabe que la cerveza es una bebida alcohólica y como tal es la base de una sustancia capaz de producir por sí misma una drogodependencia. (Me niego a pensar que se apoye en el frívolo concepto de que contiene “poco alcohol” o de su consumo como “refresco” habitual).
Sabe también que si hay algo que facilite el acceso a este tipo de sustancias es una No información veraz sobre las mismas, una mala información o una información distorsionada desde los intereses de sus productores ¿cómo cree que podríamos calificar una información respaldada nada menos que por una Institución cuyo objetivo es el cuidado y la salud de la población?
Nosotros, a los médicos que nos ha tocado ponernos frente al problema del alcoholismo no proponemos una sociedad abstinente ni menos una “ley seca”. Sabemos que es una utopía para nuestra cultura y civilización latina, pero si esperamos que las entidades que asumen a su cargo la Sanidad y la Salud pública no preste cobertura a aquellos hábitos cuyo potencial de toxicidad y de efectos nocivos psico-físicos es tan manifiesto como es el consumo de alcohol.
Esperamos que tome conciencia de esta extraña circunstancia y tenga las reacciones y conductas pertinentes al caso.
Saludos de un compañero.
Sr. Redactor-Jefe de El Diario de León
Carta a Dña. Cristina Fanjul, periodista.
Tengo ante mí el artículo publicado en el Diario de León con fecha 11 de febrero de 2017, sección Sociedad, pags. 50-51 bajo el título de “El Ruido duele, … y mucho”, sobre el que deseo hacer algún comentario.
No sé cuál es su grado de compromiso o cooperación con el Dr. Francisco Luis Rodríguez para este tipo de trabajos, pero creo que sería conveniente revisarlo al menos en bien de la Psiquiatría para no hablar de forma tan ligera sobre temas relacionados con ella.
Hace ya varias semanas cuando Ud. trató el tema del alcoholismo con el mismo compañero Psiquiatra, me sorprendió lo que éste comentaba respecto al papel del Especialista prácticamente restringido a la atención farmacológica sobre los efectos secundarios de la intoxicación, de la dependencia o de sus complicaciones. (¡Hombre Francisco Luis, tenga a bien respetar el hecho de que tenemos colegas en esta misma Autonomía que están trabajando cuerpo a cuerpo, o cara a cara, con aspectos más básicos de ese problema, no con sus consecuencias finales!).
Pero, para centrarnos, obviemos también eso y vayamos al artículo de hoy.
Dudo que alguien con cierta proximidad a esta patología pueda aceptar con tanta ligereza palabras y problemas tales como: enfermedad mental, psicosis, depresiones o ansiedad tengan una conexión causal tan directa con el ruido como parecen pensar Uds.
Les acepto el uso del término Resiliencia que “hace a moderno” (por cierto algo ya desgastado por su inespecificidad) y que podríamos incluir dentro de la jerga psiquiátrica al uso, pero junto a eso nos encontramos con afirmaciones tales como que “el cerebro es de plástico” (copio literalmente) ¿Creen Uds. que se puede decir eso con total impunidad, que me imagino debida a haber confundido la característica de “plasticidad” del tejido cerebral por un material plástico al uso?
¿Es que realmente creen que pueden mantener sin avergonzarse la afirmación de que el ruido puede psicotizar a un individuo? ¿Es que nos imaginan tan simples como para poder creernos el caso clínico que describen del individuo que hace un delirio persecutorio porque unas vecinas universitarias levantan la persiana de su habitación? No puedo creer que sean ajenos a fenómenos dinámicos tan primarios como la proyección o el desplazamiento de las pulsiones. Como no me tengo por tonto, rechazo tenerlos a Uds, por ignorantes.
Y creo que deberían eliminar para siempre de su mente la gratuita afirmación de que el ruido de los vecinos produce psicosis en el mundo actual (me remito a copiar lo que dice su artículo)
No puedo detenerme en argumentar contra esos conceptos tan inconsistentes. Prefiero remitir a mi colega a una más atenta lectura de que se ha publicado respaldado por su nombre y cargo, y a suplicarle que en las próximas confidencias que se vea obligado a hacer a los medios sea algo más científico.
Dña. Cristina Fanjul: no sé cuál es su necesidad de escribir sobre temas psiquiátricos, pero si se siente en la obligación de hacerlo revise su colaboración con los técnicos, déjese guiar por ellos, elíjalos mejor, hágase revisar sus escritos o publique conocimientos de forma más exacta.
Mire Ud., puestos a elegir y si tengo que decantarme por alguno de sus artículos médico-psiquiátricos publicados me quedaría en el penúltimo que dedicaban a la feminidad y sus rasgos diferenciales. Aquello de … “el goce que goza mi gozo, no es el gozar con el gozo de mis goces “….. al menos entretenía y despertaba la curiosidad por lo que presuntamente enigmático, oracular o trabalenguas contenía. O incluso por la forma mística que se adivinaba tras esas palabras, nos sonaba “la música” como algo parecido a aquello de “….vivo sin vivir en mí …. “ de nuestra Santa Teresa.
Por favor, y por respeto, con la Psiquiatría, cualquier cosa menos frivolidades,
No somos unas páginas del antiguo Selecciones de Reader’s digest
Con respeto.
V. Rodríguez Melón
Psiquiatra.