EL “HIPERREALISMO” EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA
Introducción
Recuerdo que en las X Jornadas de la AEPP de Sevilla (Mayo de 2008), el profesor León Febres-Cordero, escritor y dramaturgo, que participaba en una de las Ponencias, eligió como metáfora para hablar de los dos planos del aparato psíquico, una imagen de las procesiones de la Semana Santa Sevillana, particularmente gráfica y evocadora.
Imagínense Uds.- proponía – un paso desfilando por el Puente de Triana, y desplacemos nuestra mirada hacia abajo, hacia las sombras de ese paso con sus nazarenos reflejadas sobre el río Guadalquivir, sombras distorsionadas por el discurrir y las corrientes del agua, hasta constituirse en un acompañamiento inquietante y fantasmal.
Ubiquemos imaginativamente nuestro Inconsciente o nuestro Mundo Interno en ese “mundo de sombras” del río. Ese es el campo de nuestro trabajo: En y Entre esas sombras; delimitándolas, definiéndolas, cuando no descubriendo otras nuevas o haciéndolas más perceptibles dentro de la turbulencia de la corriente, permitiendo entender o ampliar nuevas visiones de la otra escena. Ese es habitualmente nuestra tarea: traer lo sombrío y lo inquietante a lo más fácilmente manejable, ¿al consciente para ser simplistas?.
Ocurre que en ocasiones las cosas se alteran, se invierten, y que por algún cataclismo que nunca quisiéramos que ocurriera, el paso con sus nazarenos y el gentío que le rodea se precipitara al río. Ahí desaparecerían las sombras aplastadas por su propio objeto que las produce.
En Psicoterapia pasa con relativa frecuencia esto que acabamos de describir. En nuestra búsqueda activa o en nuestro encuentro pasivo con ese mundo interno o inconsciente, éste aparece aplastado y oculto por una hiper-realidad de los datos del mundo externo que lo vuelve apenas perceptible. Hay “tanta realidad consciente” en ese “material” que nos trae el paciente, que no parece que pudiéramos encontrar campo ni restos “sombríos” con los que trabajar.
Esta realidad interna queda obturada por esa realidad externa, tan abrumadora, que parece volverse in-transfigurable a la simbolización, y a nosotros desubicarnos de nuestro “hacer” inconsciente o trabajo analítico.
No hablamos desde luego de esa parte de la realidad que puede ser simbolizable o sobre la que se transfieren aspectos internos nuestros. Parte de la realidad que desde luego puede y debe de ser integradas al Self a través de interpretaciones extratransferenciales. Sino de esas situaciones en las que la realidad externa termina creando una situación bloqueante. Como dice P. Israël (la interpretación: Revista de Psicoanálisis de APM, nº 23.96) … … “desde que un paciente sitúa al analista en la realidad social, en detrimento de su postura de representación intrapsíquica, multiforme, estamos en una situación en la que el objeto (evidentemente psíquico) ya no está alimentado por proyecciones suscitadas por los movimientos pulsionales derivados de la transferencia. La realidad “concreta” (sensorioperceptiva) (externa diría yo) toma la delantera sobre la realidad psíquica que es la única que verdaderamente interesa al psicoanálisis…….”.-
¿Cuál es nuestra posición ante esas situaciones? ¿cambiamos el Encuadre y tomamos una actitud aunque psicoterápica no psicoanalítica de la situación? ¿esperamos a que disminuya la invasión de esa realidad para proseguir nuestro trabajo? ¿tratamos de simbolizarla? En una palabra: Cómo conservar nuestro papel de psicoterapeutas psicoanalíticos cuando la realidad externa invade masivamente la situación analítica y amenaza el vínculo. Ese va a ser el objeto de nuestro pensamiento en este trabajo.
Queremos decir ante todo que el objetivo de este trabajo es fundamentalmente práctico. No vamos a aportar nada nuevo ni a los conceptos de realidad, ni a una nueva ubicación metapsicológica de ésta. Va a ser simplemente un campo de reflexión sobre la técnica, una reflexión sobre este particular asunto de la presentación masiva de la realidad externa como material en nuestros análisis, su escucha, su manejo, sus diferencias, etc. Todo aquello, que después de años de experiencia de trabajo he podido almacenar y ha alcanzado la presión suficiente para desear salir hacia fuera venciendo la inhibición depresiva habitual de la privacidad. Algo, que probablemente a los nuevos psicoterapeutas les pueda servir de ayuda, y a los viejos de recuerdo.
La oportunidad de traer este tema a la reflexión, la encontramos justificada
- a) tanto por la patología que en la actualidad nos llega, ya que en nuestra práctica nos tenemos que hacer cargo no solo de aquellas estructuras neuróticas clásicas que puedan traer problemas de “Conflicto”, sino que nos enfrentamos a problemáticas que vienen derivados de una patología “de déficit evolutivo”, donde nuestro trabajo va a ser “hacer aparato psíquico”, y no el clásico de encontrar sentido a los derivados representacionales inconscientes.
Esto nos va a ocurrir en todos aquellos casos como las psicosis, los estados fronterizos, la psicosomática y las situaciones traumáticas. Ahí no hacemos interpretaciones de “significar” sino que tratamos a través de nuestras palabras de “crear las primeras representaciones”, a veces conscientes.
- b) como porque se hace cada vez más Psicoterapia Psicoanalítica, con Objetivos, Método y Encuadre Limitados, siempre algo diferentes al Psicoanálisis, y en la que por la existencia de un menor grado de Regresión y mayor de Control de la situación analítica, la cantidad de “realidad” que se presenta está hipertrofiada.
Y c) me parece observar a través de algún colega, que tal vez, nuevos modelos teóricos, hacen hincapié en el discurso verbal del paciente; y, pegados a su literalidad, se subraya la importancia de esa realidad externa o de la representación subjetiva o imaginaria de sus objetos, algo distinto de los objetos internos de la “realidad psíquica”.
Todo ello contribuye a que nos encontremos con un exceso de “material de Realidad” en nuestras consultas, de forma continuada o episódica, creador de resistencias a veces difíciles de vencer, y que hacen trabajoso e incómodo al analista encontrar una posición lo suficientemente distante para no identificarse con ello.
Concepto de Realidad Externa
El hiperrealismo
Evidentemente vamos a hablar de Realismo, o de Hiper-realismo, no desde un punto de vista filosófico, pero sí partiendo de su concepto como tal, entendido como (Diccionario del uso del español de M. Moliner .- Ed. Gredos), “aquella experiencia sensible que proporciona una información verdadera e ininterrumpida, aunque limitada del objeto, y que acarrea la creencia de un conocimiento fidedigno y directo del mundo real”.
Nuestro campo de trabajo, y del análisis de ese concepto de Realidad, va a estar limitado a la situación analítica.
Alguna reseña psicoanalítica del concepto de Realidad.
Tal vez debiéramos comenzar por definir lo que entenderemos por este Concepto, y en este sentido vamos a hacer dos aproximaciones teóricas;
Nos remitimos primeramente a Freud, que al final del capítulo VII de “La Interpretación de los sueños” habla de que ……la realidad psíquica es una forma de existencia que no debe de ser confundida con la realidad material. separando así la existencia de dos tipos de realidad. Y poco antes, en el mismo trabajo, anuncia la entrada de ese mundo de afuera en la psicoterapia cuando dice: “….. el valor teórico del estudio de los sucesos consistiría en sus aportaciones al conocimiento psicológico y en una preparación a la comprensión de la psiconeurosis…”.
Hay pues una realidad material de hechos del mundo externo, de sucesos, de percepciones que pueden ser usadas en el sentido no simbólico (no psícológico) y que nosotros identificamos como realidad externa.
Laplanche y Pontalis (Diccionario de Psicoanálisis ) comentan que “…la realidad percibida está en sintonía con la realidad buscada, por lo tanto lo que se percibe está íntimamente vinculado con lo deseado inconscientemente por un lado y con la defensa del Yo ante esto por otro….”.
Y añaden que cada objeto de la realidad – la cosa – tiene dos “partes”
- La “esencia de la cosa” , que es inaccesible
- Los atributos de la cosa, su parte variable, que sí es cognoscible a través de la imitación, la repetición en el propio cuerpo de los atributos del objeto “poniéndose en su lugar” (comprendiéndolo)
Y que el objetivo del Yo sería la adquisición progresiva de parte de esa realidad, bien porque en un momento fue suya y luego fue escindida, o bien porque contiene los objetos de satisfacción para él…”
Es en ese mundo externo donde están “esas cosas” que le interesan a nuestro Yo, para vincularse con ellas de alguna manera.
Y tendríamos por tanto una posibilidad de existencia en la que las “cosas”, los “objetos de esa realidad” existen de una “manera cruda”, con sus atributos que aún no han sido elaborados por el Yo para su adquisición e interés, aún “carentes de sentido”, aunque no por ello dejan de ser utilizados. (realidad externa o material) Y otra posibilidad de existencia en un “espacio mental” en la que los objetos de la realidad material ya están elaborados por un proceso de psicologizaciòn o mentalización (Realidad interna o psíquica).
Es claro que ambas posiciones son reversibles y que se puede pasar de uno a otro tipo de existencia según sean los intereses del Yo.
Lidia C. Agazzi y Armando Suárez en su “Psicoanálisis y Realidad”, nos hablan de cómo aspectos del mundo externo entran en el discurso analítico de una forma inevitable interfiriendo a veces la neutralidad del analista. Constatan la existencia de lo que llaman una “Realidad actual”, “….constituida por el conjunto de ideologías, cosmovisiones y en general por todas las “noticias” del mundo externo, que no pueden ser elaboradas de otra forma que como quejas por parte del paciente. Éste, lo mismo que el analista, viven rodeados de acontecimientos que no pueden pasar desapercibidos, de multitud de factores comunes que es difícil que no incidan sobre el psiquismo: económicos, políticos, sociales, ideológicos, etc. factores con frecuencia coincidentes en su categorización como valores, y que por tal coincidencia de opinión, el analista puede estar particularmente inclinado a aceptar o a identificarse con ellos en su psiquismo…”.
Ocurre, que en ciertos análisis, o en ciertos momentos de un determinado análisis, las noticias de ese mundo son tan concretas, solapan tanto otras producciones psíquicas que puede parecer – como decía un colega nuestro – que “hay pacientes “planos” que no tienen inconsciente, o bien cuesta mucho ver éste debajo de tanta maraña de hiper-realismo.
¿de qué tipo de Realidad queremos hablar? .
Conceptos psicoanalíticos de realidad no encasillables en este hiperrealismo.
Nos parece más adecuado comenzar por describir lo que no es, o al menos de lo que no vamos a hablar en nuestro trabajo.
No tiene nada que ver con el concepto de registro de “lo Real” de Lacan, ni es tampoco una “pantalla de elementos Beta” desde el modelo de Bion. En este caso, y desde su Tabla, esta “realidad material” tendría una ubicación muy fija, saturada e inmóvil en la columna 2 de los usos defensivos del pensamiento.
Y también vamos a eliminar, aquellos productos de “realidad concreta de la cosa en sí” que podemos observar en pacientes que tienen dificultades para el proceso de Simbolización como en el discurso de ciertos pacientes psicóticos, fronterizos o psicosomáticos.
Y sobre todo queremos descartar lo que podríamos entender como una “Realidad impactante”, a la que se puede adscribir el término de Traumático”, Para un manejo más práctico del concepto de suceso traumático reservamos éste para referirnos a aquellos casos en los que un acontecimiento externo, que por la intensidad de estímulo que aporta, por su cualidad o por el estado deficitario del receptáculo mental que lo recibe supera, destruye o está “más allá” de las capacidades de elaboración del aparato psíquico, y se constituye en una “zona externa” del aparato psíquico, o, como dice HARTKE en su aplicación psicoanalítico-psicoterápica, a aquella cualidad de emociones que “… excede la capacidad de continencia de la pareja analítica, hasta el punto de generar un periodo o área de desmentalización en el psiquismo de uno o de los dos participantes….”. concepto que correspondería al de las “Neurosis Traumáticas”.
Concepto del que vamos a hablar
El concepto de realidad externa del que queremos hablar, y de la que – volvemos a repetir – solo la circunscribimos al Setting, al espacio de la Situación analítica, es un discurso repleto de referencias a sucesos y hechos de la realidad externa, que ocupan la casi totalidad de la sesión de psicoterapia, generalmente expuestos en una narrativa continuada. La consecuencia de ese plus de realidad para el aparato psíquico es la de abandono o incapacidad de realizar éste, al menos de forma temporal, su tarea de significar y/o de simbolizar esos hechos. Este tipo de discurso despierta en el analista por vía contatransferencial un riesgo de identificación con este “abandono de funciones”, y que como consecuencia también limite y suspenda su “atención flotante”, haga una relación colusiva con él y termine realizando: apoyos, asertividades, maternajes, consejos, rechazos, etc.. sistemas también de la realidad externa, que aunque son perfectamente comprensibles, ni son analíticos ni nos sentimos cómodos trabajando con ellos.
Se trata pues, como dato central, del uso de la realidad externa con intenciones y/o resistenciales.
Recordemos en este punto a Anna FREUD en su “El Yo y los mecanismos de Defensa” que ya menciona una “Transferencia de actividades defensivas”, una auténtica Transferencia de Defensa en la que “.. tanto los impulsos instintivos como las reacciones defensivas contra los sentimientos transferenciales empiezan a actuar como hechos de la vida diaria.. o … todo el material que sirve para el análisis del Yo (su función perceptiva de la realidad externa) surge en la técnica como una defensa frente al análisis del Ello…” . No podemos olvidar que desde Klein aceptamos que nuestra percepción del mundo externo está íntimamente transformada por la proyección de nuestro mundo interno, y reconozcamos que los objetos de esa realidad en que nos movemos, sirven como soporte tanto a nuestros deseos como a nuestras defensas.
Búsqueda de la contratransferencia
Widlocher habla de “que la cura psicoanalítica tiene la finalidad de concientizar esta transformación de lo real en “como si” lo fuese.” (está hablando del proceso de simbolización)”. Será pues nuestro trabajo de escucha y asociativo personal la actividad que, o bien nos acerca a responder a lo real del otro con algo real nuestro, o bien nos aleja para ver otra dimensión de esa realidad presentada. Solo esta actividad introspectiva de la mente del psicoterapeuta nos va a permitir aproximarnos a lo que acontece subjetivamente en el paciente.
Conviene tener presente que lo Psicoanalítico se desarrolla, o al menos inicia su desarrollo en la mente del analista, en los pensamientos que se construyen acompañando a la escucha del material del otro, en la dialéctica entre realidad material y realidad psíquica.
Desde esa posición es necesario que su mente (la del terapeuta-analista) funcione al mismo tiempo en varios planos que le permita: recoger la comunicación del paciente y las representaciones que éste trae del mundo, compararlas con las suyas propias, escuchar sus personales asociaciones y sus críticas (núcleos de su Mundo interno), integrar todos esos niveles y luego poder seleccionar aquello que constituye un “hecho seleccionado” cuya formulación (interpretación), pueda facilitar la apertura a nuevas vías de pensamiento.
Cuando después de este trabajo asociativo-integrador-selectivo el analista se ve tentado a quedarse en el mismo plano de la realidad material que aporta su paciente, es muy probable que estemos ante un uso de la Realidad de tipo Defensivo o Resistencial.
Éste trabajo Contratransferencial del terapeuta, va a ser uno de los parámetros a utilizar tanto para detectar como para resolver este problema de “hiperrealidad” cuando tiende a bloquear el trabajo analítico.
Formas clínicas de presentación de este Hiperrealismo
Vamos a denominar así, como hiperrealismo, este estilo del discurso analítico, por su semejanza con el Movimiento artístico que lleva el mismo nombre y que trata de reflejar la realidad con la mayor exactitud posible,
Solo a nivel de facilitar una aproximación práctica al tema, voy a distinguir 3 tipos de presentación clínica de este Hiperrealismo, aunque evidentemente lo habitual será la existencia de formas mixtas de manejo individual de este medio de defensa. Para su clasificación y selección diferenciada he tomado en cuenta 5 parámetros:
a).- su descripción
b).- la estructura de la personalidad que tienen detrás y que corresponde a una determinada psicopatología
c).- por el objetivo
d).- por la manera de reaccionar a nuestras intervenciones interpretativas
e).- por la reacción contratransferencial más común que despiertan
I.- Hiperrealismo descriptivo,
a).- Se trata de un discurso verbal sintácticamente perfecto, expuesto en una narrativa clara y ordenada sobre sucesos del mundo de la realidad externa efectuado de forma detallada, minuciosa, rigurosa y exacta, siguiendo la leyes de la lógica y proporcionando un exceso de información de “los atributos sensoriales de la cosa” y un marcado cuidado en la exposición del aspecto formal del discurso. Este tipo de descripción es totalmente comparable al estilo lingüístico de Ruesch y Libermann que denominaron de la persona lógica.
Recuerdo a una de mis pacientes que mostraba esta variante con enorme exactitud. Su discurso era tan minucioso y detallista, tan repetidamente insistente sobre detalles, muchas veces periféricos, que al final había despojado de componente afectivo lo que quería contar, finalizaba la hora de análisis sin terminar la descripción, o producían en mí una Contratransferencia de somnolencia que me incapacitaba para usar psicoanalíticamente su material. Cuando – después de mucho trabajo de interpretación y elaboración – comenzó a perder este rasgo y mientras coexistía con otras formas de comunicación, ella lo denominaba “la Verdad Oficial de los hechos” como una manera de referirse a él de forma irónica.
b).- La personalidad que está detrás de este estilo discursivo va a ser por supuesto la organización o estructuras obsesivas.
c).- Su objetivo, es el ocultamiento o vaciamiento del mundo interno, afectivo, emocional y fantasmático que les perturba, y que no pueden ni integrar ni elaborar. Es por ello que se ven obligados a tratar el afecto con escisiones, negaciones o proyecciones, y para eso usan de la omnipotencia del pensamiento y de la palabra, con lo que intentan ahogar todo lo relacionado con el afecto y con la realidad psíquica. Todo lo quieren categorizar o moralizar, y están siempre a la búsqueda de Conductas y comportamientos que consideran más “normales”, o más “útiles” o más “adecuados”, y a los que tratan de adaptar aquellos contenidos que escuchan o descubren porque los consideran más adecuados a la “eliminación” de lo no deseado.
d).- A la interpretación, para ser aceptada, le exigen una construcción también lógica, exacta y completa, que no deje resquicios a la incertidumbre de otros significados o de fantasías.
Interpretación que tiene que ser racionalizada para no sentirla ajena, y que con la que suelen presionar trayendo unas veces preguntas, dilemas o silencios para provocar otras significaciones que ellos les resulte más fácil de poder englobar en ese código moral de adecuado/inadecuado para adoptar el comportamiento subsiguiente.
e).- Contratransferencialmente producen hastío, somnolencia, aburrimiento, y todo aquel conjunto de experiencias emocionales derivadas de la conexión de nuestro aparato psíquico con el de ellos, vacío y despojado de su cortejo afectivo, que nos llevan a conductas de desinterés por ellos, o – por identificación con la defensa – entrar a una seudoinvestigación de aspectos curiosos periféricos e intrascendentes del caso.
II.- Hiperrealismo dramático (no nos referimos aquí a un contenido de tipo trágico sino a la dramatización que hace el paciente de su discurso)
a).- Aquí el paciente trae generalmente un discurso sobre sí mismo, muy cargado de elementos preverbales que subrayan armónicamente el contenido del mismo. La mayor parte de las veces, versa sobre aquellos aspectos de su vida que siente molestos o dolorosos, (sufrimientos o síntomas) a los que da una significación “personal e intransferible” sobre causas, motivaciones, consecuencias, etc. todo ello desde modelos teóricos generalmente conscientes y biográficos.
No siempre estas construcciones conectan pasado con presente, y si lo hacen se apoyan en recuerdos o en experiencias a los que adjudican un efecto traumático inexorable, que no permite dudas y que generalmente les convierte en sufridores pasivos de su historia.
Descargas emocionales como llanto, risa, etc. salpican el discurso que expresa un trabajo en solitario donde el otro no tiene más papel que el que se le adjudica.
b).- Se verá más frecuentemente en pacientes portadores de un trastorno de ansiedad puro y/o tendencia a la organización fóbica o desplazamientos somáticos no siempre simbólicos.
Y es también el tipo de discurso que muestran aquellos pacientes, o que vienen con una enfermedad somática añadida, o que en el transcurso de la terapia aparece algún acontecimiento de enfermedad, de ellos o de sus familiares más allegados, una vez que se ha superado el posible efecto traumático de ese acontecimiento. Traen una y otra vez o su sintomatología o las consecuencias del acontecimiento doloroso al marco de la terapia no con la intención de simbolizar (lo que pueda ser simbolizable del cuadro), ni tan siquiera para una mejor elaboración del conflicto, sino como una forma “justificada” de interrumpir la labor analítica y sustituirla por soluciones de tipo médico, mágico, o de buscar en el terapeuta un compañero de “quitar importancia” o de negar la situación dolorosa.
c).- Su objetivo es la parálisis del otro, sobre el que a través de la fantasía inconsciente se le quiere depositar todo lo temido y extraño del sí-mismo, mientras ellos añoran la liberación de sus temores sin tener que conectar con el inconsciente temido.
El discurso,
– constituye realmente un elemento de seguridad contrafóbica que les permite seguir evitando otras emergencias inconscientes, por eso es relativamente frecuente que aceleren un final que consiste en una huída a la salud, con un alivio de su síntoma o su sustitución por otra organización defensiva.
– o es una prueba a la que nos someten hasta percibir cuánto de ellos podemos recibir y elaborar
d).- Cualquier intervención interpretativa nuestra interrumpe su discurso, su mecanismo de seguridad, es muy difícil que cambie su cadena asociativa y sus reacciones-respuestas oscilan entre:
– cuando la interpretación es escuchada, suele ser secuestrada, y el paciente retoma su discurso anterior como si no hubiera habido interrupción,
– la presentación de signos claros de rechazo o malestar, que va desde la simple contrariedad hasta la presentación de una RTN para bloquearla
– o, en el mejor de los casos, es escuchada y englobada con la visión que ellos traen de sí mismos, llegando a un resultado final que resulta una conjunción entre ambas perspectivas. Casi podríamos hablar de un pensamiento intermedio de posible posterior evolución.
e).- Nos hacen movernos en dos direcciones desde esa posición de Exclusión o Prueba en la que nos coloca el paciente:
– o bien desde ese afuera al que nos lleva, soportamos la situación con la expectativa de crear un Continente más amplio que albergue esos contenidos en actitudes de sobreprotección paternalista o de maternaje.
– o bien desde esa exclusión, herido nuestro narcisismo, y desde posiciones teoréticas psicoanalíticas, entramos en discusiones dialécticas con ellos tratando de rebatir sus hipótesis con las nuestras creando vías paralelas, o llegando hasta el rechazo más o menos encubierto.
Un ejemplo clínico:
Paciente con una relación muy dependiente. Durante su terapia su pareja sufre un accidente de tráfico con posibilidad de dejar secuelas irreversibles que le invaliden total o parcialmente. Su análisis se ve interferido por todas las preocupaciones, ansiedades y temores que tiene en elación a ésta situación tan dolorosa y a la incertidumbre de poder hacerse cargo de su vida y de sus hijos sin ese objeto de apoyo. Convierte así sus sesiones durante varios meses, en una queja continua alrededor de esta situación (la lesión e incapacidad de su pareja, su futura situación sin trabajo, conflictos de sus hijos adolescentes, etc..) sin poder salir de ella y sin que yo encuentre actitudes que parezcan aliviarle o que puedan cambiar su actitud. Siento que aunque pueda ayudarle a fortalecer el Yo e impedir su desestructuración traumática, mis intervenciones no sirven para volver a retomar su desarrollo psíquico.
En un sueño, la paciente “oye que le llaman Marilyn” (su nombre tiene – a nivel coloquial y familiar – un sonido semejante). El análisis del sueño permite ver que el nombre de Marilyn, (evidentemente asociado al mito de M. Monroe ) escondía toda un área de una sexualidad que permanece reprimida y oculta por un tipo de relación de objeto dependiente y castrador, primero con su padre, luego con su esposo y que actual y transferencialmente trata de perpetuar conmigo.
Su victimosidad y demanda de apoyo, justificadas en esa realidad dramática que ella vivía, eran “usadas” al servicio de la resistencia a profundizar su análisis y a reforzar la represión sobre su sexualidad e identidad femenina.
C.- Hiperrealismo exigente, superyoico o demandante
a).- El paciente trae una y otra vez o bien un síntoma, o bien una estructura, o bien algún hecho de la vida real y externa, que a pesar de haber sido significado e interpretado desde múltiples puntos de vista parece no haber sido ni integrado ni diluido en el resto de su personalidad.
Su forma de presentarlo es como si fuera algo nuevo, esperando una visión también nueva sobre él que cambie el rumbo de las cosas. Suelen asociar una presión en forma de conductas de espera (silencios), preguntas (espera de respuestas) o formulan distintos significados de los que nosotros hemos efectuado antes, mientras observan si su cambio produce también alguna corrección por nuestra parte .
b).- Lo vamos a observar en pacientes con personalidad narcisista o con núcleos mayoritariamente narcisistas en su constitución. Unas veces en forma de petición exigente y repetida de otras soluciones que faciliten la conservación de un ideal, (como puede ser una interpretación tan perfecta y completa que cambie totalmente la realidad subjetiva), o bien como queja lastimosa, presionante, a la espera de un cambio en el Encuadre interno (actitud del analista), para adecuarlo mejor a deseos evitativos.
Ejemplo clínico: Un paciente de mediana edad, con fuertes rasgos narcisistas, se enfrenta a la desilusión de su matrimonio efectuado un par de años atrás; desilusión que provoca progresivamente un cuadro depresivo con importantes inhibiciones de las funciones yoicas. En la terapia una y otra vez, su discurso se centra únicamente en los conflictos de/y con su pareja a la que había elegido como “salvadora” de una situación vital difícil por la que estaba pasando (“crisis de la edad media de la vida”).
Apoyado en aspectos objetivos del comportamiento de ella (fácilmente criticables) repite los mismos problemas a pesar de las numerosas intervenciones interpretativas que desde todos los ángulos posibles que se le hicieron de su realidad psíquica. Nos presionaba insistiendo en “alguna interpretación nueva y grandiosa”, sobre su pareja, que le permitiera reconstruir su matrimonio en los niveles ideales que tenía al principio.
Solo cuando él pudo aceptar que su problema era necesitar un otro, una pareja, algo que difícilmente cabía en su orgullo narcisista, pudo continuar su terapia y enfrentarse a su depresión de forma distinta y a las pérdidas presentes y futuras que tenía que elaborar.
c).- Estos pacientes vienen a la búsqueda de una intervención-actuación que produzca un cambio, y un cambio que retorne un estado de Ideal o de Omnipotencia perdida.
El material es “enviado a nosotros” desde una situación transferencial en la que:
– o somos un Objeto Ideal que mostramos (u ocultamos) una solución también idealizada pero que de alguna manera existe.
– o ellos, identificados con un SuperYo exigente, nos colocan en la posición de su Yo, entregado a la tarea inacabable de tranquilizar esa instancia superyoica, y trasladando ese “camina o revienta” que es su vida en un intento de que nosotros repitamos su dinámica.
d).- habitualmente estos pacientes escuchan silenciosamente nuestras interpretaciones, pero no suelen elaborarlas dentro de la sesión. Posiblemente no toleran ser invadidos por cosas ajenas y tienen que sufrir un proceso de transformación hasta sentirlas como propias (roban nuestras interpretaciones e intentan hacerlas suyas), como si fueran el aparato digestivo de los rumiantes que almacenan en su “buche” los alimentos antes de incorporarlos a un proceso de digestión.
Llegado a éste punto de apropiación, sólo serán aceptadas si tienen el poder mágico de cambiar los hechos de la realidad. De no ser así, vuelve el material una y otra vez, en lo que perdura el proceso de des-idealización del paciente.
e).- Nuestra Contratransferencia va a estar en relación con respuestas reactivas a esa sobrecarga de exigencia y de trabajo con el que esos pacientes nos obsequian. Y desde ahí habrá:
– momentos de sentirnos impotentes ante esa realidad, cuando por I. P. han conseguido colocarnos las experiencias de no omnipotencia que ellos tratan de no sufrir.
– o bien exigidos como somos, e identificados con ese objeto Ideal narcisista que se resisten a perder, vamos a responder con una sobre-interpretación que calme sus demandas.
– o finalmente, y esto va a ocurrir más veces de las que desearíamos, nos vemos haciendo Reajustes al Encuadre y tratando de poner Límites y Realidad tanto externa (no Omnipotencia para cambios en ella) como interna (delimitando cual es nuestro nivel de trabajo), que responden así a la mala tolerancia a una realidad no omnipotente a la que este tipo de pacientes cuesta tanto renunciar.
D.- Hiperrealismo Reactivo a la Interpretación.-
No vamos a extendernos demasiado en este capítulo, tan habituados como estamos a que nuestras intervenciones, particularmente cuando aportan fantasías, deseos, emociones o sentimientos inhabituales serán rechazadas y negadas utilizando como argumentos datos de una “realidad incontestable”.
Por supuesto que los pacientes de estos tres tipos de discurso que he señalado, las presentan permanentemente, pero también las vamos a ver en cualquier otro tipo de analizando.
Tenemos que pensar, que ese rechazo tiene siempre la posibilidad de ser adecuado, y que no siempre el analista formula contenidos que estén dentro del inconsciente común de la pareja.
Es claro que en otras ocasiones serán la expresión de una Transferencia Hostil que habrá que elaborar juntos
Y no hay que descartar, al encontrarnos con este tope defensivo – firme y poderoso como una defensa psicótica -, que más que insistir en esa interpretación aunque la creamos veraz, nos conviene reflexionar y preguntarnos si no habremos llevado al paciente a un mundo tan lejano y extraño para él (a un Cambio Catastrófico) que ha de aferrase a datos de realidad externa para que su psiquismo no se derrumbe.
A menudo, las correcciones reactivas que desarrollan nuestros pacientes son una señal que nos ayuda a encontrar ese “caminar juntos”, a un “timming” necesario a nuestro trabajo. Habremos de tener en cuenta la fragilidad de su Yo, que antes ha de afirmarse en áreas como “la realidad externa” para adentrarse en nuevas experiencias.
Me voy a permitir traer un ejemplo clínico en este sentido: Una paciente en posición “cara a cara”, y mientras va hablando de sus conflictos en el medio familiar, va dando vueltas a un collar llamativo haciendo que yo me fije en él, no tarda en decirme que es un regalo de su madre. Añade que ella no se pone nunca sus joyas, y que ahora las trae a una Joyería que queda al lado de mi casa, fundamentalmente para que le arreglen su sistema de cierre. No quiere el sistema del collar que se mete y saca por la cabeza – porque ese siente asfixiada – sino que tenga un broche que permita cerrarlo y abrirlo.
Yo le digo que ella viene a que yo le ayude para ver si puede internalizar las cosas valiosas de su madre como mujer. Nunca las había aceptado porque rechazaba a ésta (la madre) por considerarla la única responsable de los celos infantiles. Situación que determinó una “huída” hacia el padre y el establecimiento de una relación de Dependencia que posteriormente ha marcado su relación con los hombres (evidentemente estoy tomando material de “mi historia analítica” con la paciente). Y que ahora, al menos una parte de ella, no quiere seguir mantenido ese tipo de vínculos sino tener algo femenino y valioso que le de cierta autonomía, sin dependencias –asfixia – y que ella pueda manejar: poner y quitar como el collar.
La interpretación, que me parecía tan clara fue rechazada de plano argumentando que si traía el collar era por la proximidad de mi casa a la Joyería y que nada tenía que ver ni con el tratamiento, ni con su madre, ni con lo que ella quería decirme.
Supongo que ejemplos de este tipo, los hemos tenido todos.
E.- Hiperrealismo de Objetos Inanimados.- Nos faltaría hablar – tal vez no nos hemos atrevido – de ese otro universo formado por aquellos objetos inanimados del mundo exterior con los que habitualmente estamos en relación.
Nos gustaría encontrar un modelo teórico próximo a lo analítico que nos acercara a una comprensión de esa cantidad de sucesos que acontecen a nuestro alrededor y para los que no encontramos explicación y sí una profunda sorpresa. Por ej. ¿a quién no le ha ocurrido que al ausentarse del domicilio la persona que lo organiza dejan de funcionar los aparatos electrodomésticos de la casa? ¿a quién no se le ha averiado el timbre de la puerta justo en el día y momento en el que había de llegar aquel determinado paciente frente al que nos sentimos incómodos o en dificultades?.
¿Es esto distinto a que nuestros animales domésticos de compañía expresen nuestros sentimientos ahogados o nos sorprendan con conductas esperadas y deseadas por nosotros?
Necesitaremos, no solo un nuevo Lorenz que pensara la etología desde un vértice psicoanalítico, sino otra vez el genio de Sigmund FREUD que volviera a escribir un nuevo trabajo sobre “Psicopatología de la vida cotidiana” esta vez referido a aquellos disfuncionamientos imprevistos, pero chocantes, de nuestros “familiares” objetos inanimados.
Actitud e intervenciones posibles ante el Hiperrealismo.-
Evidentemente no es intención de este trabajo ofrecer un compendio de actuaciones interpretativas sobre este tipo de material, ni presentar un “muestrario de actitudes psicoterápicas psicoanalíticas útiles” para manejar este uso de la Realidad Externa cuando se nos presenta, ya como mecanismo de defensa para evitar la invasión de lo desconocido o lo rechazado, ya como Resistencia a bloquear el proceso psicoanalítico de desarrollo del aparato psíquico.
Nuestra intencionalidad sigue siendo la de invitar y propiciar la Reflexión sobre la forma de escuchar este tipo de material, equiparable a las resistencias del “acting out” o de las “neurosis de carácter”.
Para hacer una intervención, nada podrá sustituir esa escucha analítica combinada y completa del material del paciente, de nuestra contratransferencia y de las vicisitudes de la pareja en Situación analítica dentro de una Psicoterapia.
De todos modos sí que queremos subrayar la posibilidad de un cambio o inversión de la Perspectiva (diferenciar del concepto de Reversión de perspectiva bioniano) con la que nos colocamos frente al material: Si consideramos el mundo exterior como una proyección del mundo interno, podemos también considerar la realidad exterior como el campo que penetra esa otra realidad psíquica y se pone al servicio de un sistema de defensas que lo ocultan.
Y, si habitualmente dirigimos nuestra atención hacia aquellas quiebras del discurso del paciente (lapsus, olvidos, equivocaciones, etc..) sobre ese mundo externo para acceder al inconsciente, podemos también observar que allí donde lo real nos muestra una excesiva fijación e impermeabilidad, es muy probable que subsista algo de ese otro mundo inquietante – alguna nueva sombra a descubrir – .
Esto es pues una invitación a reflexionar No sobre aquello que lo consciente ABRE sino sobre aquello que lo Consciente TAPA
Esta forma de trabajo no nos va a desviar de lo que es el objetivo del tratamiento psicoterápico-psicoanalítico: ir más allá de un beneficio sintomático y lograr que ese aparato psíquico “vuelva a tener su dimensión analítica” .
Cualquier intervención del terapeuta, se aproxime o no a lo que ortodoxamente conocemos como interpretación, no va a tener solo como objetivo dar un nuevo sentido al contenido mental, sino abrirle la vía a las cadenas asociativas para favorecer la emergencia de lo inconsciente.
Desde esta posición, cualquier cosa que nos traiga el paciente como dato o queja de una Realidad Externa, actual o pasada, deberá ser elaborado a través de su paso por la Transferencia. El inter-juego transferencial terapeuta-paciente es la lente psicoanalítica desde la que tenemos que ver los acontecimientos. Ni debemos siempre aceptar la realidad tal como nos la traen al tratamiento (Freud nos recuerda en “El porvenir de una Ilusión que “….todo aquello que se presenta como ideología del paciente en el consultorio habrá que articularlo como significaciones en su historia..”) ni intentamos un cambio imaginario de su representación. Pero sí intentaremos lograr una subjetividad dirigida a la realidad externa y al preconsciente, que lleve incluída su cortejo fantasmático personal y traduzca una vida más sintónica e integrada del Self.
Tomando las ideas de Tarachow (Interpretation and Reality in Psychoterapy), de que… “ el motor de todo trabajo psicoanalítico es la búsqueda del objeto perdido”…. el Paciente busca reconocer y encontrar ese objeto perdido en un objeto real. La Transferencia, ofrece sustitutos fantasmáticos a ese objeto perdido. La Interpretación, tomando esos dos caminos, introduce inevitablemente el duelo, y tiene como finalidad, transformar lo real en algo “como si” lo fuera, para ayudar a que el dolor sea más tolerable y que no desestabilice la psiquis del individuo…”.
El paciente portador de ese hiperrealismo que estamos describiendo, estaría aferrado a esos objetos reales que evitan el duelo y por él mismo no podrá elaborar esta situación de pérdida.
Sin embargo, la mayor parte de las veces es posible una intervención psicoanalítica en estas condiciones:
- Bien porque ese realismo siempre deja alguna fisura por la que se puede introducir una “cuña” y abrir nuevas vías de asociación
- Bien porque esa comunicación no deja de ser una comunicación al terapeuta, y por tanto de alguna manera impregnada de transferencias.
Introduciré una pequeña viñeta clínica:
Una paciente, que había logrado recientemente iniciar su independencia, hizo una reacción depresiva ligada a la crisis económica y del sector en el que se desenvolvía su trabajo. Reacción que comportaba una regresión a posiciones infantiles y a una proyección de sus pérdidas en los demás.
Diariamente llegaba a la sesión hablando de la situación terrible de pérdida, de las dificultades reales para mantener su puesto de trabajo esgrimiendo los datos que publicaban los periódicos, tanto en general como de su sector laboral, solicitando de mí un cambio de actitud en la terapia hacia un trato amigable y de apoyo.
Su discurso se fue haciendo en un tono más bajo, apenas perceptible, lo que me obligaba a cambiar mi posición física habitual en las sesiones, para acercarme más a él y poder escuchar sus palabras, y terminar en una proximidad que me hizo imaginar una relación madre-bebé..
Entendí estas manifestaciones dentro de la situación analítica junto con el uso dramático que hacía de los datos de la realidad, como muestras de “presión” para producir en mí un cambio de Encuadre (interno) y hacer conmigo una relación colusiva (regresiva) que comportaba: a) la huida del enfrentamiento “adulto” a la situación conflictiva, (lucha por el mantenimiento de su puesto laboral), b) la “suspensión” del trabajo analítico; que curiosamente coincidía con el período de separación e individuación que estaba iniciando y c), a nivel transferencial, un deseo de regresar a una posición de parasitismo.
Es por lo que vamos a necesitar muchas veces de “aportes activos de la técnica” para desarrollar nuestra tarea y de nuestra capacidad asociativa. Subrayamos aquí la importancia de la Contratransferencia no solo como detección del problema sino como llave posible para hacer intervenciones con carácter mutativo. Cambio psíquico que solo es posible si se trae este hiperrealismo a la Transferencia.
Estamos con M. Utrilla cuando enuncia que la creación de una Neurosis analítica (mejor que denominarla Neurosis de Transferencia) “… comienza con nuestra primera intervención al material que presenta el paciente… “. No solamente comienza – añado yo – , sino que se mantiene y desarrolla en la medida que hacemos intervenciones que “quiebran” con más facilidad esa resistencia.
En nuestra experiencia, las actuaciones que hemos observado como más útiles ante esta problemática son:
a).- El uso del Silencio.- suele ser un aceptable mecanismo. El Yo del paciente parece estar “sintónico” con ese uso que hace de la “realidad”. Nuestro silencio, la no respuesta a sus argumentos o descripciones, no le permiten ubicarnos como cómplices de esa sintonía, antes bien, mostramos con él una “asintonía” que a veces es suficiente para cambiar el rumbo de las cosas.
Por otra parte, el silencio facilita la aparición de fantasmas circulantes entre la pareja analítica lo que contribuye a traer nuevas y distintas asociaciones al discurso.
Pero hay que tener en cuenta que un porcentaje bastante elevado de pacientes que acuden hoy a psicoterapia psicoanalítica no toleran demasiado bien la privación sensorial que conlleva el uso del diván. Y que necesitan de ese control del terapeuta que significa la posición “cara a cara”. En esta dificultad que tienen para hacer una Regresión más profunda, tampoco pueden tolerar silencios prolongados que viven como muy persecutorios, y es por ello que este tecnicismo del silencio no es siempre aplicable con garantías.
b).- La traducción hermenéutica.- Tratarlo y significarlo como un sueño Es un método que hemos oído defender a D. Meltzer. Suele ser útil cuando además del material hiperrealista, contamos con otros datos de la sesión o de nuestra historia con el paciente, que podamos incluir en esa “re-construcción de significado onírico de la realidad”. Su riesgo, es un “caminar en paralelo” con el paciente y no lograr contactar con él y su inconsciente, sino con nuestros propios objetos internos removidos por la Contratransferencia.
c) .- Expresar nuestro pensamiento. Hacer intervenciones largas en las que pongamos en evidencia como construimos nuestros pensamientos-hipótesis: qué factores tomamos (datos de realidad), qué afectos y emociones adjuntamos (estén o no escindidos), qué fantasías añadimos (generalmente fruto de nuestra contratransferencia) y finalmente como hacemos un conjunto selectivo y coherente que pueda describir cual es el estado del mundo interno del paciente y que no sea excesivamente rechazado por su lógica realística.
Todo ello a la espera y búsqueda de que despierten en él, fenómenos de identificación e introyeción de nuestro funcionamiento mental y que así modifiquen un desarrollo psico-emocional más completo.
d).- Hacer interpretaciones de esas Transferencias extra-analíticas que aparecen en el discurso.
La pregunta es si interpretar lo no transferencial es psicoanálisis. Tenemos que aceptar la existencia de la Transferencia múltiple, particularmente frecuente en la Psicoterapia Psicoanalítica, en cuanto que el Encuadre que se utiliza en ésta es lo suficientemente escaso para poder acoger toda la transferencia.
Y que entendemos interpretar como el medio habitualmente utilizado que busca tanto el sentido de un acto como la integración de algo escindido del Self y como la apertura hacia nuevas cadenas asociativas. Desde esta posición, es evidente que las transferencias extra-analíticas son tributarias de interpretación. Pero ésta deberá de reservarse a aquellos momentos en los que coincida con la misma transferencia dentro de la situación analítica. Cuando se da esa “confluencia” es cuando más fácilmente se despiertan insight, integración, profundización de la transferencia y apertura a nuevos campos del inconsciente.
Efectuando estas interpretaciones en estos momentos conseguimos: por un lado, que estos nuevos contenidos que introducimos no sean recibidos como extraños ni violentos; y por otro, despertar en el paciente una curiosidad coincidente por nuestras formas de pensar en sus cosas, que en el mejor de los casos podría facilitar el desarrollo de una utópica Alianza Terapéutica que intentamos encontrar.
Fuera de estos momentos, las significaciones de conductas en la realidad externa, que a veces hacemos con la pretensión de evitar tendencias excesivas a la actuación o a la compulsión a la repetición, facilitan en general la Resistencia y mecanismos de defensa en intelectualizaciones.
e).- Mantenimiento del Encuadre
Pocas medidas hay que logren el desarrollo de lo psicoanalítico, como el mantenimiento de un Encuadre adecuado.
No olvidemos que el tipo de defensa-resistencia del que estamos hablando en cuanto que está fijado al manejo de una visión de la realidad externa excesivamente rígida y subjetiva, está muy cerca del tipo de defensas psicóticas que tienen como característica la modificación (en este caso perpetuación) de una determinada realidad.
Es por ello que el mantenimiento de lo que ciertos autores denominan Encuadre Externo (condiciones físicas inmóviles del tratamiento), es aquí necesario como muestra de límites de una realidad que no permite ni facilita manejos omnipotentes de cambio.
Paralelamente a él, es necesario el mantenimiento del Encuadre Interno (Actitud y Compromiso del terapeuta a lo largo del tratamiento) que marca la oferta de función de sus objetos internos al trabajo psicoanalítico. Esto es: intentar encontrar sentido a las cosas (eso es hacer-crear aparato psíquico).
f).- Trabajar en los bordes del problema,
Seguimos aquí la técnica que habitualmente nos ocurre con ciertas neurosis traumáticas y con ciertas patologías del desarrollo evolutivo, en las que se produce una especie de “agujero” o “falla” en el aparto psíquico que queda impedido en sus funciones específicas de significar y de modular la ansiedad.
Nuestro trabajo se circunscribe entonces a un caminar indagando en los “bordes” de esa falla para facilitar el “tejido de reconstrucción” .
Desde este paralelismo, siempre tenemos abierto el camino de explorar directa o indirectamente la relación del resto del psiquismo (del Self) con esa “realidad que impone”, su limitación, sus “beneficios”, su sufrimiento, etc.. Esta labor de “indagación” en el borde del problema – semejante en todo a lo que Meltzer también denomina así en una fase de su proceso de interpretación de sueños – , va a traer consigo no solo un rescate del Yo de esa invasión defensiva y del adormecimiento de sus funciones, sino también el logro de nuevos significados de esa Realidad exterior, nuevas Representaciones de la misma, menos rígidas y más abiertas a nuevas y distintas conexiones asociativas que nos puedan mostrar otros aspectos más próximas a su parte psicoanalítica de la personalidad.
Por supuesto que ni hemos agotado todas las posibilidades técnicas para afrontar el problema del Hiperrealismo, ni pretendemos atajar el noble y único medio psicoterapéutico que es el trabajo conjunto de la pareja analítica. Solo hemos pretendido incitar a la Reflexión sobre problemas viejos de nuestra ya centenaria técnica.
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RESUMEN
Se trata de una reflexión sobre la aparición de la Realidad Exterior en La Situación Analítica cuando ésta tiene un carácter marcadamente defensivo y resistencial al proceso terapéutico ya sea por su Cantidad (excesiva) como por su Calidad (invasiva de la relación terapeuta-paciente).
En el trabajo, tratamos de delimitar este concepto de Realidad Externa, la guía por la que reconocemos su uso defensivo (la Contratransferencia), y denominamos Hiperrealismo, por su parecido con este movimiento artístico pictórico, a esta contingencia de invasión del espacio de la sesión analítica.
Diferenciamos varios tipos de este Hiperrealismo en su presentación clínica, y su reconocimiento a través de unos parámetros fácilmente distinguibles, encontrando una correspondencia entre estos tipos, y determinadas estructuras u organizaciones psicopatológicas (obsesivo, fóbico y narcisístico).
En cuanto que presentan una dificultad técnica para su elaboración y resolución, subrayamos la necesidad de un cambio de vértice en la escucha psicoanalítica, así como unas actuaciones generales que en nuestra experiencia personal se han mostrado como útiles para facilitar su manejo y no dificultar el desarrollo del aparato psíquico.
SUMMARY
This paper deals with some thoughts about the appearance of the Outer Reality in the Analytic Situation when it has clearly a defensive and resistent use against the therapeutic process, whether because its Quantity (excessive) or its Quality (intrusive in the therapist-patient relationship).
We try to define the concept of Outer Reality, the guidelines by which we recognize its defensive use (Counter-transference) and we name Hyperrealism, because its similarities with this pictorial art movement, to this contingency of intrusion in the space of the analytic session.
We classify different types of Hyperrealism in clinical presentations, and how they are recognized by means of easily distinguisable parameters, finding a correlation between these types and specific psychopathological structures (obssesive, phobic, narcissistic).
Because it entails technical difficulties in its working through and resolution, we emphasize the need of a change of approach in the psychoanalytic listening, as well as some general interventions which, in our experience, have proved to be useful to facilitate its handling an not hinder the development of the psychic apparatus.
RÉSUMÉ
Il s’agit d’une réflexion sur l’apparition de la réalité extérieure dans la situation analytique lorsqu’elle présente un caractère nettement défensif et résistentiel au processus thérapeutique soit à cause de sa quantité (excessive) soit de sa qualité (invahissante) du rapport thérapeute-pacient.
Nous essayons ici de delimiter ce concept de réalité extérieure, le guide pour reconnaître son usage défensif (La Contratransférence), et nous appelons Hiperréalisme cette contingence d’invasion de l’espace de la séance analithique, à cause de sa similitude avec ce mouvement artistique.
Nous différencions plusieurs types de cet hiperréalisme dans sa présentation clinique et sa connaissance grace à des paramètres facilement différenciés, tout en trouvant une correspondence entre ces types et déterminées structures ou organisations psychopathologiques (obsessionnelle, phobique, narcisistique).
En tant qu’ils présentent une difficulté technique pour leur élaboration et résolution, nous soulignons le besoin d’un changement de vertice dans l’écoute psychoanalytique, ainsi que des actuations générales que dans notre expérience personelle se sont averées utiles pour faciliter leur conduite et ne pas difficulter le dévéloppement de l’appareil psychique.
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