Carta a Dña. Cristina Fanjul, periodista.
Tengo ante mí el artículo publicado en el Diario de León con fecha 11 de febrero de 2017, sección Sociedad, pags. 50-51 bajo el título de “El Ruido duele, … y mucho”, sobre el que deseo hacer algún comentario.
No sé cuál es su grado de compromiso o cooperación con el Dr. Francisco Luis Rodríguez para este tipo de trabajos, pero creo que sería conveniente revisarlo al menos en bien de la Psiquiatría para no hablar de forma tan ligera sobre temas relacionados con ella.
Hace ya varias semanas cuando Ud. trató el tema del alcoholismo con el mismo compañero Psiquiatra, me sorprendió lo que éste comentaba respecto al papel del Especialista prácticamente restringido a la atención farmacológica sobre los efectos secundarios de la intoxicación, de la dependencia o de sus complicaciones. (¡Hombre Francisco Luis, tenga a bien respetar el hecho de que tenemos colegas en esta misma Autonomía que están trabajando cuerpo a cuerpo, o cara a cara, con aspectos más básicos de ese problema, no con sus consecuencias finales!).
Pero, para centrarnos, obviemos también eso y vayamos al artículo de hoy.
Dudo que alguien con cierta proximidad a esta patología pueda aceptar con tanta ligereza palabras y problemas tales como: enfermedad mental, psicosis, depresiones o ansiedad tengan una conexión causal tan directa con el ruido como parecen pensar Uds.
Les acepto el uso del término Resiliencia que “hace a moderno” (por cierto algo ya desgastado por su inespecificidad) y que podríamos incluir dentro de la jerga psiquiátrica al uso, pero junto a eso nos encontramos con afirmaciones tales como que “el cerebro es de plástico” (copio literalmente) ¿Creen Uds. que se puede decir eso con total impunidad, que me imagino debida a haber confundido la característica de “plasticidad” del tejido cerebral por un material plástico al uso?
¿Es que realmente creen que pueden mantener sin avergonzarse la afirmación de que el ruido puede psicotizar a un individuo? ¿Es que nos imaginan tan simples como para poder creernos el caso clínico que describen del individuo que hace un delirio persecutorio porque unas vecinas universitarias levantan la persiana de su habitación? No puedo creer que sean ajenos a fenómenos dinámicos tan primarios como la proyección o el desplazamiento de las pulsiones. Como no me tengo por tonto, rechazo tenerlos a Uds, por ignorantes.
Y creo que deberían eliminar para siempre de su mente la gratuita afirmación de que el ruido de los vecinos produce psicosis en el mundo actual (me remito a copiar lo que dice su artículo)
No puedo detenerme en argumentar contra esos conceptos tan inconsistentes. Prefiero remitir a mi colega a una más atenta lectura de que se ha publicado respaldado por su nombre y cargo, y a suplicarle que en las próximas confidencias que se vea obligado a hacer a los medios sea algo más científico.
Dña. Cristina Fanjul: no sé cuál es su necesidad de escribir sobre temas psiquiátricos, pero si se siente en la obligación de hacerlo revise su colaboración con los técnicos, déjese guiar por ellos, elíjalos mejor, hágase revisar sus escritos o publique conocimientos de forma más exacta.
Mire Ud., puestos a elegir y si tengo que decantarme por alguno de sus artículos médico-psiquiátricos publicados me quedaría en el penúltimo que dedicaban a la feminidad y sus rasgos diferenciales. Aquello de … “el goce que goza mi gozo, no es el gozar con el gozo de mis goces “….. al menos entretenía y despertaba la curiosidad por lo que presuntamente enigmático, oracular o trabalenguas contenía. O incluso por la forma mística que se adivinaba tras esas palabras, nos sonaba “la música” como algo parecido a aquello de “….vivo sin vivir en mí …. “ de nuestra Santa Teresa.
Por favor, y por respeto, con la Psiquiatría, cualquier cosa menos frivolidades,
No somos unas páginas del antiguo Selecciones de Reader’s digest
Con respeto.
V. Rodríguez Melón
Psiquiatra.