LA ESCUCHA ANALÍTICA AMPLIADA HACIA LO INANIMADO
¿Adónde va lo escindido que rebasa los límites significantes y continentes de nuestra capacidad psíquica?
¿Cómo manejamos esos contenidos para su integración – mínimo objetivo de una cura – en un marco de Psicoterapia Psicoanalítica?
Tal vez sean las dos preguntas básicas a las que nos enfrentamos diariamente.
Pasaron los “tiempos felices” del desarrollo en un grupo familiar amplio que permitía múltiples juegos de ensayos de identificaciones y con ello la facilitación hacia estructuras organizadas neuróticas para las que estábamos teórica y técnicamente “preparados”. Ahora se crece deprisa, ya no hay tiempo para hacer estrategias estables frente a las pulsiones que no encuentran metas aceptables. Las evacuaciones mentales y los funcionamientos en identificaciones parciales e imitativas son los que nos permiten darnos una imagen de individuos relativamente adaptados.
Como también pasaron las expectativas -sin llegar nunca a cuajar – de vivir en una sociedad de cultura psicoanalítica en la que era posible encontrar pacientes comprometidos con una cura de Encuadre ortodoxo. No; ese “bien” se ha vuelto escasamente frecuente y nos tenemos que “apañar” en encuadres limitados, con regresiones controladas y exigencias de metas terapéuticas lejos de nuestras posibilidades técnicas reales.
De forma paralela y paradójica el psicoanálisis ha ido “creciendo” en profundidad y consistencia teórica; su desarrollo le lleva a ambicionar objetivos cada vez más difícultosos. Ya no nos conformamos con reconstruir lo reprimido, vamos a integrar lo disociado, a desarrollar nuestro aparato psíquico y a tratar de volver a la luz no solo lo escindido y renegado sino también lo no nacido. Y frente a esas demandas de ese Otro colocado unas veces fuera y otras dentro, el aparato psíquico sigue su “vieja costumbre” de resolver sus dolores psíquicos sacándoles del sistema, en una estrategia de “extrañamiento mental”. Sabemos cómo utiliza el cuerpo en toda la amplia gama de las somatizaciones, cómo lo traduce en conductas o comportamientos semiautomáticos y adaptativos que engolfan formas de seudo-self de buena aceptación social, como tiene a su disposición permanente al otro para procesos de Identificación proyectiva. Siempre evitándose, siempre fuera de ese Yo que pudiera percibirse como autor de sus propios dolores, siempre hacia un mundo externo lleno de objetos próximos, familiares, con los que actuar sin más fiscalidad que la de asegurarse un no retorno. Freud lo vió y o describió en su Psicopatología de la Vida Cotidiana; este trabajo no es más que un intento de continuación de su capítulo.
Quiero hacer una diferenciación entre lo que yo entiendo como Acto fallido (AF) y que una manera muy general abarca conductas efectuadas de forma activa por parte del paciente – desde las más simples hasta los Acting out más complejos – de las que podemos deducir una intencionalidad o significación inconsciente, de lo que vamos a considerar como hechos derivados de la impresión de un Objeto Externo Inanimado (O.E.I.). Estos últimos están constituidos por cualquier objeto inanimado de la realidad externa a nosotros con los que estamos en contacto directo o indirecto, habitual y permanente porque forman parte de nuestro desenvolvimiento habitual. (sirvan como ejemplo todos los utensilios electrodomésticos o electrónicos que usamos de forma rutinaria). Son objetos cuya condición física puede presentar una variación –tan simple como su estructura se lo permita, a veces simplemente funcionar o no funcionar – de forma pasiva, ajena a nuestros movimientos, y que desde esos cambios, y desde la percepción de los mismos pueden traernos información o ponernos en contacto con el mundo interno del paciente. Se sobreentiende que esta posibilidad de utilización solo cabe si forman parte del material de una sesión y dentro de un proceso psicoanalítico; es decir captados dentro de lo que entendemos como Escucha Analítica, o Escucha Analítica Ampliada. A este uso es a lo que yo he llamado en un trabajo anterior el “lenguaje de los objetos inanimados”.
A estas características había que añadir, para que tengan valor como elemento psicoanalítico, que generalmente su percepción, o mejor dicho la percepción de su cambio, forma parte de una experiencia de impacto emocional importante, inesperado, que rompe su participación habitualmente silente del entorno.
Sabemos que una cantidad de excitación sobrante que no logra representación mental, ya sea por un problema de déficit de función de sistema de para-excitación materna, o por falta de captura desde una función alfa que lo transforme en pre-pensamientos, o por repudio de su representación como defensa a un posible dolor psíquico de desamparo insoportable, va a seguir el principio de Repetición y a través de esta vía será evacuada en actos, enviada al soma para su tramitación extra-psíquica o colocada de forma ciega e indiscriminada en cualquier receptáculo de nuestro entorno.
Sabemos también que en cada sesión analítica la regresión comporta una sobredimensión del pasado y que eso facilita la emergencia de un INCONSCIENTE REPRIMIDO que siguiendo las leyes del Retorno y la Compulsión a la Repetición, aparecerá como síntoma o como relación transferencial, es nuestra parte neurótica. Junto a él, aparece también ese otro INCONSCIENTE ESCINDIDO, nunca representado, nunca memorizado, pero capturable por el analista a través de su Contratransferencia, de su Escucha y Memoria ampliadas, y utilizable – previa transformación en la mente de éste – para ser usado en interpretaciones y construcciones.
Ambos funcionamientos, neurótico y no-neurótico conviven habitualmente.
Para una mejor clarificación de esta exposición se aporta un material clínico de una sesión en la que podemos ver y diferenciar muestras de los clásicos actos fallidos definidos por Freud, (AF) y aquellas reacciones ligadas de alguna manera a cambios de los objetos inanimados de nuestro exterior (OEI), captables por la mente del analista, y que yo he denominado en otro trabajo: “ El lenguaje de los objetos inanimados” .
La secuencia que presentamos de la sesión no sigue la cronología de los acontecimientos, ha sido elegida así para facilitar la muestra.
Dos de esas muestras (I y II) forman parte de un Inconsciente Escindido y que englobamos como alteraciones de los Objetos inanimados que pueden ser comprendidas como imágenes especulares y escindidas de aspectos dinámicos del Self, que vuelven desde “lo real” siguiendo la dinámica psicótica lacaniana.
Otras dos (III y IV) forman parte del Inconsciente Reprimido, que siguiendo la leyes del Retorno freudiano determinan conductas más o menos simbólicas (depende de la personalidad de base del paciente) en las que podemos deducir el tipo de pulsiones reprimidas por el Yo.
La paciente inició su tratamiento por un estado de ansiedad difusa que se acompañaba de somatizaciones diversas. En torno a la cuarentena, Elena vive con su madre con la que mantiene una relación de dependencia parasitaria, mientras que a nivel de realidad externa es exitosa y brillante en su profesión. (No podemos aquí obviar la idea de normópata de Mc Dougall o la de personalidad sobreadaptada de Liberman)
En los días que preceden a la sesión Elena está particularmente angustiada ante el hecho de tener que cumplimentar un reto en su promoción profesional de su Empresa fuera de su lugar habitual. Había solicitado a su madre que le acompañara para servirla de apoyo, ésta se negó al principio (la madre de carácter narcisista, controladora y dominante, mantiene hacia la hija sentimientos ambivalente de apoyo afectuoso junto a rivalidades envidiosas por sus éxitos profesionales). Al final la madre accedió a ello cuando Elena le ofreció como compensación ir con ella ese fin de semana a un balneario próximo al lugar del trabajo.
La sesión que voy a comentar es la correspondiente a la vuelta de este acontecimiento, en la que comenta las cuatro actuaciones que podemos diferenciar:
I.- Mientras está fuera, la Empresa encargada de la Seguridad de su Hogar, le avisa de una avería eléctrica (caída de energía) que le suspenderá todo el sistema de alarmas instalado en la casa. Con ayuda de algunos amigos consigue re-establecer un funcionamiento eléctrico de supervivencia.
II.- Más adelante comprueba que con dicha avería han dejado de funcionar sus aparatos electrodomésticos y electrónicos (internet) que ella utiliza para comunicarse, conectar con el mundo, auténticas áreas de no conflictos (de no dependencia parasitaria) desde donde la paciente hace emerger una porción del Yo útil a su contacto y adaptación al mundo que le rodea.
Elena no puede deprimirse, se lo ha prohibido explícitamente su madre porque necesita de su vitalidad para su propio apoyo y desenvolvimiento. En esta situación sufre un derrumbamiento psico-somático, permaneciendo arrinconada y aislada hasta el arreglo de la avería y el retorno del funcionamiento de esta parte del entorno (sirva de recordatorio la idea de Bleger de la proyección en el ambiente de nuestras partes simbióticas) .
Ambos acontecimientos nos muestran con una claridad la situación interna de la paciente: la de una profunda reacción Depresiva anaclítica. (Dudo de que se pueda expresar mejor la Depresión infantil de Spitz que la que nos aporta este material).
Ella tomó en consideración esos datos para pensar que estaba gravemente afectada psíquicamente y necesitaba cuanto antes dar sentido a estos acontecimientos.
III.- Cuando terminó su trabajo y se dispusieron a acudir al balneario, al ir a confirmar la reserva, su sorpresa fue mayúscula al comprobar que la reserva las había hecho para una fecha distinta (¡dos meses más adelante!). No pudieron darle una solución porque el hotel-balneario estaba completo y no disponía de habitaciones libres para esas fechas.
IV.- Como remate de esta situación y ya desajustada toda la programación prevista aún se añadió otra confusión al no poder ajustar el funcionamiento de los Servicios de Transporte público a su horario y al lugar de salida para tomar el tren de retorno a casa. Confundió la estación, su acceso, y tuvieron que corregir todo lo planeado, estando a punto de complicarse definitivamente su regreso.
Parece claro que el objetivo inconsciente de estos actos fallidos era el de mostrarse torpe e incapaz ante su madre y de esta manera reforzar su lazo de Dependencia y restaurar la ligazón regresiva que le aporta seguridad.
He querido mostrar este doble funcionamiento en un mismo paciente, la coexistencia de síntomas claramente relacionados con dos tipos de Inconsciente, uno, el neurótico organizado desde la Represión y cuya escucha aislada nos hubiera llevado a interpretar un tipo de relaciones de objeto de tipo dependiente-masoquista, y otro viniendo desde la Escisión cuya significación nos aproximaba más al conocimiento de un importante fondo depresivo-melancólico.
Sabemos de la tendencia y de la facilidad de nuestro aparato psíquico para descargarse, mediante la Proyección, de todos aquél contenido que le resulta desagradable ya sea a través de la pulsión creando síntomas, resolviéndolo en relaciones objetales, retroalimentando su narcisismo o enviándolo al terreno de lo prepsíquico o de lo protomental.
En esa necesidad expulsiva nuestro aparato mental va a colocar parte de sus contenidos en el entorno y en los objetos inanimados de éste, particularmente en los que son familiares por su uso o por la constancia de la presentación. Los objetos inanimados se prestan a este uso, no solo por su capacidad receptiva de su uso, sino también por el alejamiento hasta la ajenidad de poder ser considerados parte del Yo salvaguardando el Ideal de éste de los aspectos menos tolerables por él.
Bion puso de manifiesto la capacidad de función reversible de los órganos sensoriales que forman la base de nuestro sistema perceptivo; no solo sirven para recibir y trasmitir estímulos desde el exterior, sino que también pueden hacer el recorrido a la inversa, evacuar hacia el entorno situaciones emocionales.
(No entramos aquí en la discusión de base científica sobre esta posibilidad sino en la evidencia clínica en la que nos apoyamos. De forma involuntaria – pero posiblemente de base intuitiva ¿o contratransferencial? – no es infrecuente que utilicemos estos “desajustes del entorno” como metáforas para apoyar alguna interpretación; y decimos por ejemplo: Ud. está tan a punto de quemarse como su coche averiado cuando realmente esta avería constituye la primera señal – cuando no la única del discurso – de un derrumbamiento psíquico).
Nuestros objetos externos inanimados (OEI), contienen siempre un índice de variabilidad dependiente de la complejidad de su estructura, y que va desde cambios sofisticados de forma, hasta el simple hecho de la presencia de su existencia, cambios que pueden dar lugar a cambios de su percepción o de su representación. Por sí mismos no tienen capacidad de significar la intención de un producto mental, – como no la tienen las variaciones fisiológicas de nuestro organismo movilizadas por una emoción somatizada y disociada – y necesitan de la mente de un Psicoanalista en su función (Situación y Proceso analítico) para poder adquirirla.
A lo largo de a cura y del proceso analítico, observamos siempre una emergencia del pasado, – o mejor dicho de la memoria – que no es más que la aproximación de todo ese contenido psíquico expulsado desde los lugares donde fue depositado y que al mismo tiempo se moviliza en la mente del analista una ampliación de sus recursos y capacidades posibles para la contención de elementos emocionales.
El aparato psíquico (del analista) tiene la tarea de crear Signos y la posibilidad de dar un sentido (Significar) a los mismos (+K ♂♀) como mejor forma de facilitar un Continente a los mismos, esa es la tarea de la Interpretación. A esta dinámica y a la posibilidad de captar hechos psíquicos que aparentemente no ocurren, es a lo que denominamos Escucha Ampliada, y dentro de ella, a la “memoria ampliada” o “memoria amnésica” para hechos del pasado con los que nunca hubo un discurso de la palabra.
El propósito en este trabajo, es mostrar la posible utilización del registro de estos cambios que se producen aparentemente de forma ajena y espontánea a nuestra personalidad, y que al caminar por la mente de un Analista y de su Escucha Ampliada puedan adquirir un sentido que nos permita conocer aspectos del Self del analizando, las más escindidas, las más rechazadas ya sea porque nunca tuvieron una representación de palabra que las permitiera entrar en el circuito neurótico (las partes más arcaicas o simbióticas ) o por un repudio particularmente violento a esta representación (partes ligadas a un dolor de Desamparo).
Nuestra labor de Psicoterapeutas psicoanalíticos consiste en observar y registrar todo lo que sobrellevan nuestros pacientes, (Escucha) y desde ese registro hacer una transformación (Significación) del mismo que pueda devolverse al paciente en un intercambio útil a su desarrollo a través de un conocimiento ampliado del Sí-mismo (Interpretación).
Dentro de la situación analítica y por los rasgos de ésta aparecen en la mente aspectos del Yo que buscan su representación (Empuje innato al crecimiento). Entre esos fenómenos a veces nos impactan acontecimientos de las circunstancias de la vida del paciente ligados a cambios en los objetos inanimados que le rodea. Si logramos vencer la resistencia a considerarlos fuera del terreno de lo psíquico, sentimos como ese material “nos empuja” a conexiones personales o ajenas que intentan buscar sentido y que al final pueden ordenarse-organizarse junto a otros elementos para constituir la base de una Interpretación. (Tienen la misma base para su utilización que la incorporación de conflictos extra-transferenciales a la interpretación para una mejor integración de los contenidos de ésta).
Esos OEI que nos proporcionan la posibilidad de convertirlos en elementos β y luego “alfabetizarlos” no son elementos extraños al normal desenvolvimiento del individuo; están al alcance de su sistema sensorial y gozan de esas características de ser Constantes, Familiares, Silentes o manejables. Son evidentemente de mayor y de más frecuente presentación en momentos de sobrecarga de ansiedad y en personalidades con un déficit de simbolización. Su integración en el material interpretativo solo es válida si lo hacen a través de una Construcción con otros elementos transferenciales, contratransferenciales y discursivos.
Es posible que la frecuencia de su aporte en el material de las sesiones y de la utilización de los mismos, tenga una relación con la forma en la que se desarrolla en la actualidad el niño. Pasaron los tiempos del crecimiento intrafamiliar que ofrecía multitud de objetos de relación a las diversas necesidades transferenciales y tiempo para una organización sólida de estrategias defensivas (neurosis, psicosis delirantes). El niño se desarrolla ahora desde los grupos de las Instituciones y pasa su tiempo manejando utensilios para actividades ligadas a su mundo afectivo; no es de extrañar que en éstos deposite con facilidad parte de su mundo interno (no tiene otra alternativa relacional), es muy dependiente de la utilización de este entorno. No es extraño que formen parte de su equipamiento psico-emocional y que tal vez tengamos que empezar a hablar de una Unidad Psico-somato-ambiental para una mejor comprensión del individuo.
He intentado en este trabajo subrayar la Escucha Analítica para aquellos acontecimientos que parecen suceder “casualidades aparentes” de nuestra vida diaria y que pertenecen al mundo de los objetos inanimados. A él me ha empujado la frecuencia de su observación en mi trabajo clínico así como la iluminación que me han proporcionado para vislumbrar aspectos no fácilmente reconocidos en nuestro mundo consciente y que creo que hay que incluir dentro en un Inconsciente Escindido acompañando a otra fenomenología actual.
No es mala guía retornar al trabajo de Freud de Psicopatología de la vida cotidiana para descubrir nuevas dimensiones del inconsciente
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