Aunque en la Introducción trato de explicar lo que creo que es este libro, (vengo de la medicina clásica y me gusta acompañar el producto del prospecto correspondiente), a la hora de hacer la presentación, me vuelvo a encontrar con la dificultad para intentar definir lo que se edita bajo el título de “Una semana de Psicoterapia”.
Tal vez un poco influenciado por la reciente exposición de Magritte, o porque a falta de una definición precisa, definirlo en negativo, o sea: decir lo que no es, me va a resultar un camino más fácil de seguir.
Así que tendré que empezar diciendo que este No es un Tratado de Técnica de Psicoterapia Psicoanalítica, aunque todo su contenido gira en torno a la aplicación de esta disciplina. y las variaciones correspondientes a trabajos realizados con un Encuadre no ortodoxo.
Tampoco quisiera que fuera tomado como un Documento personal de mi trabajo. No puede ser un resumen, ni una despedida de esta actividad de Psicoterapeuta psicoanalítico que me ha proporcionado una identidad no exenta de sufrimientos psíquicos, como de momentos a veces dichosos y más habitualmente tranquilizadores de mis exigencias superyoicas.
Ni es tampoco, un acúmulo de historias clínicas aunque haya una relativa profusión de las mismas. Conscientemente he procurado que los datos clínicos que aporto no sean cerrados ni tengan un final, para dejar abiertas esas resumidas historias o pequeña viñeta a otras posibilidades de pensamiento que surjan en el lector.
Y me temo que tampoco es una manera de ofrecer unas pautas de actuaciones específicas, de innovaciones técnicas, de descubrimientos meta-psicológicos o de nuevos hallazgos psicopatológicos como para ser tenido como tal. Es la expresión de un trabajo, no de una investigación.
Creo – y ahora vamos a lo positivo – que a lo que más se parece este libro, es a la Invitación al lector, es a compartir conmigo Aventuras de búsqueda de una verdad desde la perspectiva psicoanalítica. Eso es justamente lo que le decimos al paciente cuando de marcamos las básicas del contrato al inicio de un proceso de este tipo de psicoterapia. Mi intención es que me acompañen en esta serie de capítulos a buscar o encontrar “esas verdades” ya sean semejantes o no a las que yo expongo. Tal vez a lo que más se parece el libro es a un cuaderno de ejercicios prácticos sobre esta materia. Y que puedan libremente identificarse o diferenciarse, aprovecharse o desechar lo que consideren inadecuado, o que puedan usar personalmente lo que consideren válido.
Soy un creyente y defensor del Psicoanálisis como Teoría del psiquismo humano. Y entiendo la Psicoterapia Psicoanalítica como una de las posibilidades de un Psicoanálisis Aplicado, probablemente a la tarea más noble de las que pudiera hacerse cargo: entender y a través del conocimiento, aliviar el sufrimiento humano y facilitar su desarrollo.
Desde esta perspectiva no siempre podemos seguir las líneas de la ortodoxia de la aplicación del Psicoanálisis que todos conocemos. Y hemos de trabajar en aproximación ortodoxa a cualquiera de los modelos psicoanalíticos existentes en situaciones que no facilitan demasiado el acceso directo al inconsciente.
Ahí, en estos casos, donde la ortodoxia (vamos a llamar protocolaria, no cabe), ha de salir nuestra faceta artesanal y creativa para adaptar el psicoanálisis al paciente, cuando consideremos que pueda ser beneficiado de su aplicación en las condiciones que la pareja psicoanalítica haya podido trabajar.
Lo que les ofrezco en este libro, es una muestra del trabajo de Psicoterapia dentro de un Encuadre limitado por la frecuencia de las sesiones a 1-2 por semana y las vicisitudes que esta forma de aplicación trae consigo.
Estas consecuencias que ya todos sabemos o presentimos: pacientes con fijación al síntoma y su eliminación, buscadores de conductas adaptativas o de refuerzos narcisistas, generadores de actuaciones extratransferenciales, con importante disminución de los niveles de regresión y de relación transferencial. Todos estos problemas y dificultades han de salvarse por parte del psicoterapeuta con cambios que imponen las necesidad de un trabajo en común con el otro para lograr un ejercicio más competente y eficaz posible de nuestra profesión. Ahí deberán de aparecer los rasgos artesanales y creativos de nuestro trabajo para que la amplitud de su actividad en el mundo externo, no anule los intentos o logros de esta mínima cantidad de Situación analítica de la que disponemos.
Lo que sí puedo clarificar es la intencionalidad con la que ha sido escrito. He intentado hacer un libro de lectura fácil, lo explico en mi introducción, para que pueda ser leído de forma entretenida, no sé si ligera, pero no por ello superficial. Desearía ofrecer al lector un clima favorecedor de esa aventura que quiero correr con él.
Y al mismo tiempo mostrar también un esquema coherentemente organizado en el que el conjunto de elementos tenga una cierta cohesión. Es por ello que he dividido el libro en una alternancia entre Jornadas y Cesuras.
En lo que denomino Jornadas, y en cada una de ellas, trato de desarrollar determinadas estructuras psicopatológicas que son arrancadas de abajo arriba. Van desde su descripción clínica en forma de historias, casos, viñetas o la transcripción de sesiones, hasta llegar a conclusiones hipotétivancas, hasta su ubicación nosológica añadiendo maniobras técnicas que he considerado adecuadas en el Encuadre Limitado en el que trabajo. Por estas Jornadas van desfilando pacientes a-simbólicos, (psicosomáticos o caracteropáticos) y narcisistas junto a otros capítulos que subrayan aspectos técnicos: El Encuadre, la Escucha, Los Sueños, Transferencia y Contratransferencia, Resistencias e Interpretación.
De manera artificial, las he separado en días de la semana, es una licencia artificial que me he permitido establecer y que evidentemente no ocurre en la realidad de nuestro quehacer diario donde todo se mezcla a veces invasivamente. Pienso que estas pautas de espacios y contenidos separados, pueden ayudar a una comprensión más fácil de los temas expuestos.
Es probable que haya un exceso de material clínico, pero estoy convencido de que se enseña o se incorpora mejor con ejemplos de la realidad si estos logran aportar un plus de emocionalidad, que con las conceptualizaciones expresadas directamente. Las conclusiones que yo expongo como mías, están muy lejos de ser intervenciones cerradas o saturadas. Son hipótesis formuladas que tratan de acercarse con más o menos fortuna a ese imposible punto O de Bion.
Probablemente hoy cambiaría muchas de ellas porque las conclusiones se limitan a un momento del encuentro y del proceso. Con toda seguridad hoy cambiaría muchas de ellas, bienpor no vislumbras otras posibilidades más mutativas, bien por tener nuevas perspectivas del caso, por haber incorporado nuevos conocimientos, o por la aparición de nuevos conflictos/resistencias, o porque hayan hecho aparición nuevas áreas conflictivas.
No olvidemos que estamos ante generaciones no organizadas desde modelos familiares fijos, sino que han tenido que estructurarse sobre generalmente sobre figuras unas veces despersonalizadas, otras cambiantes y breves, o en ausencia de ellas. Y que nosotros, aun manteniendo aspectos invariantes necesarios para el sostén del vínculo, nos vemos obligados en ocasiones a cambiar de posiciones o de vértices de perspectiva para poder aproximarnos e identificarnos con el estado mental del paciente.
Y es justamente eso o que le se busca en este libro de “aventuras psicoanalíticas compartidas”. Que puedan despertar otro tipo de conclusiones o hipótesis, que además de una invitación a la identificación del “caso o de la viñeta clínica”, pueda hacer un ejercicio lúdico de “supervisión” del mismo, y como tal, que cada situación abra al lector nuevas posibilidades de entenderlo desde su aparato psíquico propio, como el de conjeturar nuevas hipótesis descubridoras de áreas de la personalidad a las que yo no he percibido o que él mismo ilumine para él o para sus pacientes aspectos inconscientes de la personalidad.
En lo que denomino Cesuras, término tomado evidentemente de Bion y su Tabla, trato de describir el estado de ánimo, las expectativas o los desequilibrios por los que pasa la unidad psico-soma del psicoterapeuta psicoanalítico enfrentado a los contenidos de los diversos capítulos. Son una especie de descanso y preparación para lo desconocido de lo próximo. Y una cierta dosis de auto-piedad para los que ejercemos este trabajo tan lleno de dolores sordos.
Negaría una realidad si creyera que para mí todos los capítulos tienen la misma intensidad afectivo-emocional por mi parte, o sentirme igual de cómodo o incómodo con todos ellos. No es verdad. Es claro que dejo la selección a los lectores, pero no puedo dejar de invitar particularmente a alguno de ellos en particular. Sin olvidar las condiciones de un Encuadre Limitado condicionado por las realidades (Resistenciales o no) de los pacientes, tengo especial interés porque compartan conmigo el capítulo dedicado a la Escucha y especialmente a la Escucha de los Objetos In animados y su interés o influencia en la Psicoterapia Psicoanalítica. Para mí descubrirlo y poder, a través de ellos, acercarme a un inconsciente emocional al que ni la palabra ni las actuaciones me permitían deducirlo con claridad ha sido una sorpresa. Tanto más cuanto comprobaba que precedían a otras formas de manifestarse el conflicto. Hoy, son elementos importantes de mi escucha habitual. Lograr darles significado adecuado y coherente con otros elementos de la sesión son una fuente de satisfacción en mi trabajo.
Tampoco puedo negar mi predilección por el mundo de los sueños, la extensión a la que dedico el tema lo hace notar. Para mí, como para Freud, siguen siendo hoy por hoy una autopista para circular por el inconsciente en múltiples direcciones posibles. Los sueños son la mejo comunicación combinada de partes reales del paciente (en su historia manifiesta) como en sus fantasmática imaginaria (historia latente), como es también la mejor doble relación con el terapeuta como objeto real y como objeto transferencial.
Y, creo que me atrevo a decir que me ha gustado el tema de los narcisismos a pesar de lo ingrato y poco exitoso que pueda resultar el trabajo con ellos. Entiendo sus múltiples perspectivas de líneas de trabajo. Sé que es una tarea de supervivencia, jamás recompensada; pero apuntarme a ese desafío que es poder sobrevivir con mi identidad y pensamientos a esos ataques del otro, tan necesitado de anularnos o de vaciarnos para tomar un seguridad existencial, no deja de ser siempre una aventura inquietante y estimuladora.
Espero que aquellos capítulos más específicamente dedicados al trabajo en un Encuadre limitado sean lo suficientemente clarificadores para los hayan de adaptarse a trabajar en este marco, y lo suficientemente alentadores para mantener la veracidad y competencia de la Psicoterapia Psicoanalítica. Defender su terreno propio, sin tener que contrarrestarla o validarla por aproximación al ejercicio del Psicoanálisis en su versión más ortodoxa e inflexible.
Porque ese es mayoritariamente nuestro trabajo diario.
Este libro a cuya lectura invito, intenta ser un ejercicio práctico, un reconocimiento y una valoración de nuestro quehacer diario en los consultorios con el mayor rigor y competencia posibles.